Parte 3

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Hoy conocí a una mujer que a pesar de ser mayor, es hermosa; su nombre es Eleonor Baker y papá dijo que es mi abuela; nunca había tenido más abuela que la hermana María, pues según mamá la Señorita Pony murió poco antes de que llegáramos al hogar que tiene su nombre. Ella es muy elegante y refinada, me sentí torpe a comparación suya, pero fue dulce, amable y me dio un regalo que aún no abro.

Papá la llevo en el auto, para conocerme y solo pudimos charlar durante ese lapso, mientras íbamos a dejarla a un teatro diferente; entonces supe que ella también es actriz.

Tan solo bajo del auto, seguimos hacía el zoológico, tal como me había prometido.

—Papá; el tío Albert te manda sus saludos —dije, al subir al asiento en que antes estuvo la abuela.

—¿Te regañó?

—No —me encogí de hombros—. Pero me sorprendió saber que te conocía.

—Dile que también le envío mis saludos —aunque tenía curiosidad, no dijo nada sobre cómo se habían conocido y yo tampoco quise preguntarle—. Cuéntame algo sobre tu madre.

—Sobre mamá; déjame pensar... —me sorprendió con su petición—. No sé qué decir —era la verdad—. Ella siempre hace lo mismo. Ayuda a la hermana María con el cuidado de los chicos, es raro que salga del Hogar y todas las tardes va y se sienta bajo el padre árbol. Bueno, menos durante el invierno.

El suspiro sin apartar la vista del camino, pero creo que entristeció.

—¿Nada más?

—A veces llora por las noches, junto a la ventana —apreté los labios, me dolía lo que estaba por confesar—. A veces la escucho y me volteó dándole la espalda, fingiendo que sigo dormida. No sé lo que le atormenta, pero hace tiempo entendí que es mejor no interrumpirle, aunque me duela verla así.

Voltee a verle y supe que debía buscar la manera de alegrar el momento.

—Me está enseñando sobre enfermería —agregue con voz alegre—. También me enseñó a lanzar la cuerda.

—Ella siempre fue una especialista en eso.

—Sí. Una Tarzán con pecas; ¿No? —recordé que me lo había contado ayer.

Llegamos al zoológico y aunque me pareció lindo, también lo sentí infantil, después de convivir con tantos animales en casa, aquello no me parecía divertido. Papá se dio cuenta en seguida que aquello no me llamaba mucho la atención y entonces sugirió que podíamos hacer un día de campo. ¡Eso fue sensacional!

Se nos pasó el día jugando y me divertí mucho. Lamentablemente ese día termino muy rápido y tuve que despedirme de él, aunque me prometió que mañana actuará como sí solo fuera para mí.

También le pregunté sobre Karen Kleiss y me confesó que es la mamá de Cayden. ¡Debe ser genial tener a dos actores como padres! Debió haber sido genial crecer acompañado de ambos.

Habría sido genial que yo también hubiera crecido con papá y mamá a mi lado.

Siento que esta visita, aunque ha sido corta, ha sido especial. Las horas al lado de papá se me pasaron como si solo hubieran sido unos minutos y cuando me despedí, no pude sino volver a llorar.

Me abrazo y me arrullo. Le hice prometer que me escribiría cada vez que pudiera y al ver su rostro preocupado, se me ocurrió que podía usar otro nombre.

Me llevo a casa y volvió a abrazarme, antes de irse al teatro. Estoy segura de que también lloró al despedirse de mí.

En casa, Tío Albert me esperaba en la puerta y también me abrazo al verme llorar. La única forma en que detuvo mis lágrimas fue prometiéndome que, sí mis próximas vacaciones coinciden con un viaje de negocios a Nueva York, me volverá a traer.

JulietaWhere stories live. Discover now