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—¡Me siento como una persona totalmente nueva ahora que acabamos de entrenar en la Finca Mariposa, Tomioka! —exclamó la cazadora algo eufórica.
—Eso está bien, mejoraste algo desde que te conocí. —añadió él con esa frialdad que lo caracterizaba, aunque la pelinegra comenzaba a acostumbrarse poco a poco.
Un cuervo volaba fervientemente por los cielos, bajo hasta colocarse frente a la menor, por lo que había dicho cuando se conocieron este se llamaba Uenoyama, el pájaro se posó en el brazo que había alzado _____.
—¡¡Misión!! ¡¡MISIÓN!!
Ambos esperaron a que terminara de hablar, y al parecer la misión trataba de una sospecha sobre un demonio de las Doce Lunas Demoníacas, según los rumores de los pueblerinos claro.
—¡Esta es mi oportunidad de empezar a entrenarme para matar a esa maldita Luna Superior! —gritó la chica con ilusión en sus ojos.
Giyū la miro de reojo, luego volvió a mirar al frente— Te acompañaré.
Ella se sorprendió y asintió con una sonrisa— ¡Obviamente! ¡Serás de mucha ayuda Tomioka!
El ojiazul solo apartó más la mirada, dejando un poco confundida a la cazadora.
¿Estará preocupado por mi? —pensó primero, luego negó con la cabeza divertida— Seguro solo le importa la misión —reiteró para si misma.
Continuaron caminando pero ahora hacía el lugar de la misión, que no estaba muy lejos.
—Oye Tomioka... llevamos ya algunos meses juntos y me preguntaba si... ¿Podría llamarte por tu nombre? —preguntó la de orbes cafés nerviosa por alguna razón, jugaba con sus manos torpemente mientras miraba a otra parte, eludiendo la mirada del más alto.
—Esta bien. —dijo ladeando un poco su cabeza el de haori con dos patrones distintos.
— ¡Bien! Giyū-kun esforcémonos al máximo ¿Si? —las delicadas manos de la joven se posaron en su pecho en forma de puño con una mirada de determinación.
Él dejó de caminar cosa que hizo que su compañera también dejará de hacerlo. Tomioka volteó y un tenue rojo teñía sus mejillas.
Un sonrojo.
¡Un sonrojo en su cara por algo que dije! ¡En estos meses que lo conocí nunca había cambiado tanto su expresión facial! —pensó tratando de controlar su emoción.
—Ah... ¿Solo Giyū quizás? —preguntó acariciando su cabello.
Ambos cazadores se sonrojaron por la vergüenza, desviando sus miradas a distintas direcciones. Giyū sujetó el brazo de la chica para empezar a caminar más rápido que antes, impidiéndole ver más su rostro.
Los ojos de la menor solo veían su espalda, sus hombros eran anchos, además de que era alto, sin hablar de su cabello oscuro atado en una coleta, parecía estar mejor cuidado que el suyo.
