34.- El espíritu de la luna

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—Gracias.— El alivio volvió a su cuerpo de inmediato. Ya tenían una base con la que trabajar—. ¿Los has examinado ya?

—Pues empecé por remover la ropa a uno de ellos, justo iba a empezar a diseccionar.

—¿Y viste algunas marcas? ¿Tatuajes o símbolos?

—Si, efectivamente. El primer vampiro que iba a examinar tenía marcas en el pecho en forma circular. Fueron hechas en su piel con un cuchillo a mi parecer.

—¡Aurea tenía razón! —exclamó fuerte sin querer. Y en realidad no debería alegrarse por eso. La confirmación de las marcas era una noticia horrenda.

—¿En qué exactamente? —preguntó Zack cauteloso, incluso arqueó una ceja.

—En las marcas, que es magia de las sombras.

—Son solo eso, Abish. Marcas hechas con cuchillos. Eso no cambia absolutamente nada. Siguen siendo vampiros, no significa que unos cuantos cortes causen un cambio en real en la biología y comportamiento natural de estas criaturas.— Quien acabó seria y cruzándose de brazos fue ella.

—¿En serio? ¿Todo bien contigo?

—No te entiendo.

—Entonces solo finges que crees en la magia cuando Aurea está presente para no molestarla, pero cuando se va haces como que no pasa nada y lo olvidas.

—No se trata de eso, Abish. Yo sé que la ciencia es real, lo he visto. Lo he comprobado. Lo otro...

—Lo otro también es real. Y no me mires con esa cara, porque yo pensaba igual que tú. Las cosas que he experimentado me impiden pensar como antes, Zack. Lo siento, pero tienes que aceptarlo. Tu ciencia es real, no lo niego. Pero la magia también.— Él se mantuvo en silencio. Entendía que en serio todo eso fuera difícil para él, Zack había pasado la vida despotricando contra la magia. Si, claro, ese rechazo era hasta natural. Y tenía que superarlo de una vez o no llegarían a ningún lado.

—¿Quieres venir conmigo a ver el cuerpo? Quizá podamos encontrar otra cosa interesante — evadió el problema. Ni siquiera le respondió, ni prometió cambiar, ni nada. Quizá él aún no lo sabía, pero en ese aspecto se parecía bastante a Aurea.

—Si, claro. Andando.— Estaba cansada, no quería discutir más. Ya luego se las arreglaría con Zack, cuando no tuviera tantas cosas en la cabeza a punto de estallar.

Caminaron en silencio hacia el laboratorio. La única que estaba ahí, con guantes puestos y bisturí en la mano, era Sam. La chica parecía hasta entusiasmada por empezar, y para estar parejos, Abish también fue a ponerse unos guantes, una bata y llevó mascarillas para los tres. Pasaron hacia un ambiente distinto, uno cerrado donde en una camilla esperaba el cuerpo del vampiro listo para ser diseccionado.

—Me dediqué a tomar fotos de la evidencia, doc —informó Sam justo antes de empezar.

—¿Y por qué hiciste eso? —preguntó Zack al tiempo que se ponía la mascarilla.

—Nuestro líder pasó por aquí hace un rato y me pidió fotografías. Las enviarán a las brujas, supongo.

—Si, claro. Desde luego —dijo este con evidente fastidio. Abish solo tenía que encargarse de conseguir copias para Aurea. Al menos tenían dos cuerpos más ahí que la bruja podría revisar—. En fin, empecemos.— Al decir esto, tomó el borde de la tela que cubría al vampiro.

Se trataba de un espécimen de clase D común. Piel muy blanca y seca, uñas largas, dientes grandes y afilados que sobresalían fuera de su boca y cabello escaso. Un monstruo básicamente. Y si, en su pecho se formaban los símbolos marcados en la piel. No tenía idea de qué podían decir, pero se parecían mucho a los que vio en las fotos que trajeron de Albion. Tendría que comparar para estar segura, pero considerando la información que recibieron de Wolfgang no creía que hubiera mucho que hacer.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Where stories live. Discover now