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╭─━━━━━─╯DESPEDIDA╰─━━━━━─╮

Ania Shafiq sentía como su respiración se volvía cada vez más agitada, movía sus pies con rapidez y volteaba de vez en cuando para atacar a las personas que la perseguían, sentía el miedo correr por sus venas mientras brincaba las raíces de árboles

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Ania Shafiq sentía como su respiración se volvía cada vez más agitada, movía sus pies con rapidez y volteaba de vez en cuando para atacar a las personas que la perseguían, sentía el miedo correr por sus venas mientras brincaba las raíces de árboles.

—Desmaius —gritó Ania apuntando a uno de los aurores del ministerio, sentía como los hechizos la pasaban y para su satisfacción vio como uno de los aurores caían.

Respiraba pesadamente, necesitaba desaparecerse pero tenía miedo de sufrir una despartición y aquello terminaría de matarla, tal vez era tiempo de pagar por todas aquellas vidas que había tomado, por todas aquellas personas a las cuales torturó sin descanso solo por el simple hecho de que ella necesitaba alguna distracción. En ese momento se arrepentía más que nada por no haber aceptado la ayuda que alguna vez le brindó Albus Dumbledore.

Entonces tropezó con una raíz de árbol y cayó al suelo y con un sobresalto abrió los ojos descubriendo que su cabeza le había torturado con aquel recuerdo mientras dormía. La chica notó las mejillas mojadas, había llorado entre sueños, bufó y se incorporó en aquella cama de cemento.

La puerta de su celda se abrió y por ella entró la aurora que se encargaba de cuidar de ella, Ania rodó los ojos, de seguro llegaba para asignarle otra tarea que tendría que cumplir ese día.

—Shafiq, tienes visitas —Ania frunció el entrecejo y negó, aquello era imposible, en todo su tiempo en Azkaban no había recibido ni una sola visita, sus padres, según tenía entendido, habían muerto y nadie más en el mundo tendría razones para visitarla.

—Imposible —murmuró Ania, la aurora se encogió de hombros.

—¿Dejo pasar? —preguntó su guarda, Ania se encogió de hombros, de seguro era algún abogado mágico interesado en la fortuna que guardaba Ania en Gringotts.

La chica había obtenido su celda de Azkaban sin juicio, pues ella misma había declarado que había matado a más de veinte personas a sangre fría y torturado a otras treinta, si ya había sido suficientemente cobarde para huir al menos diría la verdad.

La aurora salió de su celda y Ania se mantuvo expectante, habían pasado más de seis meses desde su encierro y casi el año de la muerte de lord Voldemort, y en todo ese tiempo nadie se había visto interesado en visitarla o mandarle una carta, siempre le tocaba a ella mirar a través de su celda como los demás prisioneros eran visitados. También escuchaba constantemente sollozos, pero ella no lloraba, sabía que merecía aquello y aquel encierro pudo ser peor, pues al menos no se encontraba custodiada por dementores.

En su primer día en la prisión pasó por las celdas viejas que aún eran custodiadas por aquellos seres pudo ver como las personas parecían fuera de sí, como perdidos, imágenes que la hicieron estremecerse. Odiaba ese lugar y la idea de que iba a morir encerrada ahí la volvía loca.

Tenebris [ Harry J. Potter ]Kde žijí příběhy. Začni objevovat