—Princesa —me saluda con una sonrisa—. Chico.

¿Chico?

—Hola, papá.

—Hola, señor Hans —contesta Jace.

—Todo irá con tranquilidad, ¿sí? No te angusties tanto, recuerda que los buenos siempre ganan. No olvides todo lo que ha hecho tu madre —me dice papá.

Jace se remueve incómodo, pero no dice nada.

—Bueno, me voy. Te quiero Charlie, yo siempre te voy a querer, no lo olvides. —Mi padre se despide y va a su lugar para conversar con su abogado.

—¿Por qué está tan incómodo? —Miro a Jace.

—Es que no puedo dejar de pensar que tu pa

—Hola, Charlie. —Julian nos interrumpe. Lo miro con una leve sonrisa amable, pues no quiero que mi papá me vea sonreír mucho a Julian y me vuelva a ignorar, menos cuando estamos a nada de vivir juntos.

—Hola, Julian, él es Jace, es el chico de San Valentín y el baile. —Ambos estrechan sus manos con una sonrisa amable.

—Mucho gusto —le dice a Jace, pero luego me mira a mí—. Supe que tu madre tú volvieron a pelear Solo quiero decirte que está estresada. No justifico todo lo que te haya podido decir, de verdad. Estoy tratando de que no sucedan esas cosas. He hablado con ella y realmente quiere cambiar, pero le es difícil

—Prométeme que todo será limpio, sin trampas —suplico con la mirada; él sonríe un poco y asiente.

—Hasta donde yo sé, lo será. Nos vemos luego. Un gusto conocerte, Jace —se despide y toma asiento junto a mi madre.

—Parece buena persona.

—Sí, aún no sé cómo mi madre logró enamorarlo. Es un doctor de alma noble con muchas ganas de ser padre

—Me cae bien. ¿A ti lo suficiente como para aceptarlo?

Voy a decir algo a Jace, pero en ese momento entra el juez a la sala, haciéndonos callar a todos. Es un hombre de aspecto joven, pero con un algunas canas, y bien peinado, tiene anteojos de armazón y luce una sonrisa amable. Logra relajarme un poco. Parece buena persona.

—Buenas tardes, soy el juez familiar Jasper Timothy y hoy yo voy a llevar el caso de Mike Hans Duncan y Mary Dillar Harries, los cuales están aquí presentando sus argumentos para quedarse la custodia completa de la menor Charlie Hans Dillar, de diecisiete años, también presente en la sala.

Tengo miedo.

—Comenzamos con la señora Dillar. —Da un golpe con el mazo de madera en el soporte y se inicia el juicio.

El abogado de mi madre se pone en pie y empieza a hablar.

—Muy buenas tardes, soy Abis, abogado familiar y vengo en representación de mi clienta. Señor juez, la chica vive con mi clienta, y tiene una vida excelente: la deja en la escuela y va por ella al terminar sus actividades, está presente durante las comidas, ellas salen a divertirse durante los días libres de mi clienta, realmente son muy felices. Y mi clienta merece ser parte del crecimiento de su hija porque es la madre biológica.

Jace da un ligero apretón a mi mano mientras pone atención a todo lo que se menciona.

Mentiras y más mentiras recorriendo los oídos del juez, engañándolo con discursos falsos. No entiendo qué gana. Estoy segura de que ella viviría mejor si yo no estuviera

—Mintió —murmuro refiriéndome a Julian. No resultó tan bueno.

El abogado de mi madre termina de hablar y con una sonrisa hipócrita se da la vuelta para sentarse al lado de mi madre. El juez le concede la palabra al abogado de mi papá, que comienza a hablar con tranquilidad.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora