18-Llanto desconsolado

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04:47 pm 9 de junio de 2018

Rusakovo, Koriak, Rusia

A duras penas logro abrir los ojos, me duele todo el cuerpo. Lentamente mi visión deja de ser borrosa, hasta que al fin logro enfocarla en un punto fijo. Observo mis alrededores un poco desconcertado, varias cajas aplastadas bajo mi peso me dificultan el movimiento, pero logro ponerme de pie. Estoy en un lugar gigantesco, el piso y las paredes se encuentran recubiertos de cerámica blanca, el techo, que parece ser de un vidrio bastante grueso, está a unos siete metros de altura, aunque desde aquí puedo ver el agujero que dejó Robert al atravesarlo. A lo largo de las paredes hay varias estanterías metálicas llenas de cajas selladas y extraños artefactos que no puedo reconocer.

Me muevo con dificultad hacia lo que parece ser una salida, se trata de un enorme túnel al fondo del pasillo, el cual está iluminado por unos potentes focos ubicados en el techo. Todo luce bastante tranquilo, tanto que incluso parece irreal. De repente, escucho varios pasos que vienen en mi dirección y, con sigilo, intento ocultarme detrás de una estantería. Desenfundo mi cuchillo de combate y me mantengo en cuclillas para evitar que noten mi presencia. Al cabo de unos veinte segundos, veo cómo la silueta de Fran empieza a acercarse, e inmediatamente me reincorporo.

—Demonios, Fran, me asustaste.

—Lo siento, venía a ver si ya habías despertado —se rascó la nuca—. Estábamos persiguiendo a José, pero es muy escurridizo y lo perdimos de vista. 

—¿Dejaron que se quedara rondando por allí? ¿Acaso olvidan que ese tipo intentó matarme?—le reclamé.

—Te equivocas, de alguna manera pudo subir por la abertura del techo. La cámara de seguridad lo captó, además de que Ricardo lo vio con sus propios ojos. Seguiremos la cacería en otro momento, no te preocupes por eso —dijo en tono conciliador—. Por ahora hay que recuperarnos, ¿te rompiste algo en la caída?

—Solo son rasguños y uno que otro golpe. Las cajas absorbieron la mayor parte del impacto. ¿Qué hay de Robert?

—Su cuerpo está bastante dañado, aunque temo aún más por su salud mental. Hace un rato despertó sobresaltado, gritándome todo tipo de cosas y tuvimos que colocarle una gran dosis de calmantes —una sonrisa agridulce se plasmó en su rostro—. Cada día está peor, a este paso lo perderemos por completo.

—No lo creo, Robert es un tipo fuerte —le di una palmada en el hombro—. Estará de vuelta antes de que te des cuenta.


04:53 pm 9 de junio de 2018

Rusakovo, Koriak, Rusia  

—Así que tú eres Bastian —el doctor estrechó mi mano. Se trataba de un hombre alto y delgado con facciones rústicas. Vestía una impecable bata de doctor, que contrastaba con su largo cabello desaliñado—. Debo admitir que las cámaras te hacen ver más alto —agregó intentando romper el hielo, pero mi mirada le hizo entender que no estaba de humor para chistes y volvió a su expresión seria—. Me presento, soy Denis Argounova, virólogo, neurocirujano y hacker del gobierno ruso. 

—Eso contesta muchas de mis preguntas, aunque iré al grano: vinimos por algo en específico y sabes muy bien de lo que hablo —lo miré a los ojos e hice una breve pausa—. ¿Qué hay de la cura? Dijiste que ya la estabas desarrollando.  

—Así es, se trata de una muy larga historia...

—Tenemos tiempo de sobra —intervino Fran, quien había permanecido en absoluto silencio durante toda la conversación.

El Elemento de la Destrucción (En reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora