19

1.5K 139 18
                                    

Rubius.

Cabrón… como me hiciste desearte esta noche, manipulaste todos mis fetiches para usarlos a tu favor, y ahora viéndote dormir tan plácidamente, como si no me hubieras echo nada, me daban ganas de repetir otra vez toda la secuencia.

Horas antes.

Habíamos terminado de cenar, ya tenía todo limpio y ordenado, en eso escucho que me llamas desde la habitación, al llegar me cubres con una venda los ojos y me obligas a sentarme en una silla que ya habías colocado con anticipación.

-¿Qué haces Vegetita?

-Sh, calla –sentí como rompías mi camisa, dejándome con el pecho libre –tienes prohibido hablar, Doblas.

Sonreí por la voz coqueta del pelinegro, lo cual me ponía ansioso, al no poder ver lo que hacía solo me guiaba por sus pasos, pero sin una pista de lo que andaba tramando.

Sin previo aviso, ató mis manos en el respaldo de la silla y de un tirón me quitó los pantalones dejándome en calzoncillos. Algo que era extremadamente suave comenzó acariciar mi piel, lo cual se erizaba por el fino contacto, deduje que se trataba de una pluma o un pincel.

Esas sensaciones persistentes por las zonas más sensibles de mi cuerpo, lograban endurecer mi miembro, exigiendo una estimulación más profunda, pero era ignorada totalmente, lo cual provocaba leves gemidos de mi parte. Deje salir uno bien sonoro que detuvo por completo todo movimiento, ocasionándome una ansiedad de no saber que sucedía. 

-¿Qué pa-¡AH! –un fuerte ardor se hizo presente en mi estómago, para después sentir la mano de Vegetta sobre ello.

-Te dije que hicieras silencio, cariño -¿pero qué cojones está pasando? Y ¡¿Por qué me gusta tanto?!

Después de un largo rato entre azotes, tortura y suaves toques, sentía que iba a reventar, comencé con la idea de desatarme, pero era en vano, los nudos que me había hecho Vegetta eran demasiado difíciles de deshacer.

Sentí como este libraba de mi cuerpo la última prenda que cubría mi erección. Sentí como un líquido un poco frio sobre la cabeza de mi pene, después el agarre con su mano, comenzando a masturbarme, hice la cabeza hacia atrás y sentí besos húmedos sobre mi clavícula, el placer era combinado entre los movimientos y la lengua de Veg descendiendo cada vez más cerca de mi erección. Y sin previo aviso comenzó a chupar con rapidez, haciendo garganta profunda, de lo cual me hacía perder la poca cordura que estaba manteniendo.

Varios gemidos se me escapaban, donde recibía azotes que provocaban más placer del que jamás había imaginado, ¿desde cuándo Samuel sabe hacer esto? Lo peor de todo es que me estaba gustando. 

Inesperadamente todo movimiento se detuvo, dejándome a mitad de las sensaciones, sentí como Vegetta se colocaba arriba mío y comenzaba a moverse sobre mi miembro, joder… como me hacía desear metérsela de una vez.

-¿Quieres entrar? –susurro en mi oído, provocándome una gran desesperación, como me dolía la entrepierna.

-S-si –no pude evitar jadear al responder. Y sin más, sentí como era posicionado en la entrada de mi contrario, se introdujo bajando lentamente, liberando el ansioso placer por todo mi cuerpo. 

Al moverse, gemir, repetir mi nombre constantemente y yo sin poder mirar esa obra de arte, fue detonante suficiente para desatar mis manos, tomar la cintura de Samu y comenzar a moverme a un ritmo más apresurado. Esto provoco que mi amado gimiera a lo loco mientras lo embestía con fuerza. 

Quitó la venda de mis ojos, y lo que vi me estimulo muchísimo más, tenía puesta unas orejitas de oso que sobresalían entre su pelo oscuro, un collar que tenía tachas y varios objetos que había utilizado conmigo desparramados por el suelo. Sin mencionar la brillantes de su piel provocada por la vaselina que lo cubría por completo.

Me tienes cautivadoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin