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╭─━━━━━─╯ERES TÚ╰─━━━━━─╮

Harry miraba como Ania abría los ojos, había esperado aquel momento por varios días, no quería poner en riesgo a Bill y Fleur y a su casa, porque lo que les pidió una tienda de campaña y él solo se desapareció para encargarse de la chica y volverí...

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Harry miraba como Ania abría los ojos, había esperado aquel momento por varios días, no quería poner en riesgo a Bill y Fleur y a su casa, porque lo que les pidió una tienda de campaña y él solo se desapareció para encargarse de la chica y volvería cuando ella despertase.

No sabía qué pensar de Ania, la chica no los había delatado al momento, aunque Harry sabía que lo reconoció al instante, pero la chica había torturado a Hermione sin parar, ella había dado la orden de que llamaran a Voldemort y esas eran razones suficientes para poder odiarla, pero verla tirada al borde de la muerte con una gran herida en su hombro hizo que todo su cuerpo le impidiera dejarla morir de aquella manera.

Fleur la curó, y cuando creyeron que estaba mejorando, Harry decidió llevársela antes de que despertara y pudiera identificar dónde estaban.

Pudo ver como la chica miraba a todos lados completamente desorientada y cuando lo vio a él pudo ver una pizca de miedo en sus ojos, la chica se movió bruscamente, soltó un quejido y se tocó la zona vendada.

—Fue la daga de Bellatrix —dijo Harry refiriéndose a la herida de la chica, ella lo miró a los ojos y luego apartó la mirada, incapaz de mirarle.

—¿Qué haces aquí, Potter? —murmuró la chica con la voz rasposa —. A lo que recuerdo, esperaba morir.

Odiaba que la chica notara sus momentos de debilidad, sabía por su tono que se preguntaba lo mismo que él, ¿Por qué la había dejado vivir?, Harry no era un asesino, pero tenía razones suficientes para haberla dejado a su suerte.

—Hay agua —murmuró el chico señalando la mesita de noche que estaba al lado de la chica.

Harry se paró y salió de la tienda, mientras Ania se incorporaba lentamente y tomaba un vaso de agua, después de paró y salió junto al chico.

Se quedaron un rato sin decir nada, solamente observando el bosque que los rodeaba, ninguno quería dejar a la luz los pensamientos que se arremolinaban en sus cabezas.

—¿Por qué les interesaba tanto la espada? —se atrevió a preguntar el pelinegro, Ania lo miró con el ceño fruncido, parecía debatirse internamente —. ¿Por qué tienen miedo de que hayamos entrado a su bóveda en Gringotts?

—Se guardan muchas cosas en las cámaras de Gringotts —murmuró la pelinegra y volvió a entrar a la tienda.

Harry vio como recogía sus botas negras de tacón y comenzaba a ponérselas con dificultad, el chico se apresuró a acercarse a ella, preocupado.

—¿Ya te vas? —le preguntó sin esperar aquello, la chica levantó la mirada para mirarlo, pero al instante la desvió y volvió a mirar a sus botas.

—No sé cómo te las arreglas para ser tan jodidamente bueno —murmuró la chica, el corazón del pelinegro dio un vuelco, ¿Qué significaba aquello?, ¿Era su forma de darle las gracias? —, esto es inaceptable Potter, torturé a la sangre sucia, estaba dispuesta a matarla y en cambio tú me salvas la vida.

La pelinegra negó como si tratara de apartar aquello de su cabeza y siguió poniendo sus botas.

—Mentiste, me reconociste al instante, ¿Por qué? —musitó el chico, Ania negó y nuevamente hizo una mueca.

—No sabía con certeza que eras tú —mintió Ania, terminando de atar las agujetas de sus botas, todavía evitaba mirarlo.

—Podía verlo en tus ojos, lo supiste al instante, Ania —fue casi un reclamo, él no entendía por qué ella había hecho eso y a juzgar por la expresión de ella, tampoco sabía por qué había hecho aquello.

—¡¿Por qué simplemente no puedes odiarme, Potter?! —la chica se paró completamente alterada —, ¡¿Por qué te niegas a ver quién soy en verdad?!, ¡Ódiame, por favor! —Harry pudo ver como la chica comenzaba a temblar, y él trataba de adivinar el por qué —, ¡Eso me serviría para poder odiarte también!, ¡NECESITO SACARTE DE MI CABEZA PERO NO PUEDO, SIMPLEMENTE ESTÁS AHÍ!

—Estamos igual Ania, a ninguno de los dos les hace bien esto y sin embargo no podemos dejarlo —del pequeño bolso de piel que colgaba de su cuello sacó la nota que ella le había enviado en su cumpleaños, ella se ruborizó y evitó con muchas más ganas el mirarlo —, ¿Por qué hiciste esto, Ania?

—Porque soy una tonta, Harry —iba a evitar su mirada de nuevo, pero el pelinegro la tomó de la barbilla obligándola a mirarlo —. Olvídame, Harry, olvida cualquier cosa que tuvimos, entierra esas emociones, he hecho cosas horribles que ni siquiera merezco el derecho a estar aquí.

—No puedo Ania, porque mi cabeza siempre está buscando razones para creer que eres suficientemente buena —Harry la jaló y unió sus labios en un beso.

Al principio ambos se encontraban asimilando aquello, sus labios estaban nuevamente unidos después de todos aquellos meses, pronto comenzaron a sincronizarse de nuevo, como si estuvieran nuevamente en un aula de Hogwarts en su sexto año, todo le daba vueltas al chico, los labios de Ania cada vez pedían más y más, pero de un momento a otro ella se separó.

—Harry no —musitó la chica al separarse, negó en múltiples ocasiones como si con eso pudiera borrar ese beso.

—Cuando Dumbledore habló contigo, en la torre de astronomía y te dijo que él entendería —Harry sacó su mayor duda de todo aquel tiempo, aquella que le carcomía hasta el último minuto —, Ania... ¿Él se refería a mí?

La chica se quedó en silencio, como si temiera el admitir aquello, en lugar de darle una respuesta se abalanzó al chico atrapándolo nuevamente en un beso, Harry la tomó por la cintura y la acercó a sí mismo y la besó con frenesí, ella tenía su mano no lastimada en la nuca del chico empujándolo a ella, aquel gesto sumaba intensidad al beso.

Pronto el aura que los rodeaba era de total lujuria, separaban sus bocas solamente para tomar una bocanada de aire y poder seguir con su beso desesperado, pronto Harry tropezó con la cama en la que durmió Ania por varios días y cayó en esta, la chica se veía imponente mirándolo hacia abajo con aquel gesto de superioridad.

Ania se lanzó a él posicionándose por encima de él con sus piernas a ambos lados de él, la chica se veía con intenciones de quitarse el vestido y Harry la ayudó tratando de no lastimar la reciente herida de la chica, pronto la tuvo sobre él completamente en ropa interior, el Gryffindor la miró de arriba a abajo con una pisca de maldad en sus ojos, Ania puso sus manos en el pecho del pelinegro y le sacó la camiseta.

Ninguno sabía de dónde salían aquellos movimientos, pero ninguno quería parar pues ambos sabían que solo sería ese momento y que después de eso volverían a separarse, porque podían quererse pero no podían estar juntos, y solamente de esa manera supo que nunca podría odiarla pero a la vez jamás podría tenerla, porque ella tenía razón, Ania era demasiado mala para él y jamás podría cambiar todo lo que Ania había hecho.

Y al día siguiente, cuando Harry se hubo despertado en la soledad fácilmente se pudo haber convencido de que había imaginado el tener a Ania junto a él, había imaginado todas las cosas que había hecho con la pelinegra, pero el pedazo de pergamino que reposaba junto a él le decía lo contrario, Ania estuvo ahí, lo había besado, habían compartido aquellas caricias, aquellos rasguños y gemidos, no, Harry no lo había imaginado.

Entonces leyó el pergamino y el corazón se le aceleró.

Claro que se refería a ti, Harry.

Harry maldijo y guardó la nota en el aquel bolso de piel de topo que lo acompañaba a cualquier lado.

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Abril 18 del 2020

No podía matar a uno de mis personajes favoritos de la saga, al menos no aquí.

Tenebris [ Harry J. Potter ]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن