Capítulo 10: El gato negro

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La alarma de su reloj lo despertó. Abrió los ojos y se estiró en su cama. Le costó un poco despertarse bien y cuando salió fue a apagar su reloj que tenía en el buró de la esquina.
 
 
Las 5:30 am, hora de despertarse.
 
 
Fue a su baño, se dio una ducha, salió, se puso su ropa, con las mangas y cuello percudidos y miró su póster gigante de Chuck Norris que tenía en su cuarto y sonrió. Ése era un nuevo día para Rock Lee.
 
 
Salió de su cuarto y fue a su cocina, que consistía en una muy pequeña estufa y una hielera, sacó un par de huevos y verduras que había picado la noche pasada. Se hizo un ligero omelett y la mitad lo puso en su caja de bento que también tenía arroz y verduras fritas. Salió a la sala, que no era más que un cuartucho con dos sofás viejos y maltratados y una mesita pequeña en medio. Fue a sentarse y comió su desayuno. En el sofá de enfrente, había una mujer con vestido entallado negro con letras serigrafiadas verticalmente en blanco con el nombre de un bar, desarreglado y algo arrugado, durmiendo.
 
 
Ella era una chica muy bella, de largos y sedosos cabellos negros como el ébano que caían despeinados por su rostro dormido. Tenía un maquillaje discreto pero que se había corrido por el efecto almohada. Y en la mesa, había un bolso barato lleno de billetes.
 
 
Ésa era la madre de Lee, que había llegado hacía un par de horas de su trabajo.
 
 
Terminó con su desayuno y dejó el plato en el fregadero, regresó y tomó una manta de un closet y la cubrió con ella. Fue por su mochila y se dirigió hasta la entrada cuando creyó escuchar una voz.
 
 
-Lee…- Él se giró, regresó y se encontró a su madre despierta. –Ven aquí hijo- Ella se sentó y con sus manos peinó un poco el cabello de su hijo que sólo se dejó consentir con las habilidosas manos de su madre. –Listo, ya puedes irte-
 
 
-Mamá, ¿cómo te fue en el trabajo?-
 
 
-Bastante bien, ¿hoy tienes clase con Gai, cierto?-
 
 
-Así es-
 
 
-Me alegro… ten- Estiró su mano hasta tocar el bolso y le dio un par de billetes.
 
 
-Pero mamá…-
 
 
-Tranquilo, es propina, mañana conseguiré más, lo importante es que te alimentes bien en la escuela para que disfrutes tu clase de educación física, yo doy mucho como para dejar a mi niño escuálido y débil- La mujer se rió de su comentario y el chico terminó contagiándose con su sonrisa.
 
 
-Te amo mamá-
 
 
-Yo también Lee, ahora vete ya, no quiero que llegues tarde-
 
 
-Hai- Le dio un rápido beso y se fue.
 
 
Lee vivía con su madre en un departamento pequeño en un edificio sucio y viejo. Tenían gas, luz y agua, eso era suficiente para ellos. Para llegar a tiempo corría poco más de un kilómetro, a él no le molestaba, incluso le gustaba.
 
 
Correr le ayudaba a pensar, a sentirse desahogado y a llegar con energía a la escuela.
 
 
Pero a veces se ponía sentimental, sabía que su madre lo amaba más que a nada, pero eso no quitaba que de repente se sintiera triste.
 
 
¿Abuelos, tíos, hermanos? Él nunca creció con nada de eso, y hasta ahora nunca los necesitó, pero muchas veces soñó con tener una familia completa, con tener un padre que por las tardes regresara del trabajo a jugar con él, a un hermano que lo acompañara al parque a practicar deportes, una madre cálida que tuviera tiempo para ayudarlo con la tarea, un tío o tía que le trajera regalos y tal vez a algún abuelo o abuela que le contara historias antes de dormir.
 
 
Su historia comenzó hace más de 17 años, cuando su madre practicaba karate en la secundaria, todo el mundo decía que tendría un brillante futuro por su carisma y su fortaleza. Hasta que lo conoció a “él”, a un estudiante de intercambio el cual enamoró a su madre con simples palabras bellas y regalos. Su madre era inocente y cayó en sus juegos, una vez sabiendo que ella estaba encandilada, su padre tuvo vil sexo cuando ella creyó que habían hecho el amor. La dejó prácticamente al día siguiente y fue tiempo después que ella se dio cuenta de que su “hombre” no era más que un maldito patán.
 
 
Decidió seguir con su vida, aún le quedaba “su futuro”.               Pero poco después comenzaron a haber extraños cambios en su cuerpo, al inicio parecían problemas estomacales, luego enfermedades, la llevaron a un médico y éste le dijo que se encontraba embarazada.
 
 
De repente toda la gente que juraba “quererla” le dieron la espalda. Ella entendió que era muy mal visto en la familia perder la virginidad antes del matrimonio, ahora quedar embarazada era una deshonra.
 
 
Sola, fue con su ex pareja y le habló sobre su estado porque aunque le molestara, era su hijo también. Pero él la despreció y le dijo que abortara. Ella no quería hacerlo, quería tenerlo y ser madre, se lo dijo sin miedo o vergüenza sólo para avisarle de su decisión, él se puso fúrico y la atacó. Al inicio ella recibió algunos golpes pero recuperó la compostura y lo golpeó hasta romperle una mano y dejarlo inconsciente en el piso de un callejón.
 
 
Su familia le había dado la espada y el padre era un cobarde, se fue de casa y con algo de dinero se consiguió su propio lugar dónde vivir.
 
 
Los cambios nunca son fáciles, abandonó la escuela, sus sueños, su futuro… todo para proteger y darle una buena vida a su hijo quien nunca tuvo la culpa de nada, los verdaderos culpables habían sido ella y el padre quienes nunca se cuidaron hasta que fue tarde.
 
 
Consiguió empleo en una tienda de autoservicio en las mañanas donde ganaba lo suficiente para comer y por la noche atendía haciendo llamadas telefónicas. Todo estaba bien hasta que nació Lee y ella no podía dejarlo en una guardería, debía trabajar y sus jefes no le permitían traerlo al trabajo. Meses después la despidieron y tuvo que buscar en otros lugares.
 
 
Los primeros años de lucha fueron los más difíciles, al menos hasta que él entró a la primaria pública y ella pudo volver a trabajar por toda la mañana, sólo debía de llevarlo y recogerlo, además de hacerle de comer, ayudarle con la tarea que no entendía, darle su beso de las buenas noches…
 
 
Irónicamente, todas sus carencias hicieron de Lee un chico fuerte, emprendedor y muy independiente, todo para ayudar a su madre.
 
 
Ella le enseñó a cocinar y le enseñó lo valioso que era el tiempo y disfrutar de las cosas, pero sobretodo, esforzarse al máximo, nunca rendirse y trabajar hasta que sus brazos y piernas se terminaran cayendo.
 
 
La filosofía de su madre se grabó en su mente y alma, por eso él se esforzaba tanto en la escuela, lo suficiente como para ser el mejor de todos, en todo lo que se pudiera y un día, sacar a su madre y a él de la pobreza. Así fue cómo consiguió la beca completa a la secundaria y un pase directo (al menos mientras siguiera allí) a la Universidad de la Hoja.
 
Pero en su vida no siempre fue esfuerzo y éxito, amaba a su madre como a ninguna cosa en el mundo y estar entre tantas familias “felices” lo deprimía. Los niños iban en automóviles de ida y vuelta de la escuela, sus dos padres los iban a ver y nunca tenían problemas monetarios, incluso contaban mucho que uno de sus abuelos les traía o compraba cosas. Y muchas veces recibió insultos por ello, “niño no querido” era uno de los más crueles.
 
 
Hasta ése tiempo comenzó a pensar en su propia familia, pero su madre nunca hablaba de ellos, era fiel creyente de que solos estaban mejor, que aún las adversidades eran mucho mejor que la hipocresía que se vivió en familias como la suya.
 
 
Nunca supo nada de sus abuelos, y si de casualidad un día se los topara, no sabría bien cómo reaccionar, él era alguien que no luchaba a menos de que fuera con un enfoque deportista, las riñas lo molestaban, las discusiones le hacían daño, y si de repente viera a sus abuelos no tenía idea si ir a verlos con emoción, ignorarlos o incluso comenzar un pleito y gritarles lo mal padres que habían llegado a ser.
 
 
Fuera de eso, él estaba muy ocupado estudiando para su futuro, debía ser el mejor para conseguir el mejor empleo y ganar mucho dinero. Así que cuando supo que le daban una beca completa en el Colegio por poco y se desmaya.
 
 
Su madre siempre deseó ir a la universidad y ahora él tenía la oportunidad de ir, a la Universidad de la Hoja (si es que terminaba la secundaria), de las más prestigiosas a nivel mundial… Ahora mismo ella está más que orgullosa y trabaja el doble o triple para darle lo mejor, sin importarle cuánto deba trabajar, desmañanarse, desvelarse, no comer y descuidarse por el bien de Lee.
 
 
Pensar en eso siempre lo entristecía, incluso un par de veces lo habían hecho llorar mientras corría.
 
 
¿Qué hubiera ocurrido si no hubiera nacido? Tal vez su madre en estos momentos ya habría terminado su carrera y ahora mismo estaría entrenando para las próximas olimpiadas. Tal vez incluso todo el mundo viviría más felíz de lo que ahora son sin su existencia.
 
 
Cuando se encontró en la entrada de la escuela, lo que hizo fue limpiarse un par de lágrimas que se le habían salido por pensar en eso. Respiró el aire combinado con las pantas del instituto y entró. Ya no había tiempo para estar deprimido.
 
 
Pasó por los pasillos y en el camino se encontró a un pelirrojo con ojos delineados.
 
 
-Lee-san…-
 
 
-Gaara-kun…-
 
 
-Te ves cansado-
 
 
-Ehh, ¿en serio? Jeje, no es nada-
 
 
Sabaku Gaara, un compañero de tercer año, alguna vez se hicieron amigos en la primaria, poco antes de que su padre se hiciera rico y lo cambiara de escuela, verlo ahora en la secundaria los había sorprendido y alegrado, ya que Gaara fue de los pocos primeros amigos que tuvo, lo único malo es que tenían poco tiempo para verse ya que ambos siempre estaban atareados con alguna cosa e iban en grados diferentes.
 
 
-Debes cuidarte más, si te enfermas tu madre estaría muy preocupada-
 
 
Lee miró hacia abajo triste.
 
 
-Ya sé…-
 
 
-Entonces no pongas esa cara, si tienes algún problema sólo debes pedir ayuda-
 
 
-Está bien, lo siento por preocuparte-
 
 
El joven pelirrojo de cabello algo alborotado, ojos verdes jade claro y delineados suspiró mientras negaba la cabeza, no era muy alto, pero tampoco muy bajo, era de su misma estatura y él era un doncel un tanto intimidante, como muchos rumoraban además de que hasta ahora Gaara no había tenido novio nunca. Él pensaba que siendo como él era estaba bien, mientras fuera él mismo, si a un varón no le agradaba aquello se lo perdía.
 
 
-Ya no importa, ve a clases, puede que luego nos veamos- Se hizo a un lado y siguió su camino hasta su clase.
 
 
Él en cambio siguió su camino hasta su salón y se encontró con Hinata ya en su lugar.
 
 
-Lee-kun… hola-
 
 
-Hinata-san, buenos días… ¿Naruto-kun y Sasuke-kun aún no llegan?-
 
 
-No, espero que no lleguen muy tarde-
 
 
Se fue a sentar detrás de ella y siguieron platicando de algunas cosas mientras el tiempo pasaba, el salón comenzó a llenarse y el profesor llegó.
 
 
Geografía pasó y ni Naruto ni Sasuke aparecieron, eso los extrañó bastante, fueron a las canchas, pero la pareja tampoco apareció. Incluso Gai preguntó por ellos.
 
 
Después del riguroso calentamiento ésta vez jugaron baloncesto, como Sasuke no asistió, todo el mundo pedía a Lee como jugador, y eso deprimió un poco al chico, que hubiera querido dar lo máximo contra su compañero-rival de los deportes, tampoco estaba Naruto para animarlos.
 
 
Extrañaba al rubio doncel, recordaba haberlo conocido desde el primer día. Él mismo fue a saludarlo y darle la bienvenida con una sonrisa sincera, nacida sólo porque quería hacerlo, era un chico muy amable y eso podía verlo en sus ojos.
 
 
Al principio se sorprendió mucho de saber que el rubio fuera de familia rica, que tuviera todo lo que deseara, que tenía un padre fuerte, empresario y su madre fuera una modelo reconocida internacionalmente, cuando él lo corrigió. Él casi nunca tenía lo que quería, siempre pedía poco y sus deseos reales nunca se le concedían, su padre hacía mucho tiempo que no le hacía caso y la modelo no era su madre, era su madrastra. Le dijo que su madre había muerto en un extraño accidente y desde ése día su padre no había vuelto a ser el mismo, se la pasaban ignorándolo o criticando sus gustos, como que el ramen no era sano y engordaba, que era un inútil, que nunca conseguiría marido…
 
 
Hasta ése punto, Lee pudo sentir empatía por los ricos, por los nacidos “afortunados” y realmente apreciar lo maravillosa que era su vida únicamente con su madre.
 
 
Algunas semanas después, también conoció a Hinata, de la que también supo que era despreciada en su familia por ser sensible física y emocionalmente, que aún siendo la hija mayor nunca podría dirigir y que su existencia como la primogénita era casi una vergüenza.
 
 
Si no hubiera sido por sus amigos, ¿qué hubiera sido de su estado emocional? ¿Habría terminado envidiando y codiciando lo que otros tenían? Era mejor nunca saberlo.
 
 
Cuando la clase terminó, Gai le pidió hablar antes de que se fuera a las duchas.
 
 
-Lee… eres el mejor alumno que he tenido alguna vez, me has hecho el maestro más orgulloso de todos- El profesor lagrimeaba cómicamente, pero a Lee se le comenzó a contagiar el sentimiento que su sensei le transmitía. – Quiero pedirte un favor, que le digas a tus padres que el lunes de la próxima semana, vengan a mi oficina porque debo de darles un anuncio… ¿Lee recuerdas los torneos estatales de atletismo que se celebran dos veces al año?-
 
 
-¡Por supuesto, usted siempre habla de ellos por estas fechas!- Estaba intrigado, ¿qué anuncio iba a darle?
 
 
-Pues bien Lee… quiero hablar con tus padres para ver si ellos te permitirían participar en el próximo torneo-
 
 
Los ojos del chico se hicieron enormes y su pupila se contrajo.
 
 
-Eso significa que…-
 
 
-Así es Lee… pienso que estás más que listo… tienes la fuerza, tienes la agilidad… pero sobretodo… tienes el espíritu….-
 
 
El pelinegro por poco se suelta a llorar allí mismo. –Sensei…-
 
-Ya Lee… mejor ve a ducharte… ¡y quiero ver a tus padres a las 9 am del lunes!-
 
 
-¡Hai, Gai-sensei!- Lee salió corriendo, sacó sus cosas, se metió al baño y se encerró en la ducha donde se bañó y después fue corriendo con su amiga Hinata que ya lo estaba esperando.
 
 
-Lee-kun, te tomaste más en el baño-
 
 
-¡Hinata-san, Gai-sensei me dio una grandiosa noticia! ¡Dice que pedirá permiso para llevarme al torneo de atletismo regional!-
 
 
-¡¿E-en serio?! ¡Lee-kun, eso es maravilloso, felicidades!-
 
 
-¡Siiii!-
 
 
Fueron a comer algo y a tomar jugo, llegarían temprano a clase de Artes.
 
 
La clase se realizó afuera en los jardines, como la primavera se acercaba, el colegio pensaba hacer un pequeño festival cultural y decorar la escuela. Sacaron carteles en blanco, pinceles, pintura y otras cosas. Los grupos pequeños se hicieron uno para hacer cada pancarta, lona y decoración. Lee y Hinata estaban en uno, en su mayoría, donceles y chicas, que escribían lo más grande que se pudiera y algunos cuántos dibujos de flores.
 
 
-¿No creen que el clima cada vez está mejorando más? Adoro la primavera, hay tantas flores y no hace tanto calor como en verano- Decía Hinata que gozaba pintar en los jardines y sentir el suave viento acariciando su rostro y su cabello, además de que cuando respiraba sentía que inhalaba más oxígeno que dentro del salón.
 
 
Lee le dio la razón, aunque a él le parecían mejores los climas extremosos para así entrenar mejor. Pero la primavera representaba la época del renacimiento para él, los campos antes blancos se cubrirían de flores y otros colores.
 
 
Frente a ellos, Shino seguía haciendo dibujos de hojas, ramas y algunos insectos, ya había hecho mariposas, pero pensaba que los escarabajos y las orugas eran igual de bellas y se merecían un espacio en tales pancartas.
 
 
-No es de mi agrado hacer pensar a la gente en obligaciones cuando se está disfrutando al aire libre pero… he pensado acerca de nuestra tarea de literatura, y he pensado que armemos un grupo semanal en el que leamos todos juntos el libro y tal vez acabemos antes de todos y tengamos la posibilidad de escoger una escena que mejor nos acomode-
 
 
-A mí me parece buena idea, tal vez haya posibilidad de hacer la lectura más fluida y que todos logremos entenderla- Dijo Hinata.
 
 
-Personalmente yo desde ayer llegando a mi casa lo comencé a leer, en estos momentos me encuentro en el capítulo 3… debo admitir que es una trama muy interesante y creo que disfrutaremos de ella-
 
 
-Sugoi, en ése caso yo debo ponerme al corriente, pero, ¿dónde nos podríamos reunir para la lectura en grupo? Mi casa es demasiado pequeña y no creo que tenga suficientes lugares para sentarse todos cómodamente- Lee miró a su amiga Hinata.
 
 
-Lo siento, pero ahora mi casa no sería una buena opción, hay reunión familiar, todos los padres de familia irán y no creo que sea un ambiente agradable-
 
 
-Conmigo no ocurre aquello pero… debido a ciertos… incidentes, no creo que esté presentable a invitados-
 
 
Shino escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón luego de terminar con los dibujos de muchos pequeños “animalejos” y Hinata puso un dedo en su barbilla pensando.
 
 
-Tal vez debería hablarle a Naruto-kun, para saber cómo está, podría ser bueno que lo visitáramos y además podríamos leer todos juntos con él, ahora que recuerdo que sus padres iban a salir-
 
 
-Tuvo una idea bastante buena, Hinata-san- Dijo Shino.
 
 
-¡Sí, seguramente si vamos, Naruto-kun se alegrará de tenernos a su lado para animarlo!- Gritó Lee.
 
 
-Bien, en el descanso iremos a la cafetería y lo llamaré- La chica mostró su celular y Lee sonrió cómplice.
 
 
A unos cuantos metros, una chicas estaban teniendo problemas con su propia lona, los dibujos que hacían no les salían como a ellas les gustaría, y no sabían qué podrían ponerles. De repente, de entre unos arbustos un gato negro salió de la nada, tiró una cubeta de pintura, se embarró las patas y luego comenzó a correr sobre la lona mientras las chicas gritaban asustadas. Finalmente el gato salió corriendo otra vez hacia unos arbustos dejando también el piso manchado con sus patitas.
 
 
-¿Eh? ¡Oigan, miren!- Dijo una de ellas señalando la lona. -¡Se ve mucho mejor así!-
 
 
Las otras chicas miraron el desastre pero resultó ser que el camino que el gato había dejado, y los manchones que habían salpicado, le dieron un toque bastante… artístico, y las chicas más que satisfechas siguieron el rastro de patitas y gritaron un gran “GRACIAS”.
 
 
-No sabía que teníamos animales en la escuela- dijo Hinata.
 
 
-Debió ser un gato callejero, o perdido... pero el dibujo que terminó haciendo es bastante bonito- dijo Lee señalando.
 
 
-Qué curioso que las patas de un animal les pueda dar tan buen toque… tal vez debería buscar algunos insectos que nos ayuden- susurró Shino para él mismo.
 
 
Una vez terminados la mayoría de los carteles, Zabuza les permitió irse a comer algo, Lee pudo ir a comprar su curry favorito, Hinata unos onigiris y Shino compró una ensalada.
 
 
Ya una vez reunidos en la mesa, Hinata sacó su propio móvil que tenía pequeñas piedras de colores brillantes haciendo figuras de corazones y osos, marcó rápidamente un número y esperó a que su rubio amigo contestara.
 
 
-¿Naruto-kun? ¡Hola! Aquí estamos en la cafetería con Shino-kun, verás, Shino-kun nos propuso la idea de reunirnos todos en una casa y comenzar a leer el libro para que así ninguno se retrase, lo único malo es que en ninguna de nuestras casa se puede, ¿tú cómo estás? ¡¿Enfermo?! ¡¿Qué pasó?! …¿Ésa voz que oí fue de Sasuke-kun? O, comprendo… ¿y ahora cómo te sientes? …Me alegro, ¿entonces sí nos permitirías usar por hoy tu casa? ¡Qué bueno! Entonces iremos al finalizar las clases, dile a Sasuke-kun que te siga cuidando…. Hasta luego a ti también Sasuke-kun-
 
Cerró su celular y le sonrió a todos.
 
 
-Naruto-kun nos permite usar su casa, resulta que se sentía mal pero que ya se mejoró y que Sasuke-kun lo estaba cuidando-
 
 
-Eso explica por qué los dos nunca vinieron, bueno, cuando vayamos por ellos les prestaré mis apuntes de lo que vimos hoy-
 
 
-Eres muy amable Lee-kun-
 
 
-Tú sabes que Naruto-kun lo vale, siempre nos ayuda a nosotros cuando puede-
 
 
-Tienes razón-
 
 
El descanso terminó y volvieron al jardín, tomaron sus pancartas ya con la pintura seca y las fueron a guardar, habían hecho muchas y todas se veían bastante bien.
 
 
En la bodega se encontraban los demás cuadros, dibujos y manualidades que habían hecho en todo el curso, incluso estaban ahí los diferentes trabajos de Sasuke que había hecho hasta ahora, los cuáles siempre tenían algo de lúgubre, que personalmente a Haku le encantaba, los de Naruto, al inicio muchos eran felices pero distantes, como si todo lo viera a través de una ventana lejana, y los últimos que había hecho, incluso uno que también parecía lúgubre, eran más cercanos, como si con sólo estirar la mano se pudiera alcanzar, había uno muy interesante de un zorro acostado en el piso y encima de él un cuervo que reposaba en la rama de un árbol cercano al pequeño zorro, Haku decía que esos dos personajes eran Naruto y Sasuke, reflejando su amistad, en un sitio en el cual sólo ellos dos podían entrar y estar juntos. Y por último dijo que, al ser Naruto un doncel, y Sasuke un varón, que no le sorprendería si un día los dos quisieran estar juntos como pareja, porque como Sasuke influyó en sus trabajos, Naruto también lo hizo con el azabache.
 
 
Sasuke había hecho con estambres de colores, un complejo Ying/Yang, donde uno era oscuro con una figura de una persona adentro en rojo, y el otro era claro con otra persona también adentro en azul, y ahí reflejaba la dualidad oscura y tétrica de Sasuke, con la tranquilidad y la calidez de Naruto.
 
 
Todos salieron del lugar, ya libres de responsabilidades y caminaron cuesta arriba hacia la casa de Naruto, tocaron la gran puerta de su mansión y el mismo rubio les abrió con una gran sonrisa, luego les explicó que Yamato había salido a recoger un encargo en un lugar no muy lejano pero que ya se había tardado un par de horas.
 
 
Todos entraron y observaron la mansión y de improvisto, Sasuke apareció entre ellos con su sonrisa ladeada.
 
 
-Hola-
 
 
-Hola….-
 
 
-Hola Sasuke-kun…-
 
 
-Buenas tardes-
 
 
Dijeron Lee, Hinata y Shino respectivamente.
 
 
-¿Ne, qué tal si vamos a la sala? Es espaciosa y ahora que ni Minato ni ella están, podemos usarla sin tener que esperar un regaño- dijo el rubio sonriendo enormemente.
 
 
-¿Minato y ella?- Susurró Shino y Hinata le susurró en el oído.
 
 
-Son el padre de Naru y su madrastra, no tienen una buena relación, por eso los llama así-
 
 
Shino giró un poco su cabeza para ver a Hinata de reojo.
 
 
Llegaron a la sala, era espaciosa, tenía muchos sofás y muebles de aspecto caro. Cada uno tomó un cojín y la mayoría se sentó sobre una alfombra grande haciendo un círculo entre los cinco.
 
 
-Por cierto, Naruto-kun, ¿qué te pasó?- Hinata le preguntó al rubio que se sentaba con dificultad, además de que ahora que se daba cuenta, el rubio había estado caminando extraño, como si cojeara.
 
 
-Ehhhh… pues…- El chico se sonrojó de repente, recordó que hasta hace poco él y Sasuke se habían encontrado en su cama, desnudos luego de haber tenido “sexo mañanero” y uno rápido en la ducha, poco antes de que llamaran a su móvil y le dijeran que querían ir a verlo. ¿Qué iba a decir? No tenía nada planeado para ése momento.
 
 
-Se enfermó del estómago, ayer comenzó a sentirse muy mal y lo acompañé a casa, por eso nunca llegamos a la última clase, y en la mañana le dio diarrea, simplemente no podía abandonarlo-
 
 
-¡¿QUÉ?! ¡TEME POR QUÉ…. Andas contando los problemas de la gente!- Estuvo a punto de auto descubrirse, pero le siguió el juego a Sasuke. Lástima que ahora tuviera que ver la cara de impresión de sus otros amigos luego de recibir tanta “información”.
 
 
-La diarrea es terrible, qué bueno que ya no tengas nada Naruto-kun-
 
 
Lee fue el primero en comentar, se había sorprendido mucho al saber que su ojiazul compañero había tenido ésa clase de enfermedades vergonzosas.
 
 
-A-al menos ya estás bien- Secundó Hinata.
 
 
-¿No habrá sido por un parásito? ¿De esos que se alojan en cavidades?- Dijo seco Shino, y Naruto empalideció al pensar en un gusano adherido a su intestino succionando sangre.
 
 
Antes de que algo más pasara, Yamato llegó y fue a la sala, encontrándose a los jóvenes. Él ya conocía a Lee y a Hinata, pero había dos chicos que nunca en su vida había visto.
 
 
-¿Hola?-
 
 
-¡Yamato, al fín volviste! Ellos son mis compañeros del colegio, Shino…- Señaló al castaño de lentes.- ¡Y él es Sasuke! Estamos reunidos para comenzar con la tarea de Literatura… y yo ya me encuentro bien-
 
 
Shino levantó una de sus manos en forma de saludo, Sasuke en cambio hizo una sonrisa prepotente y rodeó de la cintura a Naruto.
 
 
-Todo un honor conocerlo- dijo en tono no muy honesto, más bien, sólo por decirlo.
 
 
La forma en cómo Sasuke se tomaba tales libertades con Naruto y cómo el rubio lo permitía, le provocaron un tic en uno de sus párpados. ¡Por favor, que alguien le dijera que ése tipo no era del que su joven amo estaba encantado!
 
 
-Ya veo… ¿quieren que les sirva algo?- Dijo tenso, notándolo Naruto.
 
 
-Ehhh, por ahora no, muchas gracias Yamato-
 
 
El hombre se retiró con una sonrisa dura y todos siguieron con lo suyo.
 
 
-Creo que a Yamato no le agrado- le susurró Sasuke.
 
 
-Claro que sí, él es muy amable con todos… tal vez fue otra cosa- le contestó el rubio una vez que el adulto se retiró.
 
 
De pronto otro ruido metálico se escuchó y una mujer castaña acompañada de un chico joven, también de cabello castaño, entraron.
 
 
-¡Yahoo! Al fín de regreso- el chico era un doncel delgado pero bien proporcionado, tenía filosos incisivos y aspecto salvaje. En ése momento, Naruto se levantó corriendo para ir a recibirlos.
 
 
-Tsume-san… ¡Oh, por kami, Kiba-chan!-
 
 
-¡Naru-chan, cuánto tiempo!-
 
 
Los dos se abrazaron con fuerza, luego se tomaron de las manos y comenzaron a hablar en la entrada de la puerta.
 
 
Inuzuka Kiba era el hijo menor de Inuzuka Tsume, una viuda que trabajaba de cocinera en la casa Namikaze, una mujer de apariencia dura y desaliñada, pero que hacía muy buena comida. Trabajaba para pagar la universidad de su hija mayor Hana, que estaba en la carrera de veterinaria en una universidad en Hokkaido. Kiba, su hijo menor, aún cursaba secundaria al igual que Naruto, y hasta los 7 años vivió en esa misma casa, donde conoció a Naruto y se hicieron amigos, pero debido a algunos eventos se fue a vivir con su hermana.
 
 
-¡¿Y ahora qué?!-
 
 
-¡Vine para quedarme! ¡Otra vez! Aunque iré a una secundaria pública, ¡pero no importa, ahora podremos volver a estar juntos!-
 
 
Los demás chicos se asomaron a ver qué pasaba y se encontraron la alegre escena, y cuando el castaño se dio cuenta de que otras personas lo estaban observando, volteó a verlos.
 
 
-¿Y bien Naru-chan, no nos presentarás?-
 
 
-¡Claro! ¡Chicos, él es Inuzuka Kiba, era mi amigo de la infancia hasta que se mudó a Hokkaido! Ellos son Sasuke, Lee, Hinata y Shino-
 
 
Luego de nombrar a cada uno, el otro doncel levantó su mano a modo de saludo.
 
 
-¡Hola!-
 
 
Una vez que Yamato llegó para darles la bienvenida y se llevó las maletas con ropa que los dos traían junto con la señora Tsume, Naruto invitó a Kiba a la sala, tomó un cojín y Kiba se sentó también.
 
 
-¿Y de qué hablaban?-
 
 
-Íbamos a leer Entrevista con el Vampiro, que es una tarea nuestra-
 
 
-¡¿Entrevista con el Vampiro?! ¡¿De Anne Rice?! ¡Ése yo ya me lo leí todito!- se señaló con el pulgar.
 
 
-¿En serio? Creí que esta clase de literatura era para grados intermedios o avanzados de secundaria- dijo Shino luego de acomodarse las gafas.
 
 
-Así es, pero mi hermana se lo había comprado y yo lo leía con ella, me gustó tanto que ya me leí Lestat el Vampiro y la Reina de los Condenados, espero comprarme pronto El Ladrón de Cuerpos, pero cuando tenga dinero que por ahora estoy corto- dijo sonriente. –Ne, Shino ¿tú ya comenzaste a leérlo? ¿Hasta ahora qué te parece?-
 
 
El chico castaño era muy alegre y además con sólo haberlo escuchado una vez recordó su nombre y su rostro (más de la mitad cubierto).
 
 
-Debo decir que hasta ahora, me ha interesado, es muy descriptivo y fácilmente puedo sentirme parte del paisaje que describe-
 
 
-Nueva Orleans debe ser muy genial, con tanta gente, vegetación, animales e insectos… ¡A mí me gustan las orugas, los escarabajos y algunas arañas, mientras sean pequeñas y no venenosas, aunque alguna vez conocí a un compañero que tenía una tarántula de mascota y era muy agradable-
 
 
Muchos se sorprendieron con la forma tan fácil de socializar que el doncel tenía, pero a Shino le impresionó más que le gustaran muchos insectos, no como a la mayoría que siempre les tenían repudio.
 
 
-Es una lástima no haberlo conocido hasta ahora, se ve que usted tiene muchas cosas interesantes qué contar-
 
 
-¡Oh, no es para tanto! Además creo que tenemos la misma edad, así que no me hables de usted, aún no estoy tan viejo- Y el castaño comenzó a reírse de su propio chiste y sin saberlo, también contagió a Shino con esa misma alegría.
 
 
-…¿No que íbamos a leer?- Susurró el rubio una vez que vio a Shino “robarse” a su recién llegado amigo.
 
 
-No sé tú, pero yo estoy más entretenido viendo esto- Sasuke sonrió recargando su cabeza entre sus manos, como si el encuentro de Kiba y Shino fuera muy interesante.
 
 
El rubio volteó a verlo y luego miró al par que seguían hablando, hizo lo mismo que el azabache y se recargó sobre su hombro, a ver cuándo empezarían con la tarea.

Oni KokoroWhere stories live. Discover now