—¿Quieres que te lleve? —pregunta con una media sonrisa.

—No, gracias, estoy bien —murmuro.

—Parece que va a llover.

¿Qué puedo perder? En realidad, no conozco a este nuevo Jace, no sé sus gustos o fetiches, pero tengo mucho frío y aún me faltan algunas cuadras. Además, he llorado frente a él.

¿Qué más puede avergonzarme ahora?

Me siento y me coloco el cinturón, luego acomodo las cosas sobre mi regazo y cierro la puerta. Me quedo quieta para no volver a hacer el ridículo delante de él. De acuerdo, necesitaba desahogarme, pero he llenado su ropa de mocos y lágrimas.

—Gracias —susurro.

Me dedica una media sonrisa y comienza a conducir por las transitadas calles de Austin. Tiene una linda sonrisa, aunque no siempre la ha mostrado. Cuando estábamos en secundaria, utilizaba frenillos y le daba vergüenza reír. Así que siempre que lo hacía se cubría la boca.

En el camino a mi casa guardamos silencio, solo nos acompañan un par de canciones que se reproducen de la playlist de Jace, y llevo mucho aguantando la risa por el nombre que tiene. Sé que es algo egocéntrico, pero no me imaginaba que tanto como para llamarla «Canciones para campeones».

—Pintaste un nuevo cuadro.

—Hmm

—¿Y de qué trata? ¿Puedo verlo?

Claro que no. Mientras lo pintaba, no he podido pensar en otra cosa más que en Jace, en las gradas y ese abrazo tan reconfortante. Así que al no poder quitarme su rostro de la cabeza, le hice un retrato y, aunque no está terminado, se ve claramente que es él.

Abrazo el cuadro y niego.

—No.

—¿Por qué? Pintas de maravilla y el mundo debe ver tus obras de arte.

—Puede ser, pero este retrato no.

—¿Es de una persona especial?

Pues ha sido especial hoy; así que

—Sí, es una persona.

—Entonces lo dejaré en el anonimato, será una pintura secreta —susurra cuando me mira por algunos segundos.

Le sonrío ligeramente.

Continuamos el camino sin decir una palabra más, solo escuchando al fondo Sh-Boom. Llegamos a mi casa y me doy cuenta de que no está mi madre. Doy gracias al cielo. Abro la puerta dispuesta a salir, pero me detengo cuando Jace habla.

—¿Te puedo hacer una pregunta rápida?

Regreso al asiento y lo miro.

—Mmm, sí.

—¿Por qué? —pregunta.

No sé exactamente a que se refiere.

— Por qué ¿qué?

—¿Por qué te alejaste de nosotros? —pregunta con una expresión de confusión y vergüenza—. Lo siento, no debí

—Amm, no te preocupes. En secundaria, mis padres se separaron y eso me afectó mucho. No quería que eso repercutiese en ustedes también, tenía actitudes negativas, no quería contagiarles esas vibras malas. Supongo que eso es todo.

Es parte de la verdad. Cuando mis padres se separaron, me convertí en una adolescente negativa que no quería hacer nada: no quería comer, dormir, jugar, leer, ni siquiera quería pintar. Veía a mis amigos ser felices y reír, pero cuando yo estaba con ellos y me sentía enojada con el mundo, sus sonrisas se borraban. Así que me alejé de todos.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now