Capítulo 43: Mudanza

2.2K 110 10
                                    

Annie.

Las quejas de Isobel hacen que despierte, miro el reloj en la mesita de noche y son pasadas las tres de la mañana, vuelvo la mirada a la cama y no veo a Ross, salgo de la cama y voy hacia la habitación de mi hija para ver qué es lo que necesita. Doy dos pasos y choco contra algo, maldigo y con el pie corro el maletín de Ross, ese hombre a veces puede ser demasiado desordenado y aun no entiende que las cosas no las puede dejar tiradas por allí.

Por suerte Amalia es de gran ayuda para mí y no sé qué haría sin ella, porque no solo me ayuda con las cosas de la casa, sino que también es de gran ayuda cuando no sé qué hacer con Isobel. Hay momento en los que entro en pánico y no sé qué hacer, pero esa mujer siempre me rescata. Han pasado tres meses desde que mi hija nació y las cosas han ido bien, mi relación con Ross va bien y sin problema alguno, o por lo menos sin problemas graves, porque él no parece comprender que hay hábitos que debe cambiar.

Al salir al pasillo me topo con las cajas de la mudanza, en algunos días nos mudaremos al pent-house y me alegra por fin poder mudarnos, no me siento nada cómoda en el departamento de Ross y no me agrada nada tener que dormir en la misma cama en la que Ross tuvo sexo a saber con cuantas mujeres. Se que él se esforzó mucho para que me sienta cómoda aquí, incluso compro un colchón y sabanas nuevas para que yo no me incomode, pero no es solo eso lo que me incomoda. El solo saber que en este departamento han pasado muchas mujeres es molesto.

Se que eso es parte del pasado de él y que no debo molestarme, sé de sobra como era la vida de Ross y lo acepte, pero si queremos comenzar una familia y una relación sin cometer los mismo errores que antes, debemos comenzar con todo nuevo y el departamento de Ross no es precisamente eso. Pero eso ya no importa, en algunos días más nos mudaremos y todo esto quedara atrás, no sé qué hará Ross con este departamento y tampoco me interesa, ahora comenzaremos en un nuevo hogar junto con nuestra hija y puede que con otros futuros hijos.

Llego a la habitación de Isobel y al entrar me encuentro con Ross, está dormido en la mecedora con nuestra hija dormida en su pecho, al parecer él se me adelanto y logro que Isobel vuelva a dormir. A ella le gusta mucho dormir de ese modo, Ross la acostumbro desde el día uno a eso, hay noches que Ross llega tarde del trabajo e Isobel no duerme hasta que él llega y la acomoda en su pecho, esa niña está enamorada de su padre y yo también.

Me acerco a ellos para depositar un beso en la mejilla de Isobel y otro en los labios de Ross, eso lo hace despertarse y en cuanto me ve sonríe de una manera encantadora, es la sonrisa que más me gusta verle, es una sonrisa de felicidad y es lo que siento ahora que tenemos a nuestra familia. Todo lo malo quedo atrás y lo único importante es nuestra familia, que ella se mantenga unida y fuerte por mucho tiempo. Ross se levanta de la mecedora y lleva a nuestra hija a su cuna, en cuanto Isobel siente el colchón de su cuna comienza a quejarse y Ross intenta tomarla nuevamente en brazos, pero lo detengo antes de que lo haga.

Comienzo a tararear una canción de cuna y sobo la espalda de Isobel, esto me funciona en las tardes cuando está un poco inquieta y ayuda mucho, Isobel vuelve a sumirse en sus sueños y la dejamos para que duerma tranquila. Ross cierra la puerta con cuidado y ambos nos dirigimos a nuestra habitación, al entrar no doy ni dos pasos cuando Ross me toma por la cintura y me pega a su cuerpo, haciendo que note cuan excitado esta.

–Me encanta verte con nuestra hija –él besa mi cuello y su mano acaricia mi vientre –, eres la mejor madre que Isobel podría tener.

–Ross...

Intento apartarme de él y no lo consigo, Ross presiona aún más el brazo que me rodea la cintura y prácticamente me inmoviliza.

–Quiero que repitamos la noche de hace un año atrás –la mano que acariciaba mi vientre sube hasta mis pechos y los acaricia con ansias, lo que me hace jadear de placer –, la noche en donde concebimos a nuestra hija. Hasta podríamos buscarle una hermana a Isobel.

No tengo tiempo a decirle nada cuando él me hace girar y se apodera mis labios, Ross me besa con pasión y desesperación, haciendo que se me dificulte seguirle el paso y me lleva un rato poder sincronizar con él, cuando lo consigo mis hormonas se encuentran en una completa revolución. Empujo a Ross y nos separamos un poco, apenas para que podamos recuperar un poco el aliento. Miro los ojos de Ross y noto el deseo que tiene por mí, lo que me estreméceme por completo y estoy segura que mis ojos demuestran el mismo deseo por él.

Ross vuelve a poseer mis labios y esta vez no lo aparto, sino que devoro sus labios con la misma intensidad que él, paso mis brazos por detrás de su cuello y me pongo de punta de pies para tener un mejor alcance a él. Las manos de Ross suben con delicadez mi camisón y sus dedos dejan suaves carias sobre mi piel, produciéndome estremecimientos y cuanto más expuesto esta mi cuerpo, más excitación tengo porque él me posea.

Intento detenerlo y no me lo permite, camina hacia delante y eso me hace retroceder. Caigo sobre la cama y él cae junto a mí, Ross acaricia mi rostro y cierro los ojos para poder disfrutar mucho más, también agrega algunos besos y es aún más placentero. Sus manos descienden por mi cuerpo con mucha lentitud, lo que es increíblemente excitante y al llegar a mi sexo se me escapa un jadeo extremadamente fuerte.

Mi intimidad está en un momento demasiado sensible y que Ross la esté acariciándola la hace mucho más sensible, así que lo tomo por la muñeca para detenerlo y con lentitud retiro su mano de mi sexo. Veo decepción en sus ojos y no es el único, también muero porque esto llegue a más y por fin ser consciente de lo que es capaz de hacer en la cama y como puede llegar a explotar mi mente, pero hoy no será.

–Lo mejor será que nos vayamos a dormir –sugiero y me incorporo de inmediato –, mañana debes ir a la empresa y yo debo cuidar de nuestra hija..., si eso es lo mejor.

–Dormiría mejor si me dejaras...

–¡Buenas noches, Ross! –me apresuro a decir, no sé si seré capaz de contenerme si lo escucho decir lo que me haría.

Camino hacia el baño y me encierro allí, necesito bajar el calor que tiene mi cuerpo o de lo contrario no podré dormir y eso es lo último que necesito, estos días serán muy ajetreados con el tema de la mudanza y necesito estar al cien. Entro en la ducha y tomo un baño rápido con agua fría, al salir me coloco nuevamente mi camisón pero sin bragas, porque las mías están empapadas de la excitación que me produjo Ross con sus caricias, maldigo a ese hombre que me convierte en agua en cuanto me acaricia.

Salgo del baño y entro en la cama, antes de acostarme construyo una muralla de almohadas y sé que no servirá de nada pero por lo menos le quedara claro a Ross que esta noche no sucederá nada. Una vez hecho todo me cubro con la sabanas y le doy la espalda a Ross, vuelvo a desearle buenas noches y apago la luz para dormir.

***

Me recuesto en la mecedora y acomodo a Isobel en mi regazo para alimentarla, hoy estuvo un poco perezosa, ha dormido durante todo el día y solo se despierta a comer o cuando necesita un cambio de pañal y agradezco que sea así, porque hoy es el último día que estaremos en este departamento y ya mañana por la mañana viene la mudanza. La puerta del departamento se cierra e Isobel se despega de mi pecho para mirar hacia la puerta, a veces me pregunto si mi hija tiene una clase de censor con respecto a su padre y es que, siempre que la puerta de casa se cierra sabe si es o no su padre y no sé cómo lo hace, porque ni yo sé cuándo es Ross o cuando no.

Ross habla desde la sala e Isobel comienza a sonreír, Ross no tarda mucho en llegar y en cuanto nuestra hija lo ve su sonrisa se ensancha mucho más. Me acomodo el pecho mientras Ross toma en brazos a Isobel y ella se ve realmente encantada, observo a las dos personas más hermosas que tengo en la vida y me quedo prendada de ellos, me encanta verlos jugar y sobre todo me encanta escuchar la risa de mi pequeña niña.

Salgo de mi ensoñamiento y me pongo en marcha, aun me quedan cosas por guardar, sobre todo las cosas de Isobel y son muchas, ya que es una niña muy mimada por sus abuelos. Quienes le dan regalos casi a diario. Comienzo a guardar su ropa en las maletas y al terminar continuo con sus juguetes, Ross me ayuda en cuanto consigue hacer dormir a nuestra hija, con su ayuda terminamos deprisa y ambos nos sorprendemos de las ocho cajas que llenamos de juguetes, no puedo creer que con solo tres meses de vida tenga tantos juguetes.

Si esto sigue así tendré que prohibir los regalos hacia Isobel.

Una vez que terminamos de empacar todo, nos tomamos un descanso para observar a Isobel dormir, es tan bella que es casi imposible no mirarla todo el tiempo, tiene una belleza atrayente y cautivadora. Solo espero que su belleza no sea una carga para ella en un futuro. Mi pequeña se remueve y Ross intenta tomarla en brazos, pero se lo impido porque no es necesario, nuestra hija no está más que soñando.

Le indico a Ross que debemos continuar empacando o de lo contrario no terminaremos a tiempo y para cuando llegue la mudanza no podremos realizarla. Salimos de la habitación de Isobel y dejamos la puerta abierta por si se despierta, vamos a la sala y le pregunto a Ross si quiere llevarse algo de sus cosas al pent-house, de igual manera no nos falta nada allí y es que, equipamos con todas cosas nuevas.

–Realmente lo único que necesito son a mi preciosa hija –él avanza hacia mí y me rodea con sus brazos –y su bellísima madre. Ustedes son todo lo que necesito para vivir.

–Eres demasiado cursi.

Reímos y le doy un pequeño beso. Me separo de él para ir por las telas que compramos, le paso un extremos de ellas y le pido que me ayude a cubrir los muebles. Una vez que tenemos todo cubierto vamos por algo de comer, por suerte Amalia nos dejó la cena hecha y esa mujeres tiene las manos más mágicas que he conocido, tiene una don único para la cocina.

–Antes de venir aquí, pase por el pent-house –me informa Ross –y todo quedo como lo querías, Ángel hizo un excelente trabajo.

–Pues más le vale –comienzo a servir la comida –, le dimos mucho más plazo del acordado y su trabajo tiene que ser más que excelente.

–¿Tanta prisa tienes por irte de aquí? –siento como él se acerca a mí y queda pegado a mi cuerpo desde atrás.

Sus manos se apoyan sobre la encimera de la cocina y quedo prisionera entre ellos, hunde su nariz en mi cabello e inhala profundamente, luego suelta un gruñido de satisfacción y me remuevo por la excitación que me produce escucharlo. Giro para poder mirarlo a los ojos y con prisa Ross se apodera de mis labios, lo hace con tanto fervor que las piernas me flaquean y él parece notarlo, porque rodera la cintura con su brazo. Nos devoramos el uno al otro sin penas ni timideces, nos dejamos llevar por la pasión y el deseo.

Enrosco una pierna a la cadera de Ross y nuestros sexos comienzan a moverse por sí solos, creando una fricción dolorosamente placentera. Nos separamos para tomar un poco de aire, pero Ross no pierde oportunidad de romper mi blusa y brasier, dejando mis pechos expuestos y a su completa disposición, él los contempla por un breve instante y luego se lanza sobre ellos. Primero los masajea un poco y hala de mi pezón con un poco de fuerza, produciéndome un fuerte gemido por el placentero dolor y cuando se lleva uno de mis pechos a la boca me produce a un más placer. Intento pedirle que no juegue con ellos, porque al estar dando de lactar mis pechos están mucho más sensible que nunca y, además, que la leche fluye de ellos como agua en un rio.

–Si no me dejas divertirme con tus pechos, entonces tendré que buscar otra cosa con la cual divertirme.

Al principio no comprendo a que se refiere, pero en cuanto su mano cae sobre mi centro todo en mi mente quedo más que claro.

Ross arranca mis shorts y bragas de un solo tirón, por lo menos algo de mi ropa quedo intacta o eso espero, con dolorosa paciencia masajea mi clítoris con su mano y con su boca deja un rastro de besos por todo mi cuerpo, para cuando su boca llega a mi monte de venus se detiene. Miro hacia abajo, ya que él esta arrodillado y lo único que puedo ver es una sonrisa socarrona, que me produce querer golpearlo hasta que vuelva a darme el exquisito placer que hasta hace algunos segundos me estaba dando. Él se pone en pie y ahora tengo que mirar hacia arriba, hay veces que detesto esta enorme diferencia de estatura.

Antes de poder preguntarle por qué se detuvo, él me toma por la cintura y me sube a la encimera, corre la comida que estaba sirviendo y me pide que me recueste sobre la superficie fría. No pongo objeción alguna y hago todo lo que me dice, después de todo él es el único que tiene experiencia en a lo que sexo se refiere. Veo como él desciende frente a mí y desaparece entre mis piernas, lo primero que siento es su aliento contra mi excitado sexo y la espera a sentirlo a él es tanta que incluso me excita aún más, si eso es posible.

Con la primera lamida suelto un sonoro jadeo y no me importa si alguien me escucha, con las siguientes nada es diferente y solo me dejo llevar por el placer que Ross me está dando, y ¡mierda, sí que es bueno! Cada lamida es mejor que la anterior y eso me está volviendo loca. Ross me introduce un dedo, mientras él continua lamiendo mi clítoris, me incorporo un poco por la sorpresa y rasguño sus hombros por el placer, lo que parece gustarle, porque recibo un gruñido de satisfacción.

Ross aumenta la velocidad de sus dedos y me lleva hasta el límite, intento resistirme pero se me es imposible y cuando él me pide que me deje llevar por el placer, lo hago sin objetar. El orgasmo me arrolla por completo, produciéndome espasmos por varios segundos. Cuando me recupero me incorporo y obligó a Ross a que también lo haga, lo beso de manera salvaje y desesperada, porque es así mismo como me siento y quiero tenerlo dentro de mí ahora mismo.
Desabrocho su pantalón con torpeza, porque no me encuentro capaz de besarlo y desnudarlo, y no sé si es por ser torpe o porque el orgasmo me frio el cerebro, pero él termina por ayudarme a desabrochar sus estúpidos pantalones y su erección queda a la vista.

–No te preocupes –me susurra contra mis labios –, estas tan mojada que podré entrar en ti sin problema, apenas y me sentirás.

–Eso no me preocupa –lo aparto un poco y tomo su miembro entre mis manos –, temo que no puedas complacerme.

Una sonrisa maliciosa se dibuja en los labios de Ross, él me toma por la nuca y une nuestros labios en un rudo beso.

–Cariño, no hay mujer que no haya encontrado placer en mis brazos.

–Demuéstramelo –le desafío.

Él vuelve a besarme con rudeza y mientras lo hace frota su miembro contra mi clítoris, arrancándome fuertes gemidos de placer y una gran ansiedad por tenerlo dentro de una vez por todas. Le suplico que deje de torturarme y que me penetre de una buena vez, una estúpida sonrisa de burla se le dibuja en su rostro y me tortura por algunos minutos más, cuando por fin se decide a acomodar su miembro en mi entrada me parece escuchar un quejido. Detengo a Ross y le pregunto si escucho lo mismo que yo.

–No escuche ruido alguno –Ross intenta penetrarme y lo empujo para poder estar segura de que solo fue imaginación mia –. ¿No me dejaras así, no?

–Solo dame un minuto –pido.
Agudizo el oído y por un momento no escucho nada, pero luego Isobel rompe en llanto y eso me pone en alerta.
–Lo siento, pero nuestra hija requiere mi atención.

Deposito un beso en los labios de Ross y me bajo de la encimera, tomo mis shorts del suelo y me los coloco rápidamente, luego tomo la camisa de Ross que se encuentra junto a la entrada, y la cual no se en qué momento se quitó. Cruzo el departamento corriendo y mientras lo hago abotono la camisa, llego a la habitación de Isobel agitada y no es solo por correr, sino por lo estábamos haciendo con su padre en la cocina.

Tomo a mi pequeña en brazos e intento tranquilizarla, como no lo consigo recuerdo que no la termine de alimentar, así que me acomodo en la mecedora y le doy mi pecho para que se alimente bien. Y todo esto paso por la llega de Ross a casa, si Isobel no tuviera tanta admiración a su padre estaría durmiendo plácidamente y yo podría... sacudo mi cabeza y me concentro en alimentar a mi pequeña niña, ya luego tendré tiempo de fantasear con su padre y con todo lo que podría haberme hecho sobre la encimera de la cocina.

***

–¿Alguien me explica porque hay más cajas en la habitación de Isobel que en toda la casa?  –inquiere Logan –¿O es que mi sobrina tiene treinta años y yo no me entere?

–Pues esa gran cantidad de cajas en parte es culpa tuya –lo acuso y dejo a Isobel en su cuna –, si no le dieras regalos cada que vienes a visitarla, no tendría tantas cosas.

–No creí que fueran tantos.

Logan se rasca la cabeza y mira todo a su alrededor, al parecer está sumamente sorprendido de todo lo que le ha dado a su ahijada y de todos, Logan es quien menos regalos le ha dado a mi pequeña, por suerte su nueva habitación es grande o de lo contrario todas sus cosas no cabrían. Ross entra a la habitación con la última caja que había abajo, le indico donde ponerla y él lo hace. Los tres necesitamos un descanso después de haber pasado toda la mañana haciendo la mudanza y por suerte Logan vino a ayudarnos, no sé qué habríamos hecho sin él, porque eran muchas las cajas que había que trasladar, sin contar que hay una bebé de tres meses que demanda una gran cantidad de atención.

Ross camina hacia la cuna y toma a nuestra hija en brazos, comienza a jugar con ella y Logan se le une, lo que sé muy bien que terminara en una discusión absurda entre ese par. A Logan le gusta picar a Ross sobre cómo será la vida de Isobel una vez cumpla los dieciocho y sobre todo a donde él la podría llevar. Se lo celoso que puede ser Ross, si así fue con Kate, no quiero ni imaginar cómo será con nuestra hija y solo ruego porque Isobel no sea una niña rebelde que hará todo lo opuesto a lo que su padre le pide u ordena.

Escucho la voz de Emma y se me ponen los pelos de punta, le envié un mensaje esta mañana diciéndole que Logan estaría aquí y que lo mejor sería que pase por la tarde para que me ayude a ordenar la habitación de Isobel, al parecer no vio el mensaje o solo decidió ignorarlo. Salgo de la habitación y me asomo por el barandal para que ella me vea, pero lo que mis ojos ven no es nada agradable. Emma viene vestida con un vestido negro extremadamente ceñido y por lo desalineado que va, me hace pensar que mi sobrina no viene de su departamento, sino del de un chico con el que compartió la noche y supongo que es él que va detrás de ella.

La saludo y ella se percata de mí, sube con prisa las escaleras y se abalanza sobre mí para abrazarme, lo que me hace detectar el olor a alcohol que tiene todo su ser, cuando se separa le lanzo una mirada de molestia y ella no parece entenderla o solo no me presta atención.

–Te envié un mensaje esta mañana –mi tono de voz demuestra mi molestia –¿No lo leíste?

–No tengo batería –ella demuestra una falsa pena –. Pero prometí que vendría a ayudar y aquí estoy, ¿no es así?

–Hola. Perdón por llegar sin ser invitado, pero ella me dijo que un par de manos extras serian buenas. –Examino con la mirada al chico parado detrás de Emma y no me agrada lo que veo –. Disculpa no me he presentado, soy Edward Bianchi.

Abro los ojos en demasía al escuchar su apellido y miro a Emma para que me explique que hace con este chico, pero ella no dice nada y pasa junto a mí en dirección a la habitación de Isobel. Me adelanto a ella y le impido el paso, le advierto que hoy no quiero ninguna clase de pelea y que antes de que pueda ver a mi hija debe darse un baño para quitarse todo ese olor a alcohol. Le indico que vaya a mi habitación y que se bañe allí, además de que busque algo entre las cajas de ropa.

Emma desaparece sin más y deja al chico aquí conmigo, no me siento cómoda teniéndolo cerca, solo espero que él no tenga parentesco con la loca que conozco con el mismo apellido, porque de ser así Emma tendrá que darme muchas explicaciones y no solo a mí, sino que a sus padres también. Logan sale de la habitación y al ver chico parado frente a mí frunce el ceño, se acerca a nosotros y me pregunta quien es, le explico cómo es que ese chico llego hasta aquí y su ceño se frunce mucho más.

Una serie de preguntas rápidas comienzan a caerle al chico y decido intervenir antes de que algo malo suceda, le pido a Logan que vaya a la habitación de Isobel y ayude a Ross a colgar la camiseta enmarcada que él uso cuando jugaba, y al chico le pido ayuda para ir por algunas bebidas. Tiro del brazo del chico y bajamos las escaleras, de camino a la cocina le pregunto cosas triviales, pero intento sacarle información sobre su familia y de donde proviene, y por su falta de acento italiano puede ser que solo sea una mera coincidencia su apellido.

Al llegar a la cocina le pido a Edward que saque los vasos de la repisa y yo voy al refrigerador por la bebida, por suerte Amalia lleno la despensa y el refrigerador con todo lo necesario. Saco el zumo de manzana y comienzo a servirlo en los vasos, antes de poder terminar de servir Ross entra en la cocina como un torbellino y trae con él a Isobel en brazos, Logan viene detrás y parece no entender nada y ya somos dos.

Ross me entrega a Isobel y una vez que la envuelvo con mis brazos él se abalanza sobre el chico, suelto un grito por la sorpresa y le grito a Logan que haga algo para separarlos, porque Ross parece tener toda la intención de querer asesinar al Edward. Logan se toma su tiempo antes de intervenir y yo no dejo de gritar para que esta locura se detenga, mi histeria afecta a Isobel y la hace llorar a todo pulmón. Cuando Logan logra separar a Ross de Edward me interpongo en el camino de Ross.

–¿Qué estás haciendo? –inquiero con preocupación –¿Por qué te le has ido encima?

–¡Es un Bianchi! –Vocifera él y eso asusta a Isobel, haciéndola llorar aún más –¿Qué demonios hace un Bianchi en nuestra casa, y sobre todo que haces tú con él?

–La violencia no soluciona nada –le recuerdo e intento calmar a nuestra hija. Se la entrego a él y me giro para quedar frente al chico –. Lo mejor será que te vayas.

Edward asiente y sale corriendo de aquí, cuando escuchamos la puerta cerrarse Logan nos pregunta que fue todo esto que paso y que problema teníamos con aquel apellido, con rapidez le explico lo que paso con mi hermano y Kenia Bianchi, sobre todo que esa mujer intento matar a mis sobrinos. En cuanto termino con mi relato, Ross me pregunta cómo es posible que haya dejado que ese chico se queda más de un segundo en nuestra casa, sobre todo cuando tenemos a nuestra hija aquí y para completar escena Emma hace acto de presencia.

Ross le pide a Logan que se lleve a Isobel a su habitación y por su tono de voz no deja a ningún tipo de objeción, así que su amigo toma en brazos a nuestra hija, que llora a todo pulmón y sale de la cocina sin decir nada. Intento decir algo, pero Ross me silencia rápidamente y me dice que esto no es conmigo, sino que es con Emma. Ella mira con el ceño fruncido a Ross y toma una postura de arrogancia, la misma postura que toma siempre que alguien intenta sermonearla por el estilo de vida que lleva.

–¿Tienes idea de a quien has traído a nuestra casa? –pregunta con molestia Ross.

–Por supuesto –responde Emma y eso parece dejar perplejo a Ross –. Es un chico con el que tuve sexo y fue un sexo poco memorable.

Un golpe me sobresalta y me giro para mirar que fue lo que Ross golpeo o rompió, me encuentro con su mano llena de sangre y un vaso de vidrio aplastado contra la encimera. Me apresuro por buscar un paño con el cual cubrir la herida de Ross y así detener el sangrado, pero cuando lo escucho hablar dejo de buscar y lo miro.

–Eres una niña inmadura –afirma él y da un paso hacia Emma, pero ella no se intimida –y estoy seguro que siempre lo serás, jamás cambiaras y por eso mismo te veto de mi casa.

–No puedes hacer eso –le desafía ella –, porque primero esta casa no es tuya y segundo te recuerdo que me elegiste como la madrina de tu...

–Y por mi hija es que hago esto –la interrumpe Ross –, no pienso dejar que la pongas en peligro cada que se te ocurra y tampoco dejare que pongas en peligro a Annie, así que tu no volverás a entrar a esta casa y podrás ver a Isobel siempre que yo esté presente.

Dicho eso Ross sale de la cocina hecho una furia, tomo el paño que había estado buscando e intento ir detrás de él, pero Emma se interpone en mi camino. Cuando la miro a los ojos me doy cuenta que no se ha tomado en serio las palabras de Ross y él fue muy duro al decir que no podría venir aquí ni que podría visitar a menudo a Isobel.

–Tu noviecito se la da de gran macho –musita con burla Emma –y ambas sabemos que no lo es, además, no es quien para prohibirme venir a tu casa, ni mucho menos para ver a mi prima. Se va a ir de culo cuando...

–Lo siento Emma –la interrumpo y la miro directo a los ojos cuando digo las siguientes palabras –, pero estoy de acuerdo con lo que decidió Ross. Hoy viniste con un extraño a nuestra casa y no solo eso, puede ser familiar con la mujer que arruino la vida de tu madre y que intento hacerte daño a ti y a tus hermanos, pero si a ti eso no te importa, pues bien. Solo que yo no me sumo a esta locura, tengo una hija por la cual ver y si tú no te das cuenta de eso, lo mejor será que mantengamos cierta distancia.

–¿Realmente harás lo que él quiere? –Emma parece decepcionada por mi actitud –¿Tan rápido dejaste que un hombre te controle y pisotee?

–No estoy dejando que nadie me controle o pisotee –le aclaro enseguida –. Hay una gran diferencia entre coincidir ideas con tu pareja y dejarme controlar.

–Pues yo solo puedo ver como estas arruinando tu vida junto a un hombre que solo te hizo sufrir –Emma camina en dirección a la salida y antes de cruzar la puerta se vuelve para decir algo que me hiere –. ¿En serio crees que él podría cambiar, dejar de ser un mujeriego que tiene sexo con cuanta mujer se le atraviesa? Porque si es así, déjame decirte que te llevaras una gran desilusión, solo espero que no sea muy tarde cuando te des cuenta de ello.

Y luego de esas palabras Emma se va de mi nuevo hogar, dejándome con un interrogante que no me había hecho hasta ese momento. ¿Ross realmente podrá vivir toda una vida teniendo sexo con una sola mujer, una mujer que no tiene experiencia alguna sobre a lo que relaciones sexuales se refiere?

Me quito esas ideas de la cabeza y voy en busca de Ross, salió de aquí con la mano ensangrentada y no quiero que nada malo le pase. Subo las escaleras con prisa y me dirijo a la habitación de Isobel, pero allí solo esta Logan con mi pequeña dormida en sus brazos, le pregunto a él si vio a Ross y me dice que paso como una furia y luego entro en su habitación. Asiento con la cabeza y camino hacia nuestra habitación, pero antes de poder entrar Logan me pregunta que fue lo que paso con Emma, no digo nada y entro en la habitación.

Al entrar escucho el agua corriendo en el baño, camino hacia allí y encuentro a Ross con la mano bajo el chorro de agua, intentando detener el sangrado. Me acerco a él y le ayudo, en un principio esta reacio a que lo haga pero termina por aceptar mi ayuda. No decimos nada, solo me concentro en intentar detener el sangrado y como no lo consigo voy a por mi teléfono para llamar a emergencias.

Marco el numero correspondiente y me atienden enseguida, cuando estoy hablando con la operadora Ross me pide que cuelgue el teléfono, porque no es necesario llamar a emergencias por un simple corte con algunos vidrios.

–No es un simple corte –remarco –, tus heridas son profundas y el sangrado no se detiene. Un médico tiene que verte.

Continuo con la conversación con la operadora y mientras le estoy la dirección del pent-house Ross me arrebata el teléfono de las manos. Lo veo colgar la llamada y me enojo con él.

–Antes de que digas algo... –habla primero él –, te diré que no me parece necesario llamar a emergencias por esto, pero sé que insistirás en que vea un médico y por eso iré yo mismo a urgencias. Le diré a Logan que me acompañe y tú te quedaras aquí con Isobel.

Asiento con la cabeza y Ross sale de la habitación, y yo lo sigo. Soy la primera en entrar en la habitación de nuestra hija y Ross se queda en la puerta, no entra y es lo mejor, no quiero que Isobel vea como le sangra la mano a su padre, ya tuvo suficiente con los gritos de hace un rato. Le pido a Logan que acompañe a Ross y él acepta de inmediato, así que ambos hombres salen de aquí.

Me acerco a mi pequeña y ella se encuentra sumida en un profundo sueño, me inclino para depositar un beso en su mejilla y me pongo a ordenar un poco su habitación, pero termino solo moviendo algunas cajas de una lado a otro y me doy por vencida. No tengo cabeza para hacer nada y menos si no se cómo se encuentra Ross, sé que es apenas una cortada y no una operación de trasplante o algo de ese calibre, pero me inquieta el no estar con él y escuchar lo que le medico tenga que decir.

Escucho mi teléfono sonar y lo busco con desespero, no se dónde se encuentra. Al encontrarlo me desanimo, no es la persona que esperaba, sino más bien, mi sobrino mayor. Soltando un suspiro paso de contestarle, no quiero ocupar la línea y es que Ross podría llamarme por cualquier cosa.

Guardo el teléfono en mis vaqueros y tomo una de las cajas con la ropa de mi pequeña, la llevo hasta el armario y la dejo allí, hago lo mismo con cada caja que tiene ropa de mi pequeña y una vez que las tengo todas dentro del armario comienzo a acomodar la ropa en los estantes. Pocos minutos después escucho el timbre y eso hace que Isobel despierte, salgo con prisa del armario y me acerco a ella para que sepa que no está sola. El timbre vuelve a sonar y tomando en brazos a mi pequeña voy a ver de quien se trata.

Tomo el teléfono que conecta con la portería y la voz de un hombre que parece haber fumado dos cajetillas de cigarrillos me comunica que Magnar se encuentra en la entrada, le digo que lo deje subir y él hombre me indica que debo bajar para dejar asentada la autorización. Mientras bajo Isobel se remueve en mis brazos y eso me indica que se encuentra incomoda, lo que significa que necesita un cambio de pañales o que desea volver a dormir, verifico que no sea la primera y me equivoco, Isobel necesita un cambio de pañales con urgencia.

Al llegar camino con prisa hasta donde se encuentra mi sobrino y el encargado del edificio, firmo los papeles que el encargado me indica y empujo a Meme hasta el ascensor. En cuanto entramos en la caja metálica Isobel rompe en llanto, maldigo mentalmente. Magnar me pide que le ha Isobel y le digo que primero necesita un cambio de pañales, lo que hace que él frunza el ceño a modo de asco, ruedo los ojos y en cuanto llegamos a mi piso corro hasta la puerta y la abro con prisa, luego me echó a correr hasta la segunda planta.

Magnar entra en la habitación de Isobel cuando ya he terminado de cambiarle el pañal, mi pequeña ahora se ve más risueña que hace algunos minutos, ahora si sonríe y deja ver su alegre personalidad. Me siento en la mecedora y la acurruco contra mí, Meme tomo un banquito que Ross ha utilizado para colgar el cuadro con la remera y se coloca frente a nosotras, comenzamos a hablar de cosas triviales y entonces él me dice el motivo de su visita y la llamada que no conteste.

–Henrry ha conseguido que el juez le otorgue una prueba de paternidad –escuchar aquello me deja bloqueada –, con mi papá hemos intento apelar a esa decisión pero el juez no ha cambiado de opinión y te debes presentar con la niña en un lapso de quince días en el hospital asignado por la corte.

–Isobel es cien por ciento hija de Ross –aclaro de inmediato y Magnar asiente en concordancia conmigo –, nadie puede dudar de ello.

–Y nadie lo hace Annie –me dice para mi tranquilidad –, pero para la justicia eso no cuenta, así que debemos acatar a la orden del juez.

Apego a Isobel mucho más a mi cuerpo y Meme intenta tranquilizarme, él me explica que todo será como una revisión de rutina con el médico y entonces, le pido que sea Chris o el tío Zack quien se ocupe de todo y mi sobrino me dice que no cree que eso pueda ser, ya que el juez ha asignado a personas que no tengan nada que ver con ninguna de las partes. Asiento, pero no me siento cómoda con ello. Meme me pone al tanto de que esta orden salió una semana después del nacimiento de mi pequeña, pero no me lo informaron hasta ahora porque tenían la esperanza de que en la apelación sea a nuestro favor y eso no sucedió.

–No quiero ver a Henrry en el hospital –sentencio y Meme asiente –. ¿Ross ya lo sabe?

–Mi papá iba hablar con él ayer, pero no sé si lo hizo –no creo que lo haya hecho o de lo contrario Ross me lo hubiera dicho enseguida –. Quien sí lo sabe es mi abuelo y como supondrás casi ha ido en busca de Henrry para darle una paliza, pero tranquila, no lo ha hecho.

Suspiro aliviada y le pregunto quién más lo sabe, mi sobrino me dice que nadie más y que ni siquiera su madre lo sabe, asiento y continuo meciéndome en la mecedora con Isobel en brazos. Miro a mi pequeña y ella ya está dormida nuevamente, acaricio su cabello castaño claro, idéntico a su padre, y pienso en que puede ganar Henrry con todo esto. No entiendo por qué hace esto, ¿por qué no solo se dedica a su esposa e hijo y se olvida de mi existencia?

Escucho unos pasos en el pasillo y Ross aparece en el lumbral de la puerta, él se acerca hasta mí y me muestra la venda que le pusieron en la mano, también me explica que la cortada fue algo profunda pero no tanto como para que le pongan puntos y al saber aquello me siento algo mejor, solo algo. Me levanto de la mecedora y Ross me ayuda, él besa la cabecita de nuestra hija y yo la llevo a su cuna para que duerma mejor. Camino hacia una de las cajas y de ella saco el monitor que siempre dejo en la habitación de Isobel, lo coloco encendido cerca de su cuna y les indico a los hombres que salgamos para poder hablar mejor, Ross debe enterarse de lo que está pasando.

Bajamos a la sala y allí se encuentra Logan, él esta recostado en el sofá con forma de L y mira un partido viejo de sí mismo, a veces ese chico puedo ser demasiado egocéntrico. Magnar y Logan se saludan y nos acomodamos como podemos, porque aún hay mucho desorden por aquí, yo me quedo de pie y es que no me puedo quedar quieta.

Le pido a Meme que le diga a Ross lo que me ha dicho y así lo hace, miro al hombre que amo con atención y cuando mi sobrino termina de explicar todo lo que está pasando Ross se mantiene tranquilo, muy calmado, demasiado calmado y no sé si eso es bueno o malo. Sin embargo, Logan sí que reacciona. Él se levanta del sofá como un resorte y comienza a maldecir, le hace demasiadas preguntas a Magnar y mi sobrino le responde todas las que puede, pero le dice que esto solo deberíamos tomarlo como un simple trámite, porque todos sabemos quién es el verdadero padre de Isobel.

–¡Venga Ross! –exclama Logan con enfado –¿No piensas decir nada?

–¿Y qué quieres que diga? –inquiere con calma Ross, mira a su mejor amigo y este parece perder los papeles –No te enfades tanto, o te arrugaras y ya no serás tan atractivo.

Ross ríe por su broma y yo lo miro asombrada. ¿Como puede bromear en un momento como este?

–Primero que nada, yo siempre será atractivo, sin importar que me pase –aclara Logan y luego despotrica contra Ross: –y segundo: ¡Te acaban de decir que alguien está poniendo en duda la integridad de tu familia y estas allí sentado con una tranquilidad que jode!

–Ross... –hablo y él me mira, pero no me deja decir nada.

–No necesito que digas nada –espeta y eso me congela la sangre –, se quién eres y se perfectamente que Isobel es nuestra hija y de nadie más. Pero supuse que esto podría pasar, así que cuando Isobel nació mande hacernos una prueba de ADN y los resultados se los entregue a tu hermano, él se encargara de presentarlos a quien o quienes corresponda.

Ante su respuesta me siento desfallecer y las piernas me juegan una mala pasada, casi caigo de culo y por suerte tengo un sillón cerca o hubiera acabado en el suelo. Ross se acerca con prisa hasta mí y me pregunta si me encuentro bien, asiento con la cabeza porque no puedo hablar, siento la lengua pegada al paladar.

Ross me lanza aire con su boca y el olor a menta que tiene me encanta, sin dudarlo lo tomo por el cuello y lo beso, lo beso con tanto amor y pasión que no me importa que mi sobrino y Logan se encuentren a pocos metros de nosotros, solo quiero que note cuanto lo amo. Ross no tarda nada en responder a mi beso y me toma de la cintura para acercarme a su cuerpo, por su agarre fuerte noto que este beso le está gustando, me separo de él cuando siento que me falta el aire y sin vergüenza alguna le susurro junto a sus labios que me lleve a la cama.

–Marchaos –demanda Ross. Logan intenta hablar, pero mi hombre le corta y le habla con rabia –Logan si no te vas en este instante, te juro por mi madre que te rompo cada hueso del cuerpo.

Pocos segundos después escuchamos la puerta del pent-house cerrarse y eso me hace sonreír, Ross vuelve a tomar posesión de mis labios y me levanta en brazos como si no pesara, nos besamos todo el rato y cuando me doy cuenta ya estamos en nuestra habitación. Miro hacia la cama y veo que no está hecha, pero eso no importa, porque lo que vamos hacer en ella no es necesario que este hecha. Con mucha delicadeza Ross me deja en el suelo y luego con la mayor de las prisas me desnuda por completo, no sé ni como lo ha hecho pero estoy desnuda ante él.

–Tienes mucha ropa –señalo.

Con rapidez Ross le pone remedio a lo que le dije y él también se desnuda, lo miro y su enorme erección hace que la boca se me seque y otra parte de mi cuerpo se humedezca. Nos besamos con pasión y salvajismo, ya no hay nada dulce ni delicado y debo aceptar que me gusta, me gusta sentir que puedo sacar su lado salvaje.

–Te deseo tanto que duele –sonrió ante su confesión y él me lleva hasta la cama, me deja caer y mirándome a los ojos dice: –, ahora mismo no quiero juegos previos, solo quiero hundirme en ti y hacerme mi mujer.

–Haz conmigo lo que quieras.
Un gruñido excitante sale de él y acomoda su erección en mi entrada, jadeo por la anticipación de saber que entrara en mí.

Llanto.

Escucho el llanto de mi pequeña y Ross se detiene, lo veo cerrar los ojos con demasiada fuerza. Me incorporo y tomo la camiseta de Ross, me la coloco y camino hacia la puerta, pero antes de salir le digo.

–No te desanimes, hare que vuelva a dormir y vuelvo para que me hagas tuya.

Nunca Lo Imaginé ||Libro 3|| Trilogía Nunca ✔Where stories live. Discover now