51.- Amenaza

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La sospecha de que algo sucio ocultaba la tuvo desde que Marr insinuó que Constance odiaba a Aurea

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La sospecha de que algo sucio ocultaba la tuvo desde que Marr insinuó que Constance odiaba a Aurea. Y sí, mandó a seguirla con mucho cuidado. Kazimir no informó nada irregular, no hasta ese día.

Constance hacía sus actividades de siempre. De la casa a la escuela, de la escuela a reunirse con algunas hermanas de aquelarre. A veces a la sede principal de las Briathar, a veces con las dirigentes brujas. Nada que levantara sospechas a ojos de cualquiera. Pero Ethel sabía que no podía confiarse, y que no había en Etrica una mentalista tan intuitiva como Marr. Si había algo sospechoso, lo sabría. La directora podía ser sigilosa, pero siempre podría equivocarse. Algo que él esperaba impaciente.

Tal vez el error de la bruja fue precipitarse, o dejarse ver. Ya luego lo averiguaría, pero el error llegó y él tenía que actuar. La luna en creciente aumentaba el poder de las brujas, en especial de las mentalistas. Una época ideal para hacer algún tipo de ritual al aire libre, en especial cerca al lago. Que Constance pareciera de pronto interesada en realizar compras con mucho secretismo para un ritual fue la primera sospecha. Porque si fuera un ritual limpio y común no tendría que ocultarse tanto.

La confirmación le llegó con una llamada telefónica que ni se esforzó en rastrear, pues la hicieron desde un teléfono público. Por lo general era el encargado del mantenimiento de la mansión quien le pasaba las llamadas luego de meditar si en verdad quería molestar a su señor con nimiedades, pero todos habían recibido orden de priorizar cualquier noticia relacionada con Aurea. Y si decían que tenían información que comprometía su seguridad entonces no había tiempo que perder.

La persona no se identificó, y tampoco usó un distorsionador de voz. No importaba, porque a Ethel le bastó saber que era una Briathar la que llamada a advertirle que Constance iba a lastimar a su bruja. Ni siquiera le importó sentirse en evidencia, porque el hecho que una bruja se arriesgara a comunicarse con él significaba que muchas sabían de su vínculo con Aurea.

—¿Cómo estás tan segura? —Le preguntó apenas la bruja calló.

Lo he visto —contestó ella guardando la calma—. Nos vamos a saltar la parte en la que fingimos que no sabemos lo que está pasando. La directora sabe de ustedes, sabe que se frecuentan. Y no lo tolera, no lo va a permitir más. Me he encargado de mantener la distancia y ocultarme para no levantar sospechas, pero no puedo callarme con esto. No tengo suficiente poder para enfrentarme a ella, así que solo usted puede detenerla.

—¿Qué es lo que tengo que detener?

Aurea tuvo un accidente con vidrio en clase de pócimas. Sangró. Sé que cree que limpió cada gota de su sangre, pero no es cierto. Constance tiene un poco, y con eso basta. Va a hacerle alguna maldad con magia de sangre. Deténgala. —Y le cortó. Ethel no necesitaba escuchar más.

Tenía que ser esa noche, no iba a esperar. Marr le dijo que lo mejor sería sacar a Constance del camino y eso iba a hacer, no podía dejarla seguir respirando. No cuando tenía entre sus planes dañar a la única persona en el mundo que le importaba de verdad. Así que Ethel esperó que llegara la tarde para salir a hacer el trabajo. Y antes de que la luna creciente iluminara el cielo, el vampiro ya se encontraba acechando a la mentalista.

Memorias de Xanardul: Las escogidas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora