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Vegetta.

Pasaron unos días después de cumplir mis treinta y cinco años, Auron me recomendó ir de vacaciones. Así despejaba un poco mi mente. Estuve varios días pensándolo, hasta que decidí irme a explorar un poco, buscar alguna aldea o algo así. Le pedí a Alexby que me cuidara los animales y los alimentara, no era necesario que limpie o hiciera algo en casa, ya había contratado al servicio del pueblo. El gustoso me dijo que si, y que no me preocupara, que todo estará bien.

Me levante temprano para recoger mi mochila, llevando todo lo necesario para comenzar el pequeño viaje. Había dejado todo preparado, así que solo cerré la puerta de casa y me fui sin mirar hacia atrás.

Varias horas camine bajo el frio del bosque nevado, me recomendaron ir en tren pero preferí salir por mi cuenta, quería conocer más el terreno, además de que la naturaleza me gustaba mucho.

Encontré un pequeño pueblo al sur de Karmaland, estaba creciendo y tenía pocos habitantes, pero fueron amables conmigo ya que aclare que iba de paso y ayude en algunas construcciones, ellos me agradecieron con comida y un lugar para descansar en mi primera noche.

Me acomode en el pequeño lugar, sentándome en la cama, descansando del largo día, me sentí bien y tranquilo, despejando mi mente de cualquier pensamiento que me haga pensar en casa o lo que sea relacionado con mi hogar.

Decidí bañarme, pero me encontré con la ducha averiada, sin permitir que saliera el agua. Fui a la casa de al lado, para preguntar si había una posible solución, y comentar el problema que tenía. Toque la puerta y espere.

-¿Si? -un señor mayor abrió y me reconoció, con una gran sonrisa me hizo pasar -¿Qué sucede joven? Pensé que ya estaría durmiendo.

-Era la idea después de ducharme, pero el baño se encuentra averiado, y quería saber si tenía alguna opción más.

-¡Ah! Si si, mira, acá en el pueblo aún no tenemos ducha que funcione correctamente, ya que recién empezamos a hacer las instalaciones de las tuberías -yo asentí mientras lo escuchaba -hay un baño pasando la plaza, todos vamos ahí, tienes agua caliente y puedes quedarte tranquilo, nadie te sacara tus pertenencias.

Agradecí por la ayuda y me dirigí a la casa para recoger mi toalla con mi cambio de ropa, pase la plaza, camine un poco más y me encontré con un cartel que decía "Baño del pueblo" mire hacia el edificio que tenía en frente, era chiquito pero se veía cómodo.

Ingrese tranquilo, donde una recepcionista me recibió.

-Buenas noches caballero -saludo cortésmente.

-Buenas, vengo a darme un baño.

-Claro, venga conmigo por favor -la muchacha me dirigió hasta la puerta que tenía el símbolo masculino -aquí hay casilleros donde puedes guardar tus cosas, solo se permite estar por una hora máximo, aquí te dejo la llave, que lo disfrutes -de sus pequeñas manos ofrecía una llave chiquita, la tome y entre, busque el casillero número siete, ya que ese era el número que tenía mi llave. Abrí y deje mis cosas bien colocadas, me puse una toalla alrededor de mi cintura y camine hacia la ducha que tenía un siete marcado en la parte de arriba con pintura azul. Abrí el grifo del agua, permitiendo que el agua tibia cayera en mi espalda. La sensación me relajaba y yo decidí sentarme en el pequeño escalón que había dentro.

Recordé una canción que cierto castaño me canto una vez, jamás la había olvidado, y siempre que me sentía solo la cantaba. Empecé tarareando tímido, como si las paredes me oyeran y me juzgaran, pero poco a poco cante más fuerte dejando salir alguna que otra lagrima que se mezclaba con el agua que caía por mi rostro. Apoye mi espalda, sintiéndome pequeño y triste.

Me tienes cautivadoWhere stories live. Discover now