1-Oxidada salvación

682 30 3
                                    

Hace cinco años aproximadamente que el destino de la humanidad dio su giro más significativo. En ese entonces la vida transcurría con absoluta normalidad —incluso podría decirse que rozando lo aburrido—, pero de la noche a la mañana, eso cambió para siempre. 

Dentro de una instalación ubicada en Kenia, se experimentaba con un virus extremadamente letal y contagioso, algo que llamó la atención de Estados Unidos; y tras algunas negociaciones, los africanos aceptaron compartir los resultados a cambio de una cuantiosa suma de dinero. Todo era perfecto, pero las tragedias ocurren.

Uno de los científicos se infectó de forma desconocida, y luego de terminar su jornada laboral en el laboratorio, salió al mundo exterior sin siquiera imaginarse lo que iba a causar. 

Al cabo de varias horas murió en circunstancias desconocidas y fue trasladado a la morgue, de donde escapó para cobrarse sus primeras víctimas: una pareja que tuvo la mala fortuna de ir paseando por esa calle a esa hora. 

El infectado se abalanzó sobre la mujer e intentó devorar su rostro, pero fue intervenido casi de inmediato por su novio, que recibió mordidas profundas en ambos brazos. Aquel alboroto hizo que la policía terminara apareciendo, y que tras varias advertencias, se vieran obligados a usar la fuerza letal.

Sin embargo, ahora la pareja estaba infectada, y de manera inconsciente, ambos colaboraron expandiendo el alcance la enfermedad. Aunque nunca lo supieron, puesto que el hombre falleció esa misma noche y ella al día siguiente. 

Al poco tiempo, Kenia se había convertido en un completo infierno. Varios gobiernos, viendo aquella crisis sin precedentes, enviaron ayuda humanitaria. Entre ellos, Estados Unidos, Rusia y Venezuela. 

El ejército americano fue el primero en llegar y luchó con todas sus fuerzas para brindarle apoyo a las autoridades locales, pero era imposible contener a un grupo de enemigos que les sacaba varios miles de ventaja. Eventualmente no tuvieron más opción que emprender la retirada y huyeron a la costa, donde los demás países los rescataron. 

Ese fue el inicio del final, y permitió que el virus se esparciera por el mundo, incluyendo mi país, Venezuela. 

Vi cosas inimaginables, e hice otras de las que no me siento orgulloso. A menudo despierto sudando frío en el medio de la noche mientras que los recuerdos de lo vivido amenazan con destruir la escasa cordura que queda en mí. 


Cinco años antes, Área 51

X 77 asestó otro gancho contra mi quijada, lo que bastó para que las piernas me dejaran de responder y me desplomara a punto de perder el conocimiento. Aterrado ante la posibilidad de quedar a merced del clon, traté de reincorporarme, pero el esfuerzo hizo que mi vista se oscureciera por unos instantes que parecieron eternos. 

Cuando finalmente recuperé la capacidad de enfocar la mirada en lo que tenía ante mí, observé a JDM tendido y ensangrentado, al mismo tiempo que su oponente le conectaba una lluvia de puños en el rostro.

Entonces, en un intento por salvarnos de aquella paliza, Keeper salió de su escondite y mordió a X 77 en el brazo. Este, visiblemente molesto, rodeó el cuello del perro con ambas manos y le dio un giro de casi 360 grados, matándolo en el acto. 

A partir de allí, el autocontrol que me quedaba se esfumó. Mis dedos rodearon un trozo de vidrio que había pasado desapercibido en el suelo hasta ese momento, me puse de pie, y aprovechando que mi oponente estaba de espaldas, lo apuñalé en la nuca. 

El clon se giró sorprendido, intentando retirar el objeto, a lo que mi compañero hizo acopio de la energía que le restaba para conectar una patada en el punto exacto donde se encontraba el vidrio. 

El Elemento de la Destrucción (En reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora