Saco las llaves del bolsillo de mi bolso y abro la puerta. Al entrar mis fosas nasales sienten un delicioso aroma que se me hace muy familiar, así que dejo mi bolso en el sofá y hambrienta me dirijo a la cocina.
A medida que me acerco percibo los murmullos y risas, grito de emoción y de sorpresa cuando me encuentro con Laia, Susie y Mike y corro a abrazarlos.

-¿Qué hacen aquí?- digo cuando me separo de ellos. Pensé que lo que fuera que pensaban hacer lo harían fuera de casa, como se le ocurre normalmente a Susie, al parecer quisieron cambiar sus planes por esta vez.

-Susie le avisó a tu mamá que la paloma por fin alzaría vuelo y nos llamaron para celebrar- dice Mike.

¿Paloma? ¿Qué... de qué carajos? Ah, hablan de mí. Creo que eso me pasa por conseguir un amigo que no se comunica como los mortales del común.

-Pensamos que la mejor manera de hacerlo eran las famosas tortitas rellenas de tu mamá y mi postre- dice Laia orgullosa- Sí, lo sé, somos los mejores, agradece más tarde.

-Muchachos, traje los refrescos- dice mi mamá entrando en la cocina- Hola Jossie, que bueno que llegaste- me propina un beso en la mejilla.

-Sí, por suerte el turno estuvo algo ligero o de lo contrario no sé a qué horas habría salido.

Decidimos transportar la conversación a otro escenario, específicamente a la cocina, en cuanto menciono que muero por probar esas tortitas y todos resultan estar de acuerdo conmigo.

-Es que no puedo creerlo- exclama Susie- ¡Hasta que al fin pudiste recolectar esos miserables dólares!

Me apresuro a tragar la comida y tomo un poco de refresco para responderle.

-¿Eso fue un reclamo o una felicitación, Mrs. Riqueza?

-Ambas Josselyn, es que si hubieras aceptado nuestra ayuda el año pasado esta sería tu segunda vez en el campamento.

Y volvemos con el asunto.

-Pero no quería quedar como una miserable mantenida, recibiendo sus miserables pesos como tú los llamas, lo quería conseguir yo misma- trato de explicarle por enésima vez.

-Bueno, el caso es que vas y que van a ser unas vacaciones que nunca vamos a olvidar- dice Laia- no discutan por tonterías sin sentido.

-Yo aún no sé cómo fue que accedí a dejarte ir- mamá pone cara de preocupación. Nunca he viajado fuera del país, además todos nuestros paseos han sido solo familiares.

-Tranquila mamá, estaré bien. Además podré llamarte de vez en cuando.

La comida transcurre tranquila y las 8:00 de la noche llegan silenciosas, así que ayudo a mi mamá a recoger la mesa y todos se disponen a irse.

-Gracias- digo sinceramente- Es justo lo que necesitaba, una tranquila cena con mis amigos. Ya ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que se dio semejante prodigio- bromeo un poco.

-No es nuestra culpa que los profesores se hayan pasado con los trabajos estas últimas semanas, por eso decidimos hacerlo, después de todo no podremos cenar así de nuevo hasta que regresemos del campamento.

-Sí, tienes razón. Los veo mañana chicos.

-Claro, Mike va a recogernos a todas, debemos ir de compras por lo necesario- Susie está radiante de emoción.

-¿Qué? ¿Y por qué no tú? Se supone que eres la del descapotable, lo vives presumiendo todo el tiempo- reprimo la risa al ver como Mike trata de parecer indignado y sacude sus manos por todos lados.

-Está bien, ya entendí, los recogeré a las 2:00- dice Susie resignada.

Es entonces, en ese preciso momento en el en que me encuentro dirigiéndome a la salida con todos siguiéndome rebosantes de sonrisas, en que la mía propia se congela en mi rostro, solo...pasa. Siempre he sabido distinguir el sonar de las pisadas, en un día de sol, en un cuarto oscuro, da igual, supongo que solo es un mal hábito adquirido cuando el temor a ser atrapado es parte de tu cotidianidad.

Así que cuando se escucha como tocan el timbre cuatro veces seguidas y lanzan un sobre bajo la puerta, el cual choca con mis pies, no me sorprende del todo, sin embargo, un escalofrío me recorre la columna vertebral por la familiaridad de la situación. Miro por encima de mi hombro y veo que mi mamá de repente tiene tanto o más miedo que yo.

Todo lo siguiente transcurre en cámara lenta.

-¡Retrocedan! ¡Al suelo!- grito.

Y sin dudarlo todos obedecen. Diez segundos, ese es el tiempo que transcurre para que la puerta vuele en mil pedazos y una lluvia de astillas nos golpee.

Siento un fuerte pitido en mis oídos y por impulso llevo las manos a mí cabeza cuando un fuerte punzada de dolor me invada, acción estúpida, pues esto no hará que se detenga. Por un momento no logro orientarme, todo parece demasiado lejano y las imágenes pasan distorsionadas frente a mis ojos, luego de no sé cuanto tiempo me levanto aturdida, mientras me apoyo en la pared para dirigirme a la salida dando tumbos, sin embargo no soy lo suficientemente rápida y solo alcanzo a divisar como una camioneta negra arranca muy rápido en la calle.

Miro el sobre en mis manos, no tiene ningún sello ni nombre de remitente. Pero no hace falta que esté marcado, la situación nos revela la respuesta a esa pregunta, decido abrirlo y al hacerlo me encuentro una nota que dice:

"Nunca se ha terminado realmente".

Debajo hay un símbolo de la rosa de los vientos y en las cuatro puntas principales está trazada una "X" roja, en una de ellas dice: "The next".

Mi mamá se acerca a mí y yo le entrego la nota.

-Han vuelto- le digo.

El deleite de tu peligrosa miel.Where stories live. Discover now