12.

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CHARLIE

Hoy es el día. Hoy es el gran partido de americano. En cuanto cruzo la puerta de la escuela, los colores oficiales del equipo me rodean: en cada una de las prendas de todos los alumnos, además en globos, pintura en la cara, carteles, serpentinas. Todo el mundo va con un jersey del equipo. Todos menos yo. No porque no quiera hacerlo, es solo que no tengo ninguno.

—Hola, Charlie —me saluda Daphne con una sonrisa. Ella, al igual que todos, lleva su rostro pintado, y con mucha más razón porque es animadora. Viste un jersey de su novio encima de su uniforme de porrista, además lleva una coleta alta con rizos y un gran moño. Algo muy clásico, pero lindo a la vez.

—Hola, Daphne.

—¿Y tu jersey? —pregunta, amable.

—No tengo.

Alza ambas cejas con sorpresa.

—¿De verdad? ¿Ninguno? ¿Ni el del año pasado?

—Ninguno —susurro.

—Pues no te preocupes, lo vamos a solucionar en un tris.

—¿Cómo?

—Sabes cómo —Toma mi mano y me lleva con toda la confianza entre la gente—. Lo mejor de este día es que solo tenemos dos horas de clases, el resto son libres para ver el entrenamiento de los chicos.

Los partidos importantes siempre enloquecen a la escuela y dan un ambiente de felicidad. Los años anteriores yo tomaba utilizaba esas clases libres para ir al taller de Arte o leer algún libro, pero este año creo que será diferente. Ahora sí tengo a alguien que me interesa ver.

Jace Grey me dará un show. Lo ha prometido.

Entramos al salón y todos me miran como si fuera una inadaptada por no llevar un jersey. Todos llevan uno, hasta los maestros. Me siento, ignorando las miradas desaprobatorias de la gente. Al menos me he puesto una blusa negra de manga larga para estar a tono. Daphne se sienta a mi lado como si nunca hubiera dejado de hacerlo.

—Jace —se gira y lo llama—, Charlie no tiene un jersey, ¿alguna sugerencia?

—No es necesario.

—Sí lo es. No te preocupes, tengo uno extra en mi casillero del vestuario ¿Quieres usarlo?

—Solo si tú quieres que lo use —contesto jugando con mis dedos.

—Oh, Charlie —comienza a hablar Leo—. Lleva toda la mañana diciendo que ojalá llevaras uno de sus...

No termina su frase, ya que Jace le cubre la boca con una mano. Lo mira con desaprobación y se dirige a mí con una sonrisa.

—Cuando termine la clase, vamos y te lo doy para que así

—Jace puede — trata de decir de nuevo Leo, pero Jace le pone la otra mano para reforzar la barrera.

—Para que así puedas tener uno para el partido.

Le doy las gracias con una sonrisa. Pasan las dos primeras horas, Español y Cálculo y, después de toda la tortura, por fin nos dejan libres para poder ir al estadio y ver el famoso entrenamiento. Parecemos una colonia de hormigas yendo a visitar a su reina, casi es imposible caminar entre tanta gente. Por suerte Jace me va abriendo camino entre la multitud.

— ¿Te gusta el color azul marino? Porque de ese color es el jersey. Por cierto, lleva mi nombre y número, espero no te moleste.

—Sí me gusta, no te preocupes —respondo.

En realidad, no me molesta para nada llevar su apellido.

Después de unos minutos tratando de llegar a los vestuarios, lo logramos. Aquí están todos los jugadores del equipo, me siento nerviosa con todas sus miradas puestas sobre mí, pero no son coquetas, son de sorpresa.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora