Parte 5

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No sé si estoy furiosa, triste, decepcionada o angustiada. Ni siquiera estoy segura de que fue lo que pasó o por qué pasó. Lo único que sé es que necesito escribir esto.

Aún no era muy tarde, pero estaba cansada y por eso me acosté temprano. Pero en algún momento desperté y lo primero que escuche fue a Cayden, me alegré y quise correr, aunque estaba en pijama, como sea, creo que la pijama es mejor que el camisón.

No entendí lo que decía, pero después escuché la voz de papá y me di cuenta de que aquello no era nada bueno. Soy curiosa, no sé cómo evitarlo. Por eso salí de la alcoba y entonces lo escuché. Cayden trataba de no gritar, mientras papá intentaba permanecer en calma.

En ese momento sentí que estaba en un... una de esas cosas que mamá me explico, que es cuando sientes como que ya soñaste algo. Así me sentí, aún me siento así.

—¡Por qué no me dijiste antes!

—Cayden; eres mi hijo, lo que menos deseo es hacerte daño.

—Es que, de verdad no lo entiendo. ¡Te he hablado tantas veces de ella!, ¡Carajo!, ¡Es que no podías al menos tratar de explicármelo! —camine despacito, ellos estaban en la estancia de papá.

—No tengo más argumento que ese. ¿Qué quieres que te diga?, ¿Que todo este tiempo he preferido que seas feliz, al menos con su recuerdo?, ¿Qué al final, entendí que para mí, mi hijo es aún más importante que ella?

—Aún la amo papá...

—Lo sé... —Cayden había comenzado a llorar—. Te juro que lo sé...

Sentí un nudo en el estomago. Por un instante me alegré de saber que Cayden estaba enamorado, pero luego al escuchar la forma en que lloraba, quise abrazarlo, aunque aún ni siquiera se percataban de que yo estaba ahí.

—Aún así. Debiste decirme —papá intento abrazarlo, pero con un manoteo se lo impidió.

—Nunca pensé que algún día lo sabrías.

—¡Eres un maldito desgraciado!, ¡Jamás te perdonaré que me hayas hecho esto!, ¡Si estoy aquí, es por ella y nada más!, ¡Te odio!

—¡Cayden!, ¡Basta! —con los puños cerrados y los ojos llenos de lágrimas, no me di cuenta del momento no que grite, aunque pude percibir el silencio que continuó—. No le hables así a papá.

—Yuli; es que...

—¡No!, ¡Cállate Cayden! Es papá. No es justo que le hables así —me seque los ojos, caminé hasta donde estaba y me recargue en él, apretando su camisa en mis puños—. Es nuestro papá —llore, las lágrimas salían sin detenerse y ni siquiera estoy segura de cómo hice para hablar a pesar del nudo en mi garganta.

—Yuli; aún eres pequeña para entender —me hablaba con ternura.

—Julieta, cariño, ve a la cama —no le escuché.

—No, papá —levante la vista cuando sentí que mi hermano intentaba que le mirará—. Es qué, no puedes odiarlo. ¿Acaso nunca has visto la tristeza en su mirada? Solo tienes que verlo. Solo tienes que darte cuenta de cuánto ha sufrido. Tal vez no lo vez porque has estado toda la vida con él pero yo no —lo solté solo para limpiarme la cara y la nariz, creo que de algún modo, en ese momento me controle un poco.

—Él nunca ha sido el mejor padre.

—¿Qué importa? —solloce—. Es mi papá, es nuestro papá. Es el único que tenemos y a pesar de sus errores, nos ama. Yo lo amo y no tienes idea cuánto tiempo he esperado para conocerlo. Tú lo has tenido desde que eras solo un niño, mientras que a mí me enseñaron que un hombre muerto era mi padre.

JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora