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Dove

Thomas y yo decidimos faltar a las últimas clases del día, condujo su motocicleta unos veinte minutos antes de detenerse en un completo habitacional, donde los edificios eran bastante altos y se podía ver que los departamentos eran igual de grandes, y lujosos.

—Aquí vivo con mis padres y mis dos hermanos. —Lo miré con sorpresa y algo de miedo. —No te preocupes, ninguno está en casa, es demasiado temprano.

Thomas me tomó de la mano para guiarme a la entrada de uno de los edificios, en cuanto subimos a uno de los elevadores me aferré a su cuello y comencé a besarlo, eso a él lo tomó por sorpresa. Unos segundos después el ascensor se detuvo en el piso 12, Thomas salió así que lo seguí unos cuantos pasos hasta que abrió una de las pocas puertas del piso.

En cuanto entramos noté lo espacioso que era, y obviamente lo lujoso que este era, él me ofreció algo de beber, las opciones eran agua o cerveza, me decidí por el vaso de agua. Nos sentamos en la sala a charlar un rato hasta que volví a besarlo con un poco de desesperación.

—Vamos a tu habitación. —Eso hizo que él se levantara y comenzará a guiarme por el departamento, donde además noté que había al menos 4 habitaciones. Esto debía costar una fortuna.

—Dove, antes de hacer lo que sea quiero que sepas que no tengo protección... Por si decides cambiar de opinión. —En mi mente hice algunos cálculos, habían pasado más de dos semanas desde mí período, así que no debía haber problema alguno.

—No importa. —Susurré antes de besarlo con desesperación.

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Thomas estaba por quedarse dormido, así que aproveche para levantar mi ropa del suelo para dirigirme al baño. —¿Qué haces? ¿No quieres recostarte un rato?

—Thom, sabes que no hacemos eso... —Susurré. Mientras volvía a ponerme la ropa interior.

—¿Y qué tal si lo hacemos esta vez? Digo... Es San Valentín. —Suspiré al notar su insistencia. Thomas se puso su bóxer por debajo de las sabanas, se levantó y comenzó a tomar su ropa. —Al menos déjame llevarte a comer algo.

—No, me tengo que ir...

—Y ahora me vas a ignorar por una semana, como siempre. —Murmuró entre risas. No quise decir algo para contradecirlo, por que era verdad. —Entonces te llevo a la universidad. —Respondió sin ganas.

Todo el camino en el ascensor y hasta la universidad fue tan incomodo como esperaba, lo cual no siempre era así, solamente esta vez. Thomas me estaba pidiendo más, al igual que Hailee lo había hecho hace unas horas, aunque aún ni siquiera consideraba lo que iba a hacer, la opción más viable era terminar con ambas relaciones, pero simplemente no me podía alejar de ninguno de ellos, los necesitaba en mi vida.

Thomas estacionó cerca de la facultad, y me ayudó a bajar de su motocicleta, en cuanto le entregue el casco, él me beso con demasiada ternura, él nunca me había besado de esa manera, era algo demasiado personal, me alejé de inmediato y me dirigí hacía la biblioteca, necesitaba estar en un lugar donde el bullicio y mis emociones no me abrumaran tanto.

Me senté en una de las mesas más alejadas de la entrada, cerré los ojos y comencé a pensar en lo que tenía que hacer. Me gustaba tener sexo con Thomas, pero su personalidad era algo odiosa en ocasiones, en cambio Hailee, lo único que habíamos compartido eran algunos besos y en ocasiones caricias, por encima y por debajo de la ropa, sin embargo, Hailee era una de las personas más interesantes que había conocido. Probablemente la decisión ya la había hecho desde el principio, pero no estaba segura.

°°°°

Sofia

Terminé de empacar mi última valija, mientras que Camila y Eli esperaban conmigo para acompañarme al aeropuerto.

—Lamento que Kat y tú hayan terminado... —Murmuró Eli.

—Sí, yo también, pero no importa, probablemente íbamos a terminar de todas maneras. —Susurré.

Tomamos mis valijas que habían estado empacadas desde hace una semana y las llevamos al recibidor del edificio, esperando unos minutos para despedirme de algunos de los conocidos que había tenido durante mi estancia aquí.

Decidimos tomar el metro hasta el aeropuerto, aunque llevaba alrededor de tres maletas, y dos mochilas pequeñas. Durante el trayecto nos reímos tanto que el estomago me dolía, y pude disimular algunas lágrimas que caían por mis mejillas.

Al llegar a la sala de espera, le envié un mensaje a mis padres para avisarles que estaba a punto de subir al avión. Unos minutos después llamaron a los pasajeros del vuelo que tomaría, me despedí con un fuerte abrazo con Eli y Camila, les pedí a ambos que fueran a mi ceremonia de graduación, Eli, ya había aceptado, pero para Camila sería algo más complicado.

—Pero le diré a Eli que me llamé por facetime, ¿de acuerdo? —Asentí en su dirección. —Te voy a extrañar mucho, Sof... ¿Ahora quien no me dejará dormir por ver partidos de la NFL?

—Puedo llamarte y contarte todo. —Camila me dejó ir y abracé a Eli una última vez. —Más te vale ir a mi graduación.

—Ye te dije que sí, ahora sube a ese maldito avión y ve a presumir tu tesis en casa. —Casa... Finalmente iba a casa. Mis valijas ya debían estar en el avión, solamente era mi turno de subir, mostré mi boleto. Finalmente iba a regresar a casa.

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—Señorita, el avión está por aterrizar. —Una de las azafatas me sacudió con delicadeza y abrí los ojos con lentitud. Agradecí con una sonrisa, y ella continuo su camino para despertar a otros pasajeros.

Al fin había regresado a mi hogar, miré la hora en mi teléfono, era poco más de media noche. Recordé aquella vez que Paulina regresó y como mamá nos obligó a esperar en el auto por más de dos horas a que su vuelo aterrizara, sonreí al imaginar a Sarah y Pau dormidas en el auto con una cobija, ya que en casa el frío aún no se había ido por completo.

Tomé mis dos mochilas del compartimiento de arriba de los asientos y esperé a que la gente comenzará a salir del avión, sentía mi corazón latir con emoción al ver de nuevo a mis hermanas y a mi madre.

Caminé por la sala de espera hasta que escuché mi nombre, me giré y noté a Paulina correr en mi dirección, casi nos caemos al piso en cuanto ella chocó conmigo. —Te extrañe tanto, Toots. —Susurraba con algunas lágrimas en los ojos.

—Y yo a ti. —En cuanto terminé de responderle a Pau, Sarah llegó a abrazarme casi con la misma intensidad.

—¡Al fin llegaste! —Gritó Sarah con emoción, y así terminamos en un gran abrazo grupal al que finalmente mi madre se unió unos minutos después.

Finalmente estaba en casa.

Hesitate |Getaway Car #2|Where stories live. Discover now