Capítulo 24: No más.

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Seco mi cuerpo y voy al cajón de la ropa interior, y encuentro algunas bragas viejas, tomo una sin ningún tipo de estampado ridículo y es que casi toda la ropa que tengo aquí es de cuando tenía doce años o menos, hace mucho que no vengo a quedarme aquí. Cuando ya tengo las bragas puestas camino hasta el pequeño armario y busco alguna camiseta que pueda usar para dormir, mañana tendré que pedirle algo prestado a Kate o a tía Sophie.

En mi búsqueda por el armario de Annie de doce años, no encuentro nada que me quede bien y es que al parecer mi torso es mucho más largo que antes. Me coloco una camiseta que apenas toca mi ombligo, es una camiseta que pensé que había perdido hace años y es que antes no me la quitaba por nada del mundo, y la única forma de quitármela era cuando necesitaba ser lavada pero en cuanto volvía a mi armario me la colocaba.

La Annie de doce años amaba esta camiseta porque Ross se la había mando hacer especialmente a ella, es una camiseta del equipo para él que jugo alguna vez y tiene el número que tenía la camiseta de Ross. Mi vida está llena de recuerdos con él, a veces me gustaría que no sea así y hay veces que deseo no haberme enamorado de él y haberlo hecho de otro u otros chicos, pero que no sea Ross.

Me siento en la cama y tomo mi teléfono para ver si mis padres me han enviado algún mensaje pero ellos no me han enviado nada, sin embargo, tengo un mensaje de Ross en el que solo dice: Lo siento. Medito sobre si responder o no, pero me decido que lo mejor será que no y es que seguro ya debe estar durmiendo, lo mejor será no despertarlo y esperar a mañana.

Unos golpes en la puerta hacen que despierte, miro a mi alrededor y veo que el sol ya salió pero mis ganas de salir de la cama son pocas, bufo y me giro para quedar boca abajo en la cama, entierro las cabeza en las almohadas con la esperanza de ya no escuchar los golpes en la puerta. Vuelven a golpear la puerta y decido salir de la cama para ver quién es, puede ser que solo sea alguno de mis tíos aunque no lo creo, ellos no suelen molestar y menos si saben que anoche estuvimos de fiesta. Camino hasta la puerta y aun media dormida abro la puerta.

–Necesito... –comienza a decir Ross y mi sueño se desvanece. Él recorre mi cuerpo con la mirada y entonces recuerdo que solo llevo unas bragas y una pequeña camiseta, antes de que continúe hablando entro en la habitación y con desespero busco algo con lo cual cubrirme, pero no encuentro nada y eso me desespera aún más. Siento como Ross me toma del brazo y me giro para mirarlo. –Solo vengo a disculparme por lo de anoche.

–Bien –suelto en apenas un susurro.

Ambos nos miramos y su mirada es tan penetrante que un escalofrío me recorre desde los pies hasta las puntas de mi cabello, lo veo abrir la boca para decir algo y nada sale de esos hermosos labios que me encantaría probar. Me doy cuenta que mi mirada esta clavado en sus labios y la desvió, lo último que necesito es que él piense que me muero por besarlo, aunque es así pero él no tiene por qué saberlo.

–Mírame –pide Ross –. Annie, por favor mírame.

–Con respecto a lo de anoche... –comienzo a decir –, no es necesario que te disculpes y como te dije anoche, no tienes por qué disculparte si no sientes lo mismo.

–¿A caso tu no me deseas? –al escuchar aquello viro y lo miro a los ojos –¿No lo haces?

–Si...

–Entonces si sentimos lo mismo –dice con deprisa. Frunzo el ceño y me zafo de su agarre –, ambos nos deseamos y podemos...

–¿Qué, Ross?, ¿Qué es lo que podemos hacer? –pregunto con enojo –Se que las relaciones no te van y lo tuyo es un polvo de una noche, así que nosotros no podemos tener nada y ya. Además, nosotros ya tuvimos un polvo de una noche y lo que sea que haya sido lo que paso en la cocina de mi casa y en mi oficina.

Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔Where stories live. Discover now