Me detengo junto a Leo, me mira y me percato de que sus ojos están un poco rojos, trato de retener el nudo en mi garganta, pero me es imposible sostenerlo. Me abraza y es cuando me derrumbo.

—Lo siento, Jace —susurra dando unas pequeñas palmadas en mi espalda.

—Yo no quiero que me deje —sollozo sin poder evitarlo.

—No hay nada más que hacer, solo dejarla descansar. —Ken se une a nosotros. También tiene los ojos rojos.

—Gracias —susurro.

Me acerco a Daph, que está abrazando a Karl, está sollozando y no deja de mirar el ataúd hasta que estoy a su lado.

—Hola —murmura la chica, deja a su novio y me abraza.

—Hola.

—¿Cómo te sientes? —pregunta con la mirada fija en sus manos.

—Me duele el pecho, me siento horrible, acabado, incompleto, infeliz, triste, enojado. Tengo tantas emociones

—Me siento igual, no pude hacer nada por mi mejor amiga y eso me enoja mucho, estaba a tan solo dos minutos de llegar para poder verla y tocar su mano, solo a dos. Las dos íbamos a ir a Nueva York —solloza caminando y acurrucada contra mi pecho para llorar. Abrazo su cuerpo y la consuelo todo lo que puedo. Tan solo unos minutos en silencio la hacen calmarse y se separa de mí limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.

—Siento mucho que no la pudieras ver.

Alza los hombros y aprieta los labios.

—No me queda más que el recuerdo. ¿Ya te has despedido de ella?

Niego.

—Eso es lo que quiero hacer

—Anda, mejor ahora que nunca.

Ojalá me hubiera dicho lo mismo hace unos días.

Me separo de ella y camino a paso lento entre las sillas hasta llegar al ataúd donde está ella. Comienzo a llorar silenciosamente cuando la veo, con los ojos cerrados, lista para irse y ser libre.

—Disfruta de tu tranquilidad

Saco la carta del bolsillo y la escondo para que nadie la tome. Donde quiera que ella esté la leerá.

—Tomen asiento por favor —pide el señor Hans por el micrófono.

Me separo de ella y tomo asiento en la segunda fila, mis amigos vienen a mi lado y se sientan.

—Estamos todos aquí reunidos para darle una buena despedida a mi princesa, nuestra Charlie. Mi niña alegre, entusiasta y creativa se fue de nuestro lado para pasar a una mejor vida. No saben lo mal que me siento al saber que el día que nos dio un regalo a mí y a mi familia lo hacía como acto de despedida. Cuando lo comprendí no paré de llorar y abrazar el cuadro que ella había pintado. A su alrededor pueden ver algunas de sus obras que tenía en su habitación. Uno de sus sueños siempre fue que apreciaran su arte, y obviamente se lo cumpliremos. No la olvidaré nunca, mi niña me dejó y eso nunca lo voy a superar, siempre estará en mi corazón, siempre —Su voz se corta y toma una bocanada de aire—. ¿Mary, quieres hablar? —le pregunta. La madre de Charlie hace una seña dando a entender que no va a poder hacerlo.

—¿Jace? —me llama. Me levanto y camino hasta él, lo abrazo y después tomo el micrófono.

Me tomo un segundo para poder retomar las fuerzas y hablar.

—Que les puedo decir, tengo tantos recuerdos de Charlie La conocí en secundaria, éramos buenos amigos hasta que se separó de nosotros, y realmente nunca entendimos el porqué. Después pasamos a preparatoria y estos últimos días comenzamos a retomar nuestra amistad, llegamos a creer que volveríamos a ser los cinco, pero al final quedamos nuevamente solo cuatro —Respiro y continúo hablando —Me enamoré de ella, nunca pensé que llegaría tan lejos, pero aun así lo hice. La ayudé, la apoyé y la hice feliz cuando lo necesitaba, sin dudarlo un segundo. La noticia me tiene roto. ¿Tienen idea de lo que es perder al amor de tu vida? Es horrible y no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Un día antes de todo, yo recibí una pintura como mis otros amigos creyendo que era un regalo, no una despedida; también dijo que tenía miedo, pero nunca creí que sería por esto —Hago una pausa—. Me arrepiento tanto de no haberme quedado con ella Dijo que me amaría hasta el último de sus días, y así fue. Y yo también le hice una promesa, le dije que la amaría por toda la eternidad, y así va a ser. —Trato de que mi voz suene bien—. Nunca le dije lo que sentía formalmente, y planeaba hacerlo este fin de semana, pero pero me gustaría decirle antes de que sea aún más tarde que es el amor de mi vida, la chica de mis sueños, la dueña de mi corazón y de todo mi ser. Te voy a amar siempre. Gracias por hacerme el chico más feliz, Charl. —La voz se me corta al final y no puedo evitar llorar. Ya no puedo hablar más.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now