022

928 127 18
                                    

╭─━━━━━─╯PODER╰─━━━━━─╮

╭─━━━━━─╯PODER╰─━━━━━─╮

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Él lo entenderá. Eso había dicho Dumbledore, y tal vez sí, tal vez entendería que en algún momento ella deseaba eso, deseaba sentirse poderosa, deseaba sentirse temida. Pero a pesar de toda la comprensión que había en él, jamás entendería aquello, jamás la perdonaría por todo el daño que estaba causando y que causaría.

—¡Crucio! —soltó Ania sin despegar la mirada de la mujer que estaba a sus pies, pronto comenzó a retorcerse y Ania sintió como si una corriente cálida la recorriese, aquella era su naturaleza, sintió la helada mano de Voldemort pasar por sus hombros causándole un tremendo escalofrío, y pronto sintió como más odio brotaba de ella —. ¡CRUCIO!

Los chillidos de la mujer la llenaban, los chillidos de la mujer la completaban, eran música para sus oídos y no tardó en sonreír, se sentía poderosa, sentía el poder de cómo la vida de aquella mujer colgaba de sus manos, algo demasiado satisfactorio. Detuvo el hechizo y se dedicó a observar a la mujer, quien lloraba silenciosamente y la miraba a los ojos, con el miedo grabado en ellos, cada uno de sus poros emanaba miedo y aquello... aquello simplemente le encantaba a Ania.

—Por favor... —apenas y decía, pero Ania no estaba interesada en las palabras de aquella tonta, era lo que menos la preocupaba en ese momento, quería sentir la emoción de hacer sufrir a alguien más, quería oler la muerte, quería provocarla — t-ten-go...

—¡Sectusempra! —gritó Ania y la sangre no tardó en aparecer atragantando por completo a la dama, justo como una vez había pasado con Draco Malfoy, solamente que esta vez no había un profesor Snape que la salvara, y eso alegraba a la pelinegra.

—Acaba, chica —susurró Voldemort casi tan extasiado como Ania, y la chica se sintió un poco decepcionada de tener que terminar tan rápido, sin embargo obedeció.

—¡Avada Kedavra! —susurró Ania, pero sonó casi como un suave ronroneo, como si ella hubiese nacido para decir aquellas palabras y, tal vez así había sido.

—Me gusta tu potencial, Ania —la mencionada dio una cabezada, muestra de agradecimiento por aquellas palabras. Desde que había terminado su curso en Hogwarts, la chica se había vuelto como la mano derecha de Voldemort, seguía sin entender cómo había pasado aquello.

Había participado en todas las reuniones de los mortífagos y en algunas batallas junto a ellos, entre ellas, la batalla de los siete estúpidos y sensuales Potter, la noche en la que él la vio actuar como uno de ellos, y sí, trató de evitar que aquél mortífago le notificara a Voldemort que era el verdadero, ¿Por qué? Ni siquiera ella lo sabía.

Fue tremendamente extraña la sensación que tuvo cuando la vio, fueron segundos pero a los ojos de ella fueron horas, lo más decepcionante de todo aquello era que jamás pudo descifrar la mirada del pelinegro, siempre estuvo segura que cuando lo volviera a ver no habría otra cosa más que odio en su mirada, pero esa vez no fue así, el chico no ardió en cólera y aquello a ella sí la llenaba de enojo, ¿Por qué no podía entenderlo?

Ania se sentía demasiado rara junto a tantos mortífagos pero a la vez aquello era satisfactorio, pues a pesar la gran mayoría, por no decir todos, era mayor a ella y, sin embargo, era ella quien mandaba sobre ellos, era ella alguien de confianza para Voldemort, pero lo mejor de todo aquello era que sus padres ya no tenían posesión de ella, entre los mortífagos sus padres eran la peor basura mientras que ella... ella era temida.

Pero no a muchos les gustaba la idea que una chica de diecisiete años recibiera tanto poder y atención del Señor Tenebroso, entre ellos, claro estaba, Bellatrix quien daba todo por una pizca de atención de lord Voldemort, sin importar siquiera su dignidad, la tía de Draco no tenía nada de amor propio. Por todas aquellas cosas Bellatrix la odiaba, y Ania no la culpaba.

—Agradezco el alago, mi señor —dijo la chica sin ninguna expresión en su rostro.

—Quiero pedirte un favor —a Ania aquellas palabras le llamaron la atención —. Que toda información que obtengas de Potter en mi ausencia me la comuniques cuanto antes, sin embargo, te pediré que no me llames por simples noticias.

—No sabía que tenía intenciones de irse —confesó Ania con lentitud y cuidado, tratando de que sus palabras no ofendieran al ser que estaba frente a ella.

—Así será —confirmó el Señor Oscuro, Ania asintió —. Todo lo que ya estaba planeado así se quedará, lo único que queda pendiente es el paradero de Potter.

—Cuente con ello, mi señor —Ania hizo una ligera reverencia logrando que el Señor Oscuro asintiera.

—Informaré a todos que te quedas a cargo del asunto de Potter —dijo Voldemort y Ania salió del lugar sin decir ni una sola palabra más.

Era tan irónico que a ella le tocara cargar con aquello, cuando lo que menos quería era que aquel hombre atrapara a Potter, ahora sería ella quien lo informaría de todo y no le quedaba otra opción.

Ania suspiró y subió al segundo piso de la mansión Malfoy en donde se encontraba su nueva habitación, no era como si los Malfoy la quisieran en su casa, pero al ser aquella el mayor punto de reunión de mortífagos Voldemort había decidido que la chica debía quedarse ahí, algo que a ella le daba igual, esa casa casi tenía los mismos lujos que la suya.

Se recostó en su cama disfrutando de la soledad, la imagen de la señora que torturó en el piso inferior llegó a su cabeza, no era la primera desde su regreso de Hogwarts ni mucho menos la última, no sentía remordimiento por aquellas personas, sinceramente creía que era mejor estar muerto a vivir en aquel estúpido mundo, pero los humanos son tontos y se aferran a la vida.

Se preguntaba cómo acabaría su vida, tal vez en un futuro no muy lejano ya no le sería útil a Voldemort y este decidiría deshacerse de ella como siempre lo hacía, tal vez terminaría a manos de uno de los aliados de Potter, eso sería tremendamente humillante o simplemente moriría por la mayor estupidez que había cometido en la vida, enamorarse de Potter.

Nunca había estado enamorada, no sabía cómo se sentía y por eso mismo no estaba segura de si estaba o no enamorada, pero estaba segura que el querer verlo feliz, triunfando y seguro incluía el estarlo. No sabía qué había pasado o cómo había llegado a ese punto, no sabía cómo la simple curiosidad se había convertido en aquel sentimiento tan fuerte, tal vez era el hecho de que con él se sentía completamente segura, tal vez era que con él podía olvidar quién era y a la vez confiarle lo que había hecho y pensado.

Hasta donde sabía, Potter jamás la había juzgado, era muy tonto lo que ambos habían hecho, pero a la vez ella lo agradecía, después de todo, ya estaba arruinado, jamás la perdonaría y ella lo sabía perfectamente, eso era lo que la perseguía diariamente y dolía saberlo.

Por todos los dioses, Ania estaba enamorada.

✩。:*•.───── ✩ ─────.•*:。✩

Agosto 30 del 2019

Ania está enamoradAAAA 

Me merezco morir por la tardanza, sorry bebés, pero después de todo siempre vuelvo a ustedes.

¿Ansiosos por el final? pq yo sí, que se vieeeeeenee

jajsjaj super adelantada, pero ya ando haciendo mis planes jsjs

btw, si quieren que les dedique un capítulo comenten aquí.

Los quiero mucho y gracias por leer.

Lals.

Tenebris [ Harry J. Potter ]Where stories live. Discover now