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CHARLIE

Ahora mismo Jace y yo nos encontramos frente a la puerta de su casa esperando a que alguien nos abra, porque sí, ha vuelto a perder su llave. Estamos aquí porque él me ha invitado a una cena con sus padres y, sin pensarlo, he aceptado. Con tal de no estar en ninguna de mis casas, porque la realidad es que ya no sé dónde me siento bien, aunque si tuviera que elegir me iría con mi padre. La noche del baile al entrar a mi casa estaba esperándome, me dijo que me veía muy linda y hubiera deseado no estar enojado por la tarde. También dijo que lo perdonara porque no era su culpa que yo me tomara a mal sus comentarios, lo cual me confundió un poco. Pero finalmente he entendido que tiene razón, no es su culpa que me tome las cosas de manera tan personal, estoy segura de que él no quiso ignorarme de aquella mala forma

Al final le perdoné, ha insistido en dejarme claro que, de mis padres, él siempre será el héroe, y yo siempre seré su princesa. También me ha prometido que será la última vez que me ignora por un enojo. Me ha explicado que me ha ignorado para protegerse de las palabras que podría decirme al estar enfado, y que necesitaba un tiempo para respirar entre todo ese caos. Porque él me quiere.

—¿Todo bien? —pregunta Jace, volteando a verme.

Creo que he desconectado durante un segundo al pensar en todo lo que me ha dicho mi papá.

—Sí, solo estaba pensando en cosas tontas. ¿Por qué sigues perdiendo tus llaves?

—No sé, son pequeñitas. La que acabo de perder me la han dado hoy por la mañana; mi mamá me va a matar. —Y como por ensalmo, la puerta se abre y aparece la señora Grey con una sonrisita—. Mamá yo no sé cómo pasó

—Hablamos más tarde, Jace Grey —sentencia sin quitar su sonrisa, me mira e inmediatamente sonríe mostrando los dientes—. Bienvenida Charlie, no sabes lo feliz que estoy de que vayas a cenar con nosotros. He preparado la cena más deliciosa de toda mi vida, y también pastel de chocolate porque Jace me dijo que te encantó.

—Charlie, es bueno verte de nuevo, he disfrutado de ser su chófer. —Estrecha mi mano aquel hombre de cabello castaño y facciones marcadas al que se parece tanto su hijo.

—Muy buenas noches, señor Grey, también es bueno verlo a usted de nuevo.

—Tenemos hambre, comencemos la cena —dice Jace interrumpiendo los saludos.

Los cuatro nos dirigimos al comedor principal, donde ya está toda la comida sobre la mesa, incluyendo ese delicioso pastel de chocolate.

—¿Cómo ha ido tu vida? —pregunta la señora Grey una vez que nos sentamos. Los señores Grey se han situado a mi derecha y nosotros a mi izquierda, frente a ellos. Parecemos los protagonistas de una foto de revista en la que todo aparenta ser ideal, pero en la perfecta familia Grey todo es real. Qué ganas tengo de quedarme para siempre aquí.

Me gustaría decirle la verdad, que mi vida es un completo caos, mis padres pelean cada vez que se ven hasta en fotografía, tengo ansiedad, tengo ataques de pánico, no me va muy bien en las clases desde hace un tiempo aunque me esfuerzo, estoy triste la mayoría del día, etc. Pero realmente no me gusta hablar sobre estos temas con la gente porque no me apetece que me tengan lástima, él único que lo sabe todo es Jace.

—De maravilla —miento con una sonrisa ganándome una mirada de Jace, la cual ignoro.

—Me alegra que así sea. Estamos muy emocionados de que hayas venido, mi esposa lleva todo el día horneado y cocinando, y yo he estado buscando fotos de cómo arreglar una mesa para una cena —dice esta vez el señor Grey.

—En lo que más me he esmerado ha sido en el pastel.

—A todos nos encantan tus pasteles, mamá.

Ella sonríe y me mira.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora