8-UVB 76

242 26 0
                                    

07:19 pm 2 de junio de 2018 

Rusakovo, Koriak, Rusia

—Parece que no somos los únicos sobrevivientes en el lugar—comentó Ricardo.

—Creo que ya se fueron. Deberíamos quedarnos un rato más, solo para asegurarnos—propuse asomándome por una pequeña rendija.

En ese momento, traté de recordar lo que había pasado. Sin embargo, todos mis recuerdos estaban borrosos. Solo recuerdo que nos seguían unos encapuchados y un sujeto con aspecto de loco, era totalmente pálido, tenía los ojos de un extraño color amarillo y sus ojos estaban hundidos en su cara. Sin embargo, tenía algo bastante notable, una espesa barba de color rojo sangre. También pude darme cuenta de que no estaban muy cuerdos y que no venían a negociar con nosotros.

—Viejo, ¿estás mejor? —me preguntó Robert preocupado.

—Sí, aunque no recuerdo nada de lo que pasó minutos antes de desmayarme.

—Estábamos caminando y te desplomaste —agregó Ricardo.

—Luego me empezaron a seguir esos sujetos y terminamos aquí —concluyó Fran mientras se sentaba en el suelo.

—¿Y de dónde salieron esos chiflados?

Fran nos contó todo lo que vio con muchos detalles. Todos clavamos los ojos en él mientras contaba como asesinaban al niño y a la que parecía ser su madre. Al terminar su historia, Fran se levantó y salió del cuarto en silencio. Al parecer, esa escena lo traumó de por vida y no lo culpo por eso. Robert se disculpó y fue a hablar con él mientras todos nos mirábamos en silencio. Finalmente, JDM rompió el silencio.

—Tenemos que acabar con esos salvajes.

—Te apoyo, pero son más personas y tienen más armas —dudó Ricardo.

—Esto me está preocupando. Nunca había visto gente tan bestial —admití.

—Ya nos vieron, es muy probable que nos dejen partir así como así —aclaró JDM.

—Debemos pensar bien nuestros movimientos, no sabemos qué tan lejos puedan llegar esos sujetos —explicó Ricardo.

—Creo que deberíamos descansar, ha sido un muy largo día —propuse—. De hecho, deberíamos ir a explorar el sitio.

—Te acompaño, nunca se sabe lo que pueda haber en ese pasillo —se ofreció JDM.

—Yo me quedaré aquí, no tarden mucho —indicó Ricardo.  

José y yo tomamos nuestras armas, y comenzamos a caminar hacia el oscuro pasillo que estaba detrás de nosotros. Abrí mi bolso, y saqué una lamparita de gasolina, tomé 2 piedras y traté de hacer chispas, hasta que, finalmente, encendió el combustible. La tomé por el asa y comencé a caminar mientras que mi compañero me cubría las espaldas. 

Avanzamos por el largo pasillo mientras la tenue y macabra luz de mi lámpara creaba sombras en las esquinas del lugar. No le di importancia a mi imaginación y seguimos caminando. De repente, escuché como el piso crujía a unos metros, definitivamente, no estábamos solos.

Saqué mi Desert Eagle de mi pernera y la sostuve con mi mano libre mientras le hacía una seña a JDM para que hiciera silencio. Volví a escuchar los el crujido pero esta vez más cerca de nosotros. En ese momento, vi un pequeño punto luminoso moviéndose a unos metros. Me agaché y dejé la lamparita en el suelo, le hice una seña a José para que se quedara en su posición y comencé a caminar agachado. Me acerqué poco a poco y levanté mi pistola.

El Elemento de la Destrucción (En reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora