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Si algo era seguro era que Harry Potter odiaba obedecer a lo que otros decían, él tenía su propio juicio y creía lo que era correcto, y a pesar de que Ania se lo había dicho, le molestaba de cierta forma ver que no había hecho caso omiso a su suge...

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Si algo era seguro era que Harry Potter odiaba obedecer a lo que otros decían, él tenía su propio juicio y creía lo que era correcto, y a pesar de que Ania se lo había dicho, le molestaba de cierta forma ver que no había hecho caso omiso a su sugerencia, lo veía en sus sonrisas, Harry Potter y Hermione Granger estaban intentándolo y eso solo quería decir que Harry lo veía como lo más correcto.

A Ania Shafiq poco debían importarle esas cosas, realmente tenía más en qué pensar que aquel Gryffindor y su nueva novia, pero le era imposible no hacerlo, pues después de tratar de hacer que su cabeza pensara en el armario y la muerta de Dumbledore, al final siempre llegaba a sus pensamientos cuánto la odiaría el chico y que gracias a eso terminaría con Granger.

El veintiuno de marzo Ania abrió los ojos con pesadez, otro inicio de primavera, la estación que más detestaba e irónicamente cumplía un año más de vida, le parecía un poco tonto que después de dieciséis miserables años de vida le emocionara ligeramente su cumpleaños, no podía evitarlo, la pequeña niña muggle que vivía dentro de ella no podía evitar hacer acto de presencia esa día.

Gruño, tapó sus ojos con su almohada y se dio la vuelta, deseando poder quedarse todo el día en cama, pero no iba a ser así, había faltado tantas veces a sus clases a lo largo del curso que, gracias a una advertencia de la jefa de la casa de Gryffindor, tuvo que ponerse al corriente y no faltar ni una sola vez o tendría que irse del colegio y, por consiguiente, fracasaría en su odiosa misión.

Refunfuñó y se sentó en la cama, logrando marearse ligeramente, después de varios minutos viendo a la nada logró levantarse y comenzar a vestirse adecuadamente para ir a sus clases aquel día, después de lo que fue una hora salió de su habitación arrastrando sus pies, y a pesar de que se había duchado, seguía con bastante sueño, aquellos días habían sido un poco pesados para ella y Draco, dormían tarde, o a veces ni lo hacían, con tal de cumplir con sus deberes como estudiantes y mortífagos a la vez.

El armario había mejorado considerablemente, la mayoría de las veces los objetos llegaban con seguridad al otro, pero había otras en la que se seguían atorando en ese estúpido y frustrante limbo del que ella ya estaba bastante cansada.

Entro al comedor con una cara de total seriedad, un año más y menos de vida, se dirigió a la mesa de Slytherin donde ya la esperaba Draco, tan agotado como ella, sabía que a él las cosas que estaban viviendo le afectaban más, pero al menos él no tenía que vivir con el ridículo pensamiento de Harry Potter en su cabeza. Inconscientemente y con sigilo miró a la mesa de Gryffindor solo para notar que el más estúpido de ellos ya la miraba como lo hacía cada mañana desde que ella le había dicho que se alejara.

—Shafiq viendo a su cosa favorita —le dijo Draco Malfoy al oído y Ania lo fulminó, sabía que si Potter seguía viendo aquello lo habría puesto celoso, al menos antes lo habría hecho.

Tenebris [ Harry J. Potter ]Where stories live. Discover now