Capítulo 7: Time Limit

102 13 1
                                    

Mahora no to ni tatsu Ubusuna e
 
Te mukeru wa tsubaki hana
 
Yumeji no yashiro no sono oku ni yomosugara saki niou
 
 
Naruto se despertó con la primera estrofa de Akakakushi, trató de tomar su celular pero no lo encontró por ninguna parte. Sasuke estaba recargado en la pared con su celular, con la pantalla viendo hacia él.
 
 
-Temeeeee… devuélvemelooooo…- Perezoso se estiró y se sacó su cobertor de encima, se sentó sobre su cama con las piernas separadas, despeinado y con leves ojeras.
 
 
-No, primero levántate y ven, si te lo dejo allí te volverás a dormir como hace tres días que llegaste tarde por desvelarte-
 
 
-Ésa vez fue por tu culpa- Se talló los ojos y se levantó  con cansancio, caminó con pasos arrastrados hacia él y le arrebató el celular, quitando la alarma.
 
 
-Yo no te obligué a ver esa película de terror, tú mismo te empeñaste en verla y luego no te podías dormir pensando en que Freddy se aparecería en tus sueños-
 
 
-Moooo…  tuve un momento de debilidad, no me juzgues- Dejó el celular en su tocador, tomó su uniforme y se encerró en el baño. Sasuke se tiró en su cama a esperarlo tranquilamente. Cuando Naruto salió, vestido y con una toalla en la cabeza se sentó otra vez en su cama para ponerse las largas calcetas. Sasuke veía sin mucha importancia cómo el rubio subía una de sus largas piernas en posición de 70° y se ponía la calceta como si ésta fuera una media de lencería. Naruto poco a poco había comenzado a despertar su sensualidad interna y dormida, siempre la tuvo presente, pero de forma tímida y depresiva. Ahora era una que gritaba “no me importa”, inocente pero sin llegar a ser tímida o cohibida, una verdadera sensualidad inconsciente. Él podía exhalar deseo por todos sus poros y poco le importaría si alguien llegaba a notarlo o no. Y eso, a hombres como él, le resultaba sexy. Una belleza inconsciente que provocaba deseo de forma inocente. Eso mismo era.
 
 
Naruto echó la cabeza hacia atrás aún adormilado, se estiró y se levantó de la cama, sacudiendo su cabeza como perro tratando de secarse más rápido el cabello.
 
 
Y con eso último probaba la inconsciencia del dobe al matar deseos con sus acciones extrañas. Siguió su camino a la puerta, la abrió y luego se giró a verlo.
 
 
-¿Vienes o nos vemos afuera?-
 
 
-Nos vemos afuera, disfruta de tu desayuno-
 
 
-Claro- Dijo con su todavía adormilada voz, la cual poco le faltaba para terminar sacando un bostezo.
 
 
Tomó su celular y salió de su cuarto cerrando la puerta. Bajó al comedor, tomó su mochila, abrigo, saludó a Yamato, y como ése día era el bello 14 de febrero, en su mesa se encontró leche con chocolate y unas dos tartas con fresas en forma de corazones.
 
 
-Siempre tan festiva Tsume-san- Dijo sonriente mientras se sentaba felizmente en su silla y comenzaba a comer con cuchillo y tenedor. Muy propio en un doncel de su clase.
 
 
-Así parece, ¿recuerdas esos cupcakes que hizo para Halloween?- Dijo Yamato llegando de la nada, alegre de verlo sonreír, en esos momentos olvidándose que eran dueño y sirviente.
 
 
-¡Sí, eran deliciosos! Uno estaba cubierto con crema de color naranja haciendo una calabaza y el otro tenía un murciélago de chocolate con leche- Dijo emocionado el pequeño rubio que de sólo recordar eso comenzaba a anhelar esos deliciosos postres (siempre con alguna fruta por dentro o por fuera) que la cocinera siempre hacía.
 
 
-¡Y hablando de chocolates, no se olvide de llevarse los suyos para sus amigos!- Yamato sacó tres bolsas rojas y las puso junto a Naruto.
 
 
-¡Oh, cierto! ¡Gracias!-
 
 
-Estoy felíz de verlo felíz, se ve que últimamente se ha divertido mucho-
 
 
-¡Bastante!-
 
 
-Desde el año pasado, a inicios de diciembre, lo he visto amanecer cada vez más alegre y vivo, como si tuviera ganas de ir a la escuela y encontrarse con algo o alguien-
 
 
Naruto paró de comer al recibir un pensamiento fugaz del cuervo aquella noche lluviosa, Sasuke sonriendo con encanto oscuro y ojos rojos, Sasuke sonriendo divertido cuando lo molestaba, y por último Sasuke con una tenue sonrisa de lado reflejando tranquilidad y alegría. Un muy leve rubor cubrió sus mejillas, suave y casi invisible, pero completamente reconocible para Yamato que lo había estado observando.
 
 
-¡Señorito, no me diga que ha encontrado a un guapo varón!-
 
 
-¡¿EH?!- El rubio lo vio abochornado y con cabellos erizados, negando rápidamente. -¡No, no es eso, para nada!-
 
 
-Jojojojo… está bien, no es nada… nada más que una bolsa personalizada de chocolate oscuro y amargo-
 
 
El más joven bajó la cabeza, recordando que él mismo había comprado tres clases de chocolates diferentes, los había derretido y luego servido en moldes de figuras.
 
 
Las bolsas rojas contenían los chocolates que él mismo había fundido para regalar a sus amigos, la primera bolsa era para Hinata, que contenía corazones de chocolate blanco, la de Lee contenía estrellas de chocolate con leche, y la de Sasuke, contenía unas lunas con chocolate amargo.
 
 
-Bueno… es un amigo y lo aprecio mucho… sólo es señal de gratitud- Trató de explicarse y que así se levantaran las sospechas.
 
 
-De acuerdo, lo dejaré pasar con una condición… ¡Me debe presentar a su amigo nuevo que ha hecho tan buen trabajo en hacerlo sonreír!-
 
 
Naruto quiso que de momento a otro un agujero gigante naciera debajo de su silla y se lo tragara.
 
 
-Hai…-
 
 
Cuando el desayuno terminó, el doncel tomó sus cosas y prácticamente salió corriendo de su casa. En medio del camino se encontró con Sasuke imitando su paso acelerado como si estuviera corriendo.
 
 
-¿Y por qué las prisas dobe? Aún falta media hora-
 
 
-¡Es por tu culpa, teme, teme!- Se detuvo de golpe, Sasuke al ver su frenado repentino también paró y regresó con él extrañado, recibiendo unos “puñetazos” en el pecho que ni cosquillas le hacían mientras el rubio ocultaba su rostro y liberaba alguna frustración en él.
 
 
-¿Ahora qué?-
 
 
-Yamato quiere conocerte… descubrió que tenía un nuevo amigo y debido a mi cambio de personalidad quiere conocerte porque piensa que tú fuiste el que me hizo cambiar… lo cual es cierto-
 
 
Sasuke levantó una ceja en señal de no comprender, luego la enarcó al entenderlo todo.
 
 
-¿Cómo supo de mí? Creí que tú no le contabas de mi existencia-
 
 
-Y así fue, debió ser….- Enmudeció al recordar los chocolates y se sonrojó. -¡Por alguna cosa, no importa!- Levantó su rostro para poder verlo a los ojos. -¿Y ahora qué haremos?-
 
 
-¿Pues qué más? “Visitarlo”, dobe. Un día de ésta semana llegaré diciendo que me invitaste a cenar a tu casa porque mi familia está en reuniones de negocios y no querías que me quedara solo en casa-
 
 
-¿En serio?-
 
 
-¿Se te ocurre algo mejor?-
 
 
-Pues…. Bueno, ésa idea está bien-
 
 
-De acuerdo, ahora prosigamos la caminata al colegio que detestablemente celebra a un ángel con pañal que no sirve para nada-
 
 
-Vamos Sasuke no seas tan aguafiestas-
 
 
-Sólo digo la verdad, ningún ángel sirve, son tan necesarios como las moscas y ayudan igual que un pez en su pecera, no me hagas recordarte que después de todo lo pasado, quien acudió a ti para salvarte fui yo, no un jodido ángel-
 
 
-Sí que los odias… y no te discutiré tus razones, ya que lo último que dijiste fue cierto- Levantó una mano y la posó en un mechón de Sasuke, al cual acarició con ternura. El pelinegro sólo observó los movimientos de la mano trigueña y a dueño de los ojos de cielo poner atención a sus mechones azabaches, haciendo que se intrigara por tal inesperada acción.
 
 
-Tienes una hoja aquí- La quitó y se la mostró con una sonrisa, orgulloso de su buena acción. Sasuke lo observó con unos segundos más y luego a la hoja. Por un instante, en alguna parte de su oscuro subconsciente, se sintió… algo decepcionado y curiosamente, enojado con la hoja. Se giró hacia el frente y presionó su mandíbula.
 
 
-¡Ya vámonos dobe!-
 
 
Arrancó el paso de forma acelerada justo como Naruto lo hacía hace unos minutos y el rubio estático y con la hoja en la mano, decidió alcanzarlo sin entender bien la expresión de malestar de Sasuke. Hasta ése momento se dio cuenta de que cuando quería, Sasuke podía ser rápido así que en cuanto se acercó lo suficiente a él, lo tomó de la mano hecha puño.
 
 
-¡No me dejes atrás!-
 
 
Sasuke se detuvo y volteó a verlo, el doncel haciendo su puchero con el ceño fruncido y luego su mano morena tomando la suya blanca. Sin pensarlo, sólo abrió su mano y la juntó con la del otro entrelazando sus dedos, volviéndose a sentir bien.
 
 
-No chilles dobe-
 
 
Y con eso siguió caminando a la escuela, ahora con un Naruto gritando cosas y tratando de zafarse de su agarre aunque todo esfuerzo fuera en vano y sólo crearan una escena que a cualquiera le resultaría hilarante.
 
 
El Colegio de Ciencias Puras y Sociales tenía la tradición de que en cada época festiva, decorar los pasillos con motivos referentes a la celebración, ahora mismo todos y cada uno de los pasillos tenían corazones de papel o cartón, querubines rojos y en general cosas de colores rojo, rosa y blanco. Los únicos lugares no “contaminados” con el “espíritu” festivo eran los salones, laboratorios, y los baños. Así que cuando entraron a la clase de Lenguas Extranjeras del profesor Ebisu, Sasuke (quien había estado comportándose como gato amenazado con una pistola de agua) se sintió liberado (y protegido) al entrar al salón. A Naruto se le hacía divertido ver su aversión a las cosas cursis pero no le pareció bueno mofarse, para él, realizar una broma tan pesada a su preciado amigo simplemente no estaba entre sus planes, sobre todo teniendo en cuenta que tu amigo era un demonio del infierno que seguramente tenía uno y mil poderes bajo la manga y con el simple hecho de aparecer en cualquier lugar y tener la piel más fuerte que el acero ya tenía una gran desventaja.
 
 
-Lástima hoy será otro día largo para ti… ¿Ne Sasuke? ¿Tú odias el chocolate?-
 
 
-Cualquier clase de dulce-
 
 
-¿Y si fuera chocolate amargo, amargo?-
 
-Pues… a decir verdad hubo un tiempo en el que comía mucho chocolate amargo, el dulce me empalagaba, pero el sabor puro del chocolate me gustaba mucho-
 
 
Una leve sonrisa se asomó por los finos labios del ojiazul y dio una rápida mirada a su mochila que contenían los chocolates. Había acertado en el sabor y también con los gustos de su amigo. Ésa tarde en el barrio italiano cuando él comió pasteles y Sasuke se negó, cuando ordenó helado y chocolates, y Sasuke también se negó. Se aprendió los gustos del demonio, los cuales eran comidas no muy condimentadas y que no fueran dulces.
 
 
-¿Y para qué preguntabas?- Sasuke lo miró.
 
 
-Sólo tenía curiosidad… tal vez luego vayamos a comer tomates y onigiris-

Oni KokoroWhere stories live. Discover now