Siento su mano sobre la mía. Subo la cabeza y lo miro.

—Estoy aquí para ti, Charlie, como antes —murmura con una mirada que irradia mucha sinceridad.

—Gracias, Jace, me has ayudado mucho hoy, no sé cómo podría agradecértelo.

—No hay de qué.

Sonrío y trato de salir del auto, pero me toma de la mano con delicadeza y me hace regresar.

—En realidad, hay una manera. —Suelta mi mano al instante.

—¿Y cuál es esa manera?

—Bueno, me preguntaba ¿Quieres ir a una fiesta mañana? Es en casa de Ken, va gente de la escuela, y sería divertido hablar un poco más allá de presidentes y logros.

Mmm, una fiesta

—Creo que no sería buena idea. Hace mucho que no hablo con nadie, sería raro y no quiero estropear la diversión a otros.

—Hablas conmigo, un poco con Daph, ya somos dos, y no le estropeas la diversión a nadie. Al contrario, para mí sería más divertido tenerte ahí — murmura mirándome a los ojos como un niño a punto de conseguir algo que quiere.

—Mañana es mi fin de semana con mi padre, tendré que preguntarle.

—Pero ¿se lo dirás? —pregunta rascándose la nuca. Tengo que admitir que cuando se pone nervioso se ve muy tierno.

—Sí, yo te avisaré.

—Por cierto, no te sientas obligada a ir, si no quieres lo entiendo, pero espero y puedas ir. Nos vemos mañana. —Sonríe.

—Recuerda que no es seguro

—Pero podría pasar.

Sonrío ligeramente y me despido con la mano. Entro a casa rápido para evitar mojarme. Subo a mi habitación e inmediatamente me siento frente al lienzo, tomo pinturas de todos los tonos de azul que tengo y me pongo a pintar. No puedo expresar con palabras lo que siento.

«Necesito pintar la confianza».

Pongo en la mochila mi laptop y mis cargadores, la cierro y bajo las escaleras con rapidez. Al abrir la puerta principal, ahí está, apoyado contra su auto, con una sonrisa. Mi papá.

—¡Princesa! —dice abrazándome.

—¡Papá!

—Vayamos a casa. Jess ha hecho tu pastel favorito, de chocolate y fresa.

Jess es la nueva esposa de mi papá, que intenta ser una mamá para mí y siempre se preocupa por mi bienestar. Camill es mi hermana menor, hija de Jess y papá. Tiene ahora cuatro años. Sonrío por el menú que me espera en casa. Jess se ha esmerado en hacerme sentir como su propia hija, en hacerme sentir querida y comprendida. Y eso es lindo.

¿Mi madre no habría podido ser igual? Nunca horneamos juntas, no bailamos por la casa, no hacemos noche de chicas con películas y palomitas, no tenemos confianza, no puedo decirle nada porque ella siempre me encuentra un defecto para criticarme. Es una situación tan frustrante

Pongo una canción que nos gusta a ambos para poder cantarla juntos y damos un concierto a un público imaginario. A esto me refiero, poder ser cómplice de tus padres es genial. Después de un tour por el mundo de la música, llegamos a casa de mi papá. En la puerta me espera Camill, que juega con carritos rojos en el pasto, y Jess, que carga un pastel y me sonríe.

—Charlie. —Camill corre hacia mí.

La abrazo con fuerza mientras sus bracitos me rodean.

—¿Cómo estás, Camille?

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now