17-Dante

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01:35 p12 de junio de 2018 

Rusakovo, Koriak, Rusia 

Tras varios días inconsciente, Robert despertó con la mitad del cuerpo vendado y cubierto de sudor frío. Se hallaba en una especie de sala de operaciones, sus dos brazos estaban fuertemente atados a la camilla y, en uno de ellos se encontraba una aguja intravenosa conectada a una bolsa de suero. El lugar olía a desinfectante, sangre seca y óxido, una extraña combinación que resultaba muy interesante para su olfato.

—Creí que no despertarías, compañero —dijo una voz a su lado derecho.

Inmediatamente la reconoció, se trataba de uno de sus mejores amigos desde la infancia: Dante. Un chico de su edad, que vestía con una oxidada armadura de caballero medieval. No obstante, esta no siempre había estado oxidada, anteriormente era de un color gris azulado brillante. Solo lo vio quitarse el yelmo un par de veces, aunque jamás el suficiente tiempo para detallar su rostro. Dante solía ser muy amigable y siempre absolutamente siempre tenía la razón. Él le advirtió a Robert que algo malo ocurriría en el mundo, también le dijo que debía aprender a defenderse por sí solo, e incluso acertó al decirle que Fran fue reemplazado por un clon. 

—¿Dónde estamos?—inquirió Robert, sin obtener ninguna respuesta.

—¡Robert! ¡Estás bien! —exclamó su hermano, acercándose a la camilla.

—No te dejes engañar, es un maldito clon —dijo Dante, señalándolo—. No dejes que te toque, podrían reemplazarte como hicieron con él.

—¡Aléjate, maldito impostor! —rugió Robert aterrado, a la vez que recogía las piernas en su camilla.

—Soy yo, Fran, tu hermano menor.

—¡No lo escuches! ¡Es parte de su estrategia! —refutó Dante—. Libérate y mátalo.

—Pero, ¿y si es mi hermano? No quiero lastimarlo.

—¿Con quién hablas? —Fran se giró en todas las direcciones sin poder ver a nadie.

—¿Alguna vez no he tenido razón? —insistió el caballero.

—Robert, me estás asustando, ¿qué te pasa?

—Él me dice que te mate —titubeó—. ¡No lo haré! ¡Es mi hermano, maldita sea!

—¿Todo en orden? —inquirió Bastian, entrando a la habitación.

—¡Dile que se vaya! ¡Ya no lo soporto! —suplicó Robert, retorciéndose en la camilla ante la mirada de sus compañeros—. ¡Déjame en paz, Dante!

—Como quieras —este asintió y comenzó a desvanecerse con lentitud.


02:06 p12 de junio de 2018

Rusakovo, Koriak, Rusia 

—¿Qué están haciendo? ¡Déjenme en paz! —rugió Robert, agitándose en la camilla.  

El Elemento de la Destrucción (En reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora