Capítulo 20 - Oni Kokoro

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Septiembre... ¡Maldito septiembre! ¡¿Cómo era posible que pudiera adorar y odiar al mismo tiempo un estúpido mes?! Su hijo había nacido una caótica tarde de septiembre, y seis años después el pequeño le hizo prometer que si su séptimo cumpleaños llegaba y su padre no aparecía, él tenía que olvidar a su amado Uchiha para salir con su jefe... ¡¿Ahora qué iba a hacer?!


Iba en su bicicleta camino a la escuela de Kibou, aún no eran las 3 de la tarde, habían llamado desde su primaria para decirle que su hijo había estado metido en una pelea con otros niños, tuvo que pedir permiso a su jefe para salir temprano, estaba tan apenado con él, pero estaba más angustiado por su hijo, ¿qué había pasado? ¡Él no era esa clase de niño violento! ¿Y si un niño lo había golpeado y sólo se defendió? ¡Su bebé pudo haber salido lastimado!


Una vez frente a la escuela casi deja tirada su bicicleta en la banqueta sin ninguna protección, había alguien en la entrada y le permitió que la metiera. Agradeció su comprensión y luego siguió a esa persona hasta la oficina del director, el cual estaba sentado en su sillón y en frente había dos simples sillas de maderas, en una de ellas, estaba Kibou mirando hacia abajo.


-Señor Uzumaki, háganos el favor de sentarse-


Naruto nervioso siguió la orden y se sentó junto a su hijo que seguía sin verlo, de reojo él si pudo ver algo, al pequeño mirando hacia otro lado, tenía la mejilla roja y algo inflamada pero sus ojos no revelaban ni miedo ni dolor.


-¿Qué fue lo que sucedió?-


-Hoy su hijo estuvo en medio de una pelea con otros tres niños, a uno lo golpeó en la espinilla y tuvo que ser enviado a la enfermería por el dolor, a otro le rompió el labio y al otro la naríz, éste tuvo que ser hospitalizado, cuando los separamos, él únicamente dijo que esos tres estaban lastimando a un gato callejero y como ellos no lo paraban de patear él los pateó, según sus argumentos para que vieran lo que se sentía... Señor Uzumaki, en ésta institución nosotros no aceptamos esa clase de comportamiento de un estudiante a otros, normalmente esto hubiera llevado a una suspensión, pero debido a las excelentes calificaciones del alumno y que es la primera vez que se mete en pleitos, además de los antecedentes de mala conducta de los otros tres, sólo se llevará una citación con sus tutores... ahora sólo queda en sus manos reprenderlo como usted lo vea necesario-


Naruto, sorprendido volvió a ver a su pequeño, este seguía con la mirada gacha y con las manos apretaba su pantalón sucio. Hizo una reverencia y prometió reprenderlo severamente para que no lo volviera a hacer. Luego, las personas de allí le permitieron llevárselo, faltaba poco para las tres, así que era inútil dejarlo y esperar escasos 15 minutos para la hora de salida.


Sin otra cosa que hacer, Naruto se llevó a su hijo sin verlo, llegaron a la bicicleta y con ella terminaron de salir del colegio. Una vez alejados, el rubio se giró para ver con su mirada inquisitiva al pequeño que se dignó a mirarlo también.


-Antes de que digas algo, no me arrepiento de nada, ¡se lo merecían por ser unos imbéciles violentos! ¡El gatito no les estaba haciendo nada! ¡No había nadie que les dijera nada, tenía que defenderlo yo!-


El mayor relajó su mirada, se puso a su altura y le acarició la cabeza, un gesto que el pelinegro no se esperaba.


-A la próxima vez, procura acusar a los maleantes primero, la violencia debe ser el último recurso porque te pueden reprender-ttebayo... ¿y el gato?-


Kibou tomó su mochila y adentro estaba una bola de pelos sucios, el gato de pelo blanco, más gris que blanco, y de enormes ojos dorados miró con miedo a Naruto, y eso provocó que su corazón se contrajera... era tan pequeño, tan flaco y tan sucio... el pobre debió pasar por muchas cosas antes de llegar a esa escuela. Miró a su pequeño que también se sentía de ese modo y lo miró a los ojos luego de que éstos se iluminaran un poco con esperanza.


-¿Podemos quedárnoslo? ¡Juro que lo cuidaré bien! No podemos dejarlo a su suerte otra vez, cuando lo encontraron se trataba de robar un almuerzo pero esos niños en vez de dárselo lo atraparon de la cola y lo lastimaron... Por favor mamá... este mes es mi cumpleaños, déjame quedármelo como regalo, se portará bien...-


No podía decirle que no con esa simple pero cruda explicación, se levantó y enderezó la bicicleta.


-Está bien, ya eres un niño grande y responsable, así que no le veo nada de malo a darte un regalo antes de tiempo, pero debes prometerme que tú serás quien limpie su arena-ttebayo-


El pequeño siguió mirándolo con sorpresa y sonrió encantado, se acomodó en el asiento con el gatito entre sus brazos y se agarró de su madre poco pocas veces lo había hecho.


-¡Lo prometo, lo prometo! ¡Gracias, mamá!-


Naruto se sonrojó un poco, su hijo era tan lindo... Pedaleó una vez que todo estaba en orden y la mochila con el nuevo gatito de su hijo, estuviera protegida. Aún quedaba tiempo extra, así que fueron directamente a un consultorio veterinario para que lo revisaran, mientras tanto Kibou se puso a ver qué plato y qué comida debería comprarle, ¿a su gatito le gustaría un plato de color verde? ¿O qué tal uno morado? ¡Mejor le compraría uno amarillo! ¡Sí, y además... una pelota!


Naruto pagó por el alimento, la consulta y el plato amarillo, el gato estaba bien, sólo algo sediento y desnutrido, les dio una cita para dentro de dos días para lavarlo y peinarlo, además de ver sobre el precio de las vacunas.


En cuanto llegaron a casa, Kibou corrió por un platito de plástico y le puso agua, lo dejó en el piso junto al refrigerador, esperó a que el gatito saliera solo de la mochila y se acercara para beber agua voluntariamente. El pequeño mitad Uchiha estaba encantado por el pequeño nuevo miembro de la familia, Naruto observaba la escena internamente impresionado, ya que el gatito se veía nervioso y asustado de todo, menos de Kibou, parecía incluso sentirse seguro si se mantenía cerca de su hijo.


-¡Se llamará Kiku (Crisantemo)!-


-¿Kiku?-


-¡Sí! Porque los crisantemos son blancos como él-


Naruto tomó un marcador permanente negro y escribió "Kiku" en el plato, luego de verlo un par de veces, el gatito probablemente se sentiría cómodo con ese nombre, si hasta parecía una verdadera florecita un poco maltratada. Sirvió la comida y el gatito luego de entender que el rubio mayor también era bueno se lanzó al plato.


Kibou se sentó en el piso junto a Kiku, acarició su cabeza con cuidado y éste otro siguió comiendo pero más calmado, Naruto se sentó a vigilarlos un poco, estaba un poco cansado por el susto previo. De repente la puerta se abrió, entrando por ella un más alegre Kiba en comparación con la vez en que regresó de aquél rancho. Lo primero que pasó por la mente del castaño universitario fue.


-¿Por qué hay un gato en la cocina?-


Kibou se levantó y sonrió con tranquilidad. -Tío Kiba, quiero presentarte a mi regalo de cumpleaños el cual espero que aceptes voluntariamente porque digas lo que digas, Kiku no se irá de aquí-


-¿El gato se llama Kiku?-


-Así es-

Kiba sin cambiar su expresión volteó a ver a Naruto quien únicamente sonrió y encogió los hombros. Luego regresó a ver a su pequeño "sobrino" y suspiró.


-No hay ningún problema conmigo... sólo procuren que no se acerque a mis cosas de la escuela, no quiero que se traspapelen o se pierdan-


-¿Un gato podría traspapelar un cuaderno con tus apuntes?-


-Te sorprenderías Kibou de lo que llegan a utilizar para jugar, una vez ví a uno jugando con una tapa de una botella y otra vez con un simple clip, las cosas que parecen simples en realidad pueden darles un buen rato de diversión hasta que se aburren y los dejan abandonados en el piso y en algunos casos, hasta destruídos-


La tarde siguió como todas las demás, Tsume y Yamato regresaron del trabajo y los dos adultos terminaron aceptando de igual modo al gato. Kiba ésta vez no se quedó a comer, se arregló para salir y les dijo a todos que Shino lo había invitado a salir hoy al cine, se despidió de todos, incluyendo del recién llegado Kiku y salió, encontrándose con Shino recargado en un auto negro nuevo.


-¡Wow! ¡¿Y eso?!-


-¿Te gusta? Lo compré hace dos días pero no había tenido oportunidad de mostrártelo ni de tampoco utilizarlo para algo importante... hasta esta tarde-


Kiba no podía estar más felíz con su pareja, llevaban más de 6 años de noviazgo, los dos se comprendían, les gustaban las mismas cosas y... ¡por kami, Shino se había comprado un híbrido! Eso debió ser bastante caro... ¡Pero los Aburame eran ricos, así que no le preocuparía por su estado económico! Sólo salió corriendo a abrazarlo y le dio un beso de bienvenida. Se volteó a ver a los demás y simplemente los despidió con la mano, completamente quitado de la pena. Se separaron y Shino como todo un caballero le abrió la puerta al castaño, en cuanto él entró, cerraron su puerta, Shino hizo una leve reverencia ante los presentes y se subió al asiento del piloto. Por último, Kiba bajó la ventanilla para gritar un adiós antes de que el auto diera marcha y se fueran a gran velocidad.


A veces los gustos de su hijo preocupaban a Tsume... pero Shino era un gran chico y sabía que los dos se cuidarían... aún así.


-¿Por qué a Kiba siempre le han gustado las cosas rápidas y peligrosas?- Y con un suspiro más, cerró la puerta de la entrada.


El resto del día fue tranquilo y agradable, el castaño regresó demasiado noche, a la 1 de la mañana, pero volvió tambaleándose y con las mejillas rosas, no por el alcohol, sino por la pura "intoxicación" romántica.


Esa brillante y algo nublada mañana cuando Naruto llegó de su trabajo, luego de que Kibou llegara sano y salvo a su colegio, tomó su turno en el trabajo, habló por unos minutos con el jefe y le pidió trabajar el tiempo extra que ayer no completó por ir corriendo por su hijo. Nagato preguntó por Kibou, el doncel le dijo que él estaba perfecto pero había tenido problemas por un gato callejero, ahora mismo ése gato se encontraba viviendo con ellos porque el pobre estaba muy hambriento y el pequeño quería cuidar de él.


El día transcurrió muy normal, Naruto sí pudo trabajar ese tiempo extra, claro después de avisarles a los demás y que Kiba fuera a recoger a Kibou (ya que de regreso de la facultad pasaba cerca de la primaria del mini Uzumaki).


Cuando su horario en el trabajo terminó, salió con su bicicleta no rumbo a casa, sino a una floristería y de allí partió a un cementerio.


Hacía casi una década que no se pasaba por ese lugar, el campo santo donde reposaban los cuerpos de su madre, padre y madrastra. Una vez que cruzó las rejas, se bajó de la bicicleta y comenzó a caminar arrastrándola hasta una serie de lápidas negras con letras doradas grabadas en ellas, todas, en un sitio específico de la tumba, se encontraba una espiral, y entre más vieja era la lápida, la espiral se borraba hasta casi perder su brillo, pero de esa forma todos sabían quiénes fueron los más viejos y los que apenas se unieron.


Se hincó frente a una en especial y dejó flores sobre ella.


-Hola mamá... ¿tiempo en que no te veía, cierto?-


El viento le rozó la cara como una suave caricia, algo fría por el otoño que estaba próximo a llegar. Naruto sonreía tranquilo, de repente la paz lo inundó, como si todo, absolutamente todo estuviera bien. Sólo quería eso, un instante de relajación donde pudiera pensar y hablar consigo mismo, además de recordar cosas del pasado que en algún momento significaron algo para él. En poco tiempo, le contó a la lápida sobre cómo había sido su vida desde el nacimiento de su hijo, le contó sobre lo grandioso que era su pequeño, que era inteligente, artístico, pero él estaba preocupado por su percepción del mundo, para él, todo lo que consideraba humano de sociedad lo veía como algo pobre, inútil y sin una razón real para existir. Tal vez aquello que había visto y vivido en sus tan sólo 6 años de vida le habían dado un adelantado y crudo punto de vista que debido a su orgullo se negaba a cambiar, él era un niño bueno, pero no tenía una figura que él llegara a aceptar como alguien con más experiencia en las vivencias del mundo y de los humanos que lo habitaban, él por mucho tiempo vivió en un sitio lejano, casi ajeno al mundo y él nunca llegó a entenderlo en realidad, su hijo trataba de hacerlo, pero de un modo muy anti-antropocéntrico, simplemente veía a la mayoría de los seres humanos como cucarachas, molestas, sucias, con un diminuto cerebro y con la gran capacidad de multiplicarse en sitios pequeños sin importarles vivir entre la basura.


Él desearía cambiarle esa forma de ver el mundo, éste no era tan malo y la humanidad no era de ningún modo patética.


De pronto escuchó unos pasos llegar hasta él, se volteó y a quien encontró fue a otra persona que no pensó en volver a encontrar nunca.


-¿Karin?-


La pelirroja también se veía sorprendida, la adolescente compañera de su escuela también había desaparecido con los años, era una mujer alta, con el mismo pelo rojo alborotado y los mismos lentes negros, pero su mirada era distinta, ya no existía la pretensión ni la arrogancia que alguna vez habitaron sin nunca irse sin importar la situación.


-¿Naruto-kun?-


La chica dio un paso con sus botas de cuero negro para el frío, venía vestida con una bata blanca con la insignia del nombre de un hospital y debajo una camiseta de manga larga y cuello de tortuga. Naruto se levantó y se puso a su altura que después de todos esos años, ambos se habían nivelado, Karin seguía ganándole un par de centímetros debido a los tacones de sus botas, pero sin ellos probablemente él ya se hubiera vuelto más alto. Ambos se miraron con gran sorpresa, como si se hubieran encontrado a un fantasma del pasado que por mucho tiempo pensaron que los había dejado tranquilos.


-Karin... qué... sorpresa, no esperaba encontrarte por aquí nunca-


-Yo tampoco en realidad... ¿Viniste a visitar a alguien? ...Bueno, tienes flores, así que supongo que... por obvias razones venías a eso-


La pelirroja habló trabándose mucho. El pasado de estos dos personajes nunca fue agradable ni digno de recordar, ambos siempre estuvieron en grupos sociales diferentes, con ideologías y principios diferentes, prácticamente contrarios.


-Así es, ¿y tú?-

La pelirroja mostró igual un ramo de flores, rosas. Su rostro se ensombreció un poco y volteó hacia el ramo de flores de Naruto.


-Vine a ver a una amiga, a la cual hace años no tenía ver valor de ver...-


El rubio sintió extraña esa contestación. ¿Tuvo una amiga que había muerto?


-Lo siento-


-En realidad... creo que tú fuiste el que más sufrió en la secundaria, aunque luego de que te fuiste y de esa serie de muertes la gente no volvió a ser la misma... ni yo me salvé del cambio-


El rubio lo entendió entonces, pero eso sólo lo impresionaba más.


-¿Vienes a ver a Sakura, cierto?-


-Sí... a visitarla y a pedirle perdón por haber sido una mala amiga... es una culpa que no he dejado de cargar desde hace siete años-


El doncel relajó su expresión, entendiendo esa repentina tristeza que invadió a la pelirroja.- Desde su muerte, ¿cómo has estado?-


-Al inicio creí que no me importaba, pero luego de la paliza que me dio Hinata descubrí que realmente había llegado a querer a mi amiga-


-¡¿Hinata te hizo qué?!-

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