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La menor soltó un bostezo, levantándose de el cómodo futón, algo adormilada miro como la puerta de su habitación era abierta, dejando ver a una señora de alta edad, bajita.
—Buenas tardes hija, el doctor acabo de revisarte mientras descansabas, me dijo que no tenías heridas graves, un poco de reposo para tu garganta debería servir. —explicó la mujer, mirando a la menor con una sonrisa.
—Ya veo, gracias. —dijo, acomodando su cabello que cubría su rostro.
Su ubicación era la de una casa del Blason de Glicerinas, una familia que se dedicaba a cuidar y ofrecer su techo a los cazadores de demonios que lo necesitarán, sin querer algo a cambio.
—¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo? —preguntó.
La pelinegra sonrió y negó con la mano.
—Estoy bien, gracias por su preocupación.
Antes de poder seguir con su conversación la puerta fue abierta nuevamente, siendo ahora el que entre Giyū.
—¿Te encuentras mejor? —preguntó mientras cerraba la puerta, y se acercaba a ambas mujeres.
—Físicamente, creo que si. —respondió con una risa la de orbes cafés.
—Creo que debería dejarlos solos, no sería educado de mi parte interrumpir a una pareja. —acotó la anciana, riendo un poco mientras se levantaba con cuidado.
Los ojos de la chica se pusieron en blanco, la mitad de su rostro se puso pálido, negando con una mueca repetidas veces.
—N-no es nada de eso... somos pareja, pero pareja de compañeros... de trabajo más que nada. —explicó la cazadora con un tono azulado en su rostro.
—Ella es mi compañera de viaje, es algo importante para mi, ya que llevamos meses viajando juntos, pero aún no somos una "pareja". —acotó el Pilar con su expresión seria, mirando a la señora con el dedo alzado.
La mueca de la menor se hizo más notoria cuando escucho la explicación confusa del pelinegro, suspiro y trato de quitarle importancia, la abuela solo rio y asintió, haciendo una pequeña reverencia para luego retirarse.
—Me tenías algo preocupado, dormiste por un día entero y no dabas muchas señales de despertar. —habló primero el ojiazul.
—Umph, perdón, creo que no tenía ganas de despertar. Además, Giyū, ¿Soy solamente tú Tsugoku?... O Aprendiz, o no sé... —añadió la menor medio confundida, tratando de aclarar algunas cosas que carcomían su mente.
—Solo estoy mostrándote lo que sé, cuando termine de enseñarte todo ya dependerá de ti el como manejes mis consejos y enseñanzas, deberás modificarlas, adaptándolas de una manera en la que favorezca a tu cuerpo.
—No me refería a eso, ¿Cuándo acabemos de entrenar iremos por caminos separados?
—Es lo más probable, aunque seguiríamos encontrándonos en misiones.
