Capítulo 8: El Despertar del Desastre

113 13 0
                                    

Recordaba que alguna vez su madre fue de viaje a Alemania, y regresó con un reloj Cucú. Cuando era pequeño, a él le gustaba mucho ese reloj, parecía una pequeña casa hecha de madera viva, que el árbol mismo era la casa, o que la casa misma era el árbol. Tenía un par de ventanas, y los balcones eran un grupo de hojas verdes (de allí que creyera que la casa era un árbol vivo), la puerta era redonda y muchas piedrecillas la rodeaban para que no se confundiera con la demás madera. Cada vez que pasaba una hora, el pequeño pájaro salía a cantar unas tres veces antes de regresar a su hogar. A su mamá le encantaba también y le contaba historias acerca de aves que vivían en los troncos de los grandes árboles. En las tardes de otoño cuando en familia, su padre, su madre y él se sentaban en la alfombra abrigados con manta, la chimenea encendida y frente a ellos el cucú que seguía dando las horas. Ahora escuchaba su canto como sonidos vagos y lejanos, que alguna vez siempre le hicieron recordar esos momentos felices.
 
 
Eso fue lo que siempre había pensado, que el reloj con el paso de los años le seguiría recordando esas bellas tardes de invierno, cuando un día de repente encontró el reloj hecho trizas en el piso, con su delicado y complejo mecanismo roto y esparcido por la sala completa, no habría manera de repararlo en tan deplorable estado otra vez.
 
 
Junto a él se la encontró, a la mujer con el cabello parecido al de su madre, justo debajo del estante donde el reloj solía situarse.
 
 
“¿Qué le pasó?”
 
 
El niño de 7 años le preguntó a la mujer que lo veía asustada antes de recomponer su apariencia de mujer dura.
 
 
“Se me cayó… no entres que te puedes lastimar con alguna astilla”
 
 
“¿Por qué se te cayó?”
 
 
El niño rubio la seguía viendo con sus despiertos ojos azules como el cristal, inquisidores, expresivos, y demasiado profundos, vestido con su uniforme de primaria, con su mochila tirada en el piso junto a él.
 
 
“Porque… porque… ¡Niño, no preguntes! ¡Fue un accidente! ¡Y ya era viejo, lo iba a cambiar por otro!”
 
 
“¿Por qué ibas a cambiarlo? No era tuyo, era de mi madre”
 
 
“Pero ella ya no está, tenía que saber qué guardar y qué no, el reloj se lo iba a dar a alguien más pero se me resbaló de las manos”
 
 
“Te ibas a deshacer del reloj favorito de mi madre, ¿sin decírmelo antes? ¿A mí? ¡¿Qué soy su hijo?!”
 
 
El niño frunció en seño molesto, observando con furia a la mujer que tenía en frente.
 
 
“Tienes 7 años, eres un mocoso que no sabe ni entiende nada, no le iba a dejar a alguien así una decisión tan importante”
 
 
“¡¿EN SERIO ESO CREES?! ¡¿Qué puedes entrar a MI casa y tomar los objetos de MI madre y hacer lo que te plazca con ellos?!”
 
 
“¡Niño, esa no es forma de hablarle a tus mayores!”
 
 
“¡NO ME IMPORTA QUE PAPÁ SE HAYA CASADO CONTIGO, ESO NO TE DA DERECHO A DESHACERTE DE LAS PERTENENCIAS DE MI MADRE O DE COMPORTARTE COMO SI YO FUERA UN NIÑO CUALQUIERA! ¡SOY HIJO DE UZUMAKI KUSHINA Y NAMIKAZE MINATO, SU ÚNICO HIJO Y NO QUIERO QUE ALGUIEN COMO TÚ SE META EN MI VIDA!”
 
 
El sonido de un golpe se oyó en toda la casa. La mujer tenía su mano levantada y el rostro del niño estaba girado a un lado, con una mejilla roja. Sorprendido, el niño se la tocó con sus dedos. Otra vez observó a la mujer y en vez de llorar como cualquier otro niño hubiera hecho, se le abalanzó. Se le fue con uñas y dientes, le rasguñó las piernas, le jaló el cabello, pero de nuevo ella tomó el control, sujetándolo de la cabeza, de unos mechones de pelo, comenzó a cachetearlo, una y otra vez en sus dos mejillas marcadas como bigotes que luego comenzaron a volverse rojas.
 
 
“Mira niño estúpido, no me importa lo que seas, ahora mismo tú te encuentras bajo mi tutoría, el tiempo de tu madre se terminó, tu padre ha decidido olvidarla y yo me estoy encargando de ayudarlo. Ahora mismo todo lo que digas o hagas no te servirá de nada, eres un niño y yo soy un adulto, ¿comprendes ya la diferencia? Estás bajo mi yugo así que por tu bien, me tendrás que respetar, yo no soy tu mami y tampoco me comportaré como ella, yo soy la nueva esposa de Minato y tú sólo la sombra que le queda de su esposa muerta”
 
 
Empujó al niño y éste cayó al piso, sobándose sus mejillas y con dolor en su cabeza por el pelo jalado.
 
 
La mujer de enfrente era tan alta y tan mala que él no podía defenderse con golpes. Buscó a su padre, aún lo tenía a él, que como todo padre escucharía a su hijo y lo protegería de quien quisiera hacerle daño. Al menos, eso era lo que su mentecilla de 7 años pensaba.
 
 
Salió corriendo, buscando a su progenitor y se lo encontró en el camino, abrazó sus piernas y lloró desconsolado esperando un abrazo, oír su voz, alguna muestra de atención, pero Minato no le hizo caso y siguió caminando hasta la sala donde observó el desastre de las pequeñas cosas rotas o perdidas del bello cucú de su primera esposa.
 
 
“¿Qué pasó?”
 
 
Preguntó el hombre.
 
 
“El reloj se cayó y se rompió”
 
 
“Hagan que recojan la basura, regresaré a trabajar”
 
 
Se dio la vuelta y se fue sin despedirse, dejando a su hijo tirado en el piso trastornado, observándolo simultáneamente a él y a su madrastra recargada en la entrada, completamente tranquila mientras él derramaba copiosas lágrimas por sus enormes ojos color de los cielos de verano, ahora mismo nublados.
 
 
El hombre que se perdía entre los pasillos no era su padre. Esa fue la conclusión a la que llegó Naruto. El hombre rubio con olor a whisky, de ojeras profundas, de mirada vacía, azul como el hielo, con el tacto tan cálido como un muerto… no podía serlo.
 
 
Naruto miró hacia el techo y se dio cuenta que se encontraba completamente solo. Su madre había muerto, y su padre también. Aquél al que una vez llamó padre había muerto también. El estar lejos de su amada provocó que el alma abandonara su cuerpo para ir en busca de su madre, dejando su cuerpo y a su hijo que tanto los necesitaba.
 
 
Ése fue el día…
 
 
…En que Namikaze Naruto…
 
 
…Dejó de llamar “papá” a Minato.
 
 
Cuando Naruto despertó, la alarma aún no había sonado y Sasuke no le había quitado su cobertor de encima. Se había despertado porque había recordado cosas del pasado, de su pasado que no esperaba revivir tan de repente en sueños y hacerlo derramar riachuelos de lágrimas.
 
 
Aquellas heridas de aquellos golpes que un día se amorataron, hace mucho que sanaron, pero las heridas que se quedaron grabadas en su corazón nunca lograron curarse por completo. Aún ahora sentía ese dolor de aquellas cicatrices.
 
 
-Naruto….- Sasuke lo llamaba, se giró y se lo encontró acostado junto a él, mirándolo preocupado.
 
 
-¿Qué hora es?-
 
 
-Las 4… ¿qué estabas soñando?-
 
 
-Un recuerdo… Sasuke, ¿podrías abrazarme y dejar que te abrace hasta que dé la hora y me tenga que levantar?-
 
 
Sasuke se le quedó viendo tal vez por uno o dos minutos sin hablar, se levantó sólo para levantar las cobijas y acostarse ahora sí junto al rubio. Éste se le acercó con cuidado y lo abrazó.
 
 
-Gra-gracias… lo necesitaba- Cerró los ojos y se acurrucó en el pecho de su demonio. El otro sólo rodeó su cintura y lo dejó dormir, recibiendo el calor de su cuerpo vivo y pasándoselo a él.
 
 
-¿Estás seguro que no viste a Freddy?- Pensó que si lo molestaba tal vez Naruto lo miraría y comenzaría a quejarse, pero no ocurrió.
 
 
-No… fue un recuerdo solamente- Naruto  abrió sus ojos tan sólo un poco, antes de que la paz regresara a su mente. Tal vez, sintiendo esos brazos protectores que lo rodeaban ya no temería volver a dormir y recordar en sueños. Él quería ser fuerte, ser fuerte para no volver a llorar, para no volverse a lamentar y para que un día, todo lo que vivió se volviera tan sólo una ilusión vaporosa que apenas supiera que existió alguna vez…
 
 
Cuando el tono de Akakakushi lo despertó, él seguía abrazado a Sasuke, que había tomado su celular con su mano libre y lo había lanzado al cesto de ropa sucia donde cayó seguro.
 
 
-A levantarse bello durmiente-
 
 
-No quiero, faltemos hoy a clases-
 
 
-¿Y perdernos la grandiosa clase de Asuma-sensei?- Dijo aún acostado y divertido.
 
 
-Hmmm… cierto, los exámenes… estará dando temas que irán en ellos- Se separó de él y se sentó en la cama, peinándose con la mano los mechones pegados a su cara por el “efecto almohada”, se descubrió y tomó su uniforme. –Qué flojera-
 
 
-Vamos dobe, no rezongues-  Sasuke también se sacó las cobijas pero luego volvió a acostarse sobre ellas mientras Naruto iba por su celular a apagar la alarma que hasta ahora no había dejado de sonar.
 
 
-Al menos tú puedes desaparecer cuando quieres- fue hasta el baño y se encerró, el agua que cayó sobre su cara le lavó los restos secos de lágrimas, se lavó el cabello con insistencia y salió a secarse y vestirse. Cuando regresó con Sasuke ya medio vestido, se sentó en su cama para ponerse sus calcetas y se terminó de secar su cabello. Pero cuando tomó un ligero mechón de pelo que le llegaba hasta el hombro, hizo una mueca, dándose cuenta de algo.
 
 
-Creo que ya es hora de cortarme el cabello, ya está muy largo-
 
 
-Yo pienso que así te ves bien, tal vez con unos centímetros más ya no te veas tan erizado- Dijo Sasuke que también tomó otro de sus mechones igual de largos. –Ya no parecerías puerco espín-
 
 
-Ja, ja… prefiero mi peinado corto y necio, si lo dejo largo como otros donceles seré muy confundido con una mujer- Sasuke lo vio con la cabeza ladeada.
 
 
-¿Y no eras una?-
 
 
-¡TEME!-
 
 
-Ya, ya, ya… no te esponjes- Dijo el otro burlándose mientras se levantaba de la cama. Naruto se terminó de vestir y arreglar.
 
 
-Teme molesto que le encanta joderme en las mañanas- Aún refunfuñando, se salió del cuarto y cerró la puerta de golpe.
 
 
Bajó, se encontró con Yamato, lo saludó, le dio sus cosas le sirvió su desayuno… esta vez fue una tarta con crema de frutas. Hasta después de dos bocados, se dio cuenta de que si no fueran por las exhaustivas clases de Gai, muy probablemente habría engordado, pero en vez de eso, a su edad pesaba menos de 50 kilogramos.
 
 
-¿Quién lo diría? El ejercicio de Gai-sensei es dietético- Rió bajo y siguió comiendo con su mayordomo a un lado, que le relataba lo que había pasado últimamente con las familia y las empresas.
 
 
-Las relaciones en América han rendido muy buenos frutos a la compañía, según escuché, en unos días Minato-san saldría para hablar con los Jhones, su esposa lo acompañará, así que por unos días tendrá la casa para usted solo-
 
 
Yamato le sonrió y Naruto se emocionó. Tal vez podría bajar a la sala y allí comer junto al fuego de la chimenea sin el temor de encontrarse a su progenitor zombi o su madrastra indeseada.
 
 -¡Eso es fantástico! ¡Podré cenar en la cocina con todos ustedes!-
 
 
-¡Siempre es usted bienvenido en nuestra cocina joven amo!- Yamato estaba alegre. Él tampoco quería a sus jefes, mucho menos a la mujer que se había apoderado de la casa donde alguna vez habitó la querida Kushina.
 
 
Cuando Naruto terminó de comer, tomó sus cosas y salió, se encontró a Sasuke recargado en un farol a unos diez metros de la casa, así que corrió para llegar con él.
 
 
-¿Qué hacías por aquí?-
 
 
-Esperando a una bella princesa y a otra persona, bueno, al menos ya encontré a la princesa- Dijo burlón Sasuke que sonrió de lado, de pronto sintió un rodillazo en el abdomen.
 
 
-¡¡CIERRA LA BOCA TEME!!-
 
 
Si alguien los hubiera visto se habría asustado y salido corriendo a pedir ayuda, pero los dos estaban solos y Sasuke únicamente se hizo unos cuantos centímetros hacia delante por el impulso de la rodilla golpeándolo en un perfecto ángulo de 90°.
 
 
-Desde que me golpeas has estado mejorando casi tanto como a alguien al que se le enseña defensa personal-
 
 
-¡¿Cómo es posible que tu piel sea tan dura?!- Se lamentaba el doncel que después de eso lo siguió pateando en diferentes partes del cuerpo aún sabiendo que todo era completamente inútil y que todo esfuerzo que le pusiera a Sasuke le resultaba igual que un toque de mariposa.
 
 
-Sabiendo que no llegaremos a nada con esto, mejor vámonos al colegio- Se enderezó y levantó su brazo, atrapando con mucha facilidad la pierna de Naruto que utilizaba para patearlo.
 
 
-¡¿Eh?! ¡¿Qué haces?, suéltame!- Se quejaba.
 
 
-Hoy amaneciste muy agresivo, ¿estás seguro que Freddy no se te apareció y por eso estás de malas?- Comenzó a avanzar con la pierna sujetada, Naruto se trató de zafar muchas veces, pero todo intento le era inútil, medio camino se la pasó saltando porque el “maldito teme” no lo soltaba.
 
 
-¡SASUKEEE, YA POR FAVOR, ME PUEDO CAER!- Lloriqueó un poco, ya se estaba cansando de saltar con sólo una pierna y no sabía si podría durar otro metro más de ese modo.
 
 
-De acuerdo- Lo liberó y se esperó a que se recompusiera y recobrara el equilibrio. Ahora Naru se paraba en la pierna hasta ése momento devuelta para menguar en dolor que había surgido en su pie saltador.
 
 
-Eres un bruto, me duele el tobillo-
 
 
-Vaya que eres exigente, si quieres de una vez te cargo-
 
 
-Ni lo sueñes… mejor sigamos, ya nos retrasamos mucho-
 
 
-Tú fuíste el que nos retrasó al ponerte a pegarme mientras estaba recargado en ése poste-
 
 
-¡Estaba molesto porque me dijiste princesa! ¡Yo soy doncel, no doncella, mucho menos princesa! ¡Odio que hagan esa comparación conmigo! …Es frustrante que te vean como un jarrón delicado y aparte de eso barato, como que si te fueras a romper y aún así no valieras nada, sólo eres débil y fácil de reemplazar-
 
 
-¿Por qué dices eso?-
 
 
-Así siempre me ven los demás empresarios, si hubiera nacido varón ellos no me joderían de ése modo-
 
 
Naruto reanudó el paso con la cabeza gacha y Sasuke lo siguió a unos pasos de distancia.
 
 
-No sabía que te sentías tan acomplejado… primero porque eres un niño abandonado, segundo porque tu madrastra te odia, tercero porque te joden en la escuela, cuarto porque eres doncel y te ven efectivamente como una flor a la cual desflorar… Admito que tienes problemas, pero créeme, alguien puede estar peor que tú…- La voz del demonio se hizo sombría con la última frase que salieron de sus blancos labios.
 
 
-¿Cómo quién?- Dijo con cansancio, de repente Sasuke se detuvo y bajó su cabeza.
 
 
-¿Sasuke?- El rubio se detuvo y miró hacia atrás, dio la vuelta y fue hasta el otro. –Sasuke…-
 
 
Hasta después de un extraño silencio Sasuke se decidió a hablar.
 
 
-…Al menos tú aún puedes cambiar tu vida… muchos no lo logran y terminan sumidos en la desesperación, completamente abandonados, incluso de sí mismos, llegando incluso a un momento en que ya ni siquiera se reconocen a sí mismos, y lo que desean con tanta fuerza… no es lo que necesitan… y aún cuando lo obtienen todo, lo que nunca obtienen es la salvación o el descanso… simplemente, el dolor, la muerte, el vacío… la tortura eterna de saber que pudiste haber elegido un camino diferente cuando tuviste la oportunidad y en tu sed de avaricia y rencor… sólo aprendes lo que es una verdadera tragedia hasta que te vuelves partícipe de ella-
 
 
El rubio cambió su expresión curiosa a una impactada, nunca se esperó escuchar tales palabras dichas por él, tratando de comprenderlo, sus ideas, sus pensamientos… sus emociones que aún sin poderse ver a os ojos o tocarse podía sentirlas, un frío que hasta escalofríos podrían sacarle. Después se relajó un poco, con ojos fijos y las manos a sus costados, pensando:
 
 
“Sasuke está muy triste… no quiero, no puedo verlo así, me duele tanto verlo de ésa manera”
 
 
Dio dos pasos más a él y con sus dos manos tomó la cabeza de su querido amigo. Se la levantó e hicieron contacto de ojos, por primera vez, los negros parecían pedir consuelo. Bajó un poco la cabeza azabache que tenía sostenida y le dio un suave beso en la frente.
 
 
-…Escuché en algún lugar que era de buena suerte recibir el beso de una mujer… espero que uno de doncel provoque el mismo resultado, y así ya no pongas una cara así… mi querido Sasuke…-
 
 
Ahora era turno del demonio de sorprenderse, incluso comenzó a sentir sus mejillas calientes, y no estaba seguro si era por las manos de Naruto o por otra cosa.
 
 
-Dobe…-
 
 
-Dí lo que quieras, al final tú serás el que terminará amándome-
 
 
Los dos sabían que sus palabras habían sido tan sólo una broma, pero eso no evitó que se sonrieran, como confidentes, como camaradas, incluso… como si lo que acabaran de establecer fuera una extraña promesa.
 
 
Sasuke se hizo hacia adelante y provocó que sus frentes se tocaran.
 
 
-Gracias… ¿Y esta vez me darás uno en los labios? Por si el de la frente no surge efecto-
 
 
Naruto puso una mano en sus labios y lo alejó de él. Seguía sonriendo, de lado.
 
 
-Te daré besos en la frente si te portas bien, pero no creo que tengas tanta suerte como para convencerme de que te bese en los labios-
 
Quitó su mano, la bajó y luego tomó la mano blanca.
 
 
-Vámonos ya-
 
 
El azabache no dijo nada, sólo siguió a Naruto hasta que llegaron a la puerta del colegio y siguieron su camino hasta el laboratorio de computación donde Lee y Hinata ya se encontraban sentados.
 
 
-¡Naruto-kun, Sasuke-kun! ¡Qué sorpresa, normalmente ustedes llegan antes!-
 
 
Hinata iba a decir algo también pero se quedó callada al verlos llegar con esa sonrisa compartida, y darse cuenta de que las manos de los dos estabas juntas y entrelazadas.
 
 
-Jejejeje… gomen yo… nos entretuvimos un poco en el camino- Naruto se rascó la nuca mientras reía nervioso, disculpándose.
 
 
-Moooo Naruto-kun, eso es raro de ti… y también de ti Sasuke-kun, pero qué bueno que por fín llegaron, ¿hicieron la tarea? Hacer unas gráficas averiguando la MEDIA poblacional de las 3 muestras-
 
 
Los dos se miraron se reojo y Naruto se zafó para poner sus manos en sus cabellos y comenzar a jalárselos con angustia.
 
 
-Nooooooooooo…. ¡no la hice!-
 
 
-¡Na-Naruto-kun, tranquilo… oye, aún falta para que el profesor llegue aún puedes hacerla!-
 
 
-¡Olvida eso Hinata-san, esa tarea era muy importante! ¡Ahora abre tu cuaderno, yo te la paso toda!-
 
 
-¡Waaaa… Leeeeee! ¡Graciaaaas!-
 
 
Luego de 15 minutos de histeria y copiado de tarea, otros alumnos llegaron junto con el profesor, y Naruto pudo relajarse. Su cuaderno contenía la tarea completa y ya no tenía de qué preocuparse. Asuma recogió sus cosas, vieron más teoría, una hora de práctica y se fueron directo a química, donde seguían con el tema de los aminoácidos.
 
 
-Recuerden que deben conocerlos para comenzar a ver las proteínas, ya que ellas están hechas de aminoácidos. Siguiendo con lo que vimos ayer, los aminoácidos de dividen en polares, no polares, neutros polares…-
 
 
Sasuke no le hacía caso, había agarrado una hoja de su cuaderno y se había puesto a dibujar, Naruto que tampoco estaba poniendo atención se asomó a verlo. Era una silla con una calavera encima, en un fondo sombrío.
 
 
-¿Qué es?- le susurró.
 
 
-Algo que espero nunca tengas que ver- Rayó el dibujo, luego arrancó la hoja, la rompió en muchos pedazos y por último la hizo una gran bola arrugada, antes de pararse para tirarla en el bote. Cuando volvió siguió tranquilo, como si todo lo que acababa de hacer fuera una especie de minuciosa eliminación de protocolo, igual que un espía que después de leer la información la quema o se la traga, si no es que la nota misma se autodestruye.
 
 
-Digamos que esto es igual que el misterio de mi “teletransportación”, los oídos mortales no deben de escucharlo jamás… Ahora Naruto, ¿qué estaba diciendo de los grupos amino?-
 
 
-¿Eh?- Cuando subió la cabeza para ver el pizarrón, se lo encontró lleno de dibujos. ¿Cuándo habían avanzado tanto?
 
 
-Naru, Naru, Naru…- Se burlaba en voz baja, entonces subió su dedo y apuntó un párrafo en específico en la página del libro que en ese momento estaban observando. Frente a ellos, Hinata y Lee tomaban apuntes. –Aquí estamos, ya no te pierdas que los exámenes se aproximan y tú no tienes ningún poder para cambiar tus calificaciones-
 
 
Naruto lo miró mal, agarró su mano y le pellizcó un dedo, pero Sasuke no se inmutaba. Cómo le molestaba que no sintiera nada…
 
 
Cuando la clase terminó fueron directo a la cafetería, el día prometía ser normal… Qué curioso. El año pasado Naruto había dado todo lo posible porque sus días “normales” de acoso y maltrato terminaran… Ahora los almuerzos se habían convertido en media hora de descanso y conversaciones idiotas pero muy divertidas.
 
 
-¿Nunca te cansas de comer sólo sopa instantánea?- Sasuke revolvía su ensalada.
 
 
-Se llama RAMEN, y no, nunca me canso- se llevó otra bola de fideos a la boca.
 
 
-¿No crees que sería mejor si comenzaras a comer algo más sano? Comer toda esa cosa llena de glutamato monosódico puede hacerte daño-
 
 
-¿Desde cuándo sabes tanto de bioquímica?-
 
 
-Desde que yo sí pongo atención en clase-
 
 
-Siii, claro, dibujar en el cuaderno a mitad de clases requiere tanta atención…-
 
 
-¿Sasuke-kun, es cierto eso?- Preguntó Hinata mientras revolvía su taza de té.
 
 
-Sí, pero tenía mi oído atento a todo por eso nunca me perdí en la clase-
 
 
-Es muy sorprendente que seas tan bueno en muchas cosas, es raro ver a alguien bueno en todo- Dijo Lee, comiendo su arroz frito.
 
 
-Mi familia alguna vez se preocupó mucho de nuestra educación, recuerdo que a temprana edad ya me ponían tutores privados, así que cuando entré a la primaria, ya sabía más que mis compañeros-
 
 
-Tienes una gran historia, Sasuke-kun… Espero que algún día nos la cuentes- Lee sonrió al mismo tiempo en que tomaba un fragmento de tamagoyaki.
 
 
-No lo sé… en realidad es muy aburrida, tanto que de sólo pensar en eso me da sueño- Se recargó en su puño y cerró los ojos como queriendo dormir.
 
 
Para cuando el descanso terminó, entraron a la clase de literatura, ésta vez Sasuke decidió no pelear más con Kakashi por tratarse de sentar junto a Naruto, y con toda la pereza del mundo se sentó junto a Lee.

Oni KokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora