Terreno sagrado

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Si bien yo no conocía demasiado de los aspectos personales de Wyatt no dudaba demasiado que nunca había estado con una mujer. Pero no veía intenciones ocultas conmigo en la invitación a su casa. Wyatt me amaba tanto como yo a él y sabía que deseaba hacerme sentir mejor después de ese mal rato. Por el momento me ayudaba a distraerme del asunto de Bill.

Nos dirigimos a la cocineta de la casa y el sustrajo del refrigerador un poco de jugo de naranja helado de una gran jarra de vidrio. De pronto recordé que no había comido nada en todo el día y que aun no le avisaba a mi madre que estaba con Wyatt. Había sido una tarde calurosa; en Quebec el verano podía alcanzar temperaturas de hasta cuarenta grados y ese día había sido uno de ellos.

- Lo siento Wyatt, debo hacer una llamada. Mi madre pasará por mi después y no sabe dónde estoy...

- ¡Relájate por un segundo, Sophia! – me interrumpió de repente con voz serena y colocando un vaso de jugo helado frente a mi – Ahora me contarás que pasó y por qué saliste así del camerino de Skarsgård.

Mi alrededor empezó a girar. Ahora no solamente Diane lo sabía sino Wyatt también. La tensión comenzó a crecer en mi interior ¿Y si le contaba a los demás?

- ¿Acaso te hace algo? ¿Te está acosando? – a veces Wyatt podía ser bastante inocente, pero su intención era pura y estaba preocupado por mí. Deseaba ayudarme.

- ¡No! ¡Oh por Dios, no! Wyatt, entre Bill y yo no pasa nada – dije verdaderamente aliviada al conocer sus conjeturas y notar que no podrían estar más alejadas de la realidad – Solo, ensayábamos escenas y las cosas entre nosotros se ponen tensas. Son líneas difíciles ¿sabes? Él es un maravilloso actor, es muy talentoso y bastante imponente... - Me mordí los labios para no decir de más.

El gesto de Wyatt se reflejó denso en toda su cara. Pareciera que había concebido una idea aberrante y enferma en su cerebro cuando soltó:

- Sophia, ¿acaso te gusta? – me pregunto,  con el ceño fruncido y viéndome con horror y con un aparente temor a lo que pudiera contestarle.

Definitivamente Wyatt comenzaba a sospechar y no es como que Bill y yo lleváramos una relación, solo nos habíamos acostado un par de veces. Pero la tensión sexual entre ambos comenzaba a verse evidente, por lo cual decir que no me gustaba se vería como una indudable mentira que me pondría aún más en evidencia por lo que decidí solo maquillar un poco la verdad.

- Es un gran actor Wyatt y además es guapo. Lo admiro, solo eso. No pensé que algo así pudiera crearme un mal entendido contigo o con los chicos– inventé.

Wyatt dudo por un momento esta respuesta, pero tras un minuto de silencio incomodo, que se me hizo eterno, terminó por, aparentemente, aceptarlo. Yo solo me limite a beber del vaso de jugo que estaba en frente de mí y a observar con mi vista periférica hacia todos los rincones de la casa que me desviaran de la mirada de Wyatt.

- Eres mi mejor amiga Sophia. Creo que nunca había sentido algo así por una niña. Fue feo verte llorar. Sentí algo extraño en el estomago cuando te vi así. Estoy preocupado por ti – me dijo agachando un poco la mirada tras sentenciar esto. Sus palabras eran dulces y no pude evitar ver lo rosas que lucían sus labios diciéndome todo.

Solo nos separaba la distancia de la barra en la cual yo me había inclinado con todo mi peso para prestarle atención. Wyatt lucía inmutable, no se movía mucho, pero ahora me veía de manera imperturbable a los ojos. Como un gesto de cortesía me incliné y presioné mis labios sobre los suyos con devoción.

Realmente tenía una admiración peculiar por Wyatt. Era menor que yo por solo un par de años, pero eso bastaba para que su alma estuviera llena de inocencia pura e ingenuidad hacia mi persona. Lo amaba con el dolor con el que se ama a un mártir, pero era evidente que había colocado una semilla de esperanza en su cabeza tras ese beso, la cual no era parte de mis intenciones reales. En segundos esa semilla ya se había convertido en una gigante planta carnívora que planeaba devorarme.

De manera inmediata observe como sus ojos me rodearon y en un instante él había saltado la barra para tomarme en con sus pequeños y delgados brazos y llevarme hasta el sofá con la fuerza que tuvo. Por un segundo manifesté en mis ojos que fui presa del pánico y desconcierto, pero mi boca no emitió sonido alguno.

Volvió a besarme con la boca abierta lo que dio oportunidad para que aquel beso fraternal quedara en el pasado y se convirtiera en un beso profundo del que no me sentí capaz de huir. Sentí su lengua moverse por mi boca con suavidad y aceleración, su mano comenzó a sujetar mi cuello tocando hasta mis hombros con timidez. Mi cuerpo estaba encendido y sin pensarlo demasiado dirigí su mano hasta mi pecho, bajando hasta mi estomago y haciendo que tocara mi intimidad. El tacto se volvió más caliente. Actuaba de manera casi mecánica ante todo y ninguno de los dos decía palabra alguna, solo se escuchaba una respiración jadeante, sobre todo de parte de Wyatt.

En un segundo mi sostén estaba desatado y no llevar ropa interior estaba facilitando demasiado las cosas.

Las contadas experiencias me habían puesto en una posición de experta a un lado de Wyatt y debido a las circunstancias actuales ya no podía dar marcha atrás en esta situación. En mi bolso cargaba un paquete de condones desde que comencé a acostarme con Señor B por lo que iba preparada.

Ayude a Wyatt a desabotonar su pantalón con rapidez, revelando una evidente erección, pero de diferente magnitud a las que ya había experimentado con mi otro hombre, por lo cual él no sería ningún problema.

Hice que se sentará en el sofá, colocándome a horcajadas en él para mostrarle el camino adecuado y deje caer mi cuerpo poco a poco sobre su miembro hasta tenerlo completamente en mi interior, dejando solo escapar un pequeño jadeo de mi parte. Sonreí al ver como echaba su cabeza hacia atrás y reía con una felicidad genuina al sentirse dentro de mí; su expresión reflejaba haber estado conteniendo eso desde hacía mucho.

Comencé a moverme junto con él, pero noté esa inexperiencia en los movimientos de su pelvis. Me sentía hermosa, poderosa y feliz al ver su reacción tan positiva al vernos en esa posición, pero no había esa conexión de suciedad y pasión que solía tener cuando estaba con Bill.

Una enorme perdida me invadió y entonces reparé: Estaba dejando que Wyatt me cogiera mientras que Bill me hacía el amor. Mire al vacío y me abrace a su cuello con todo mi torso, recargue el mentón sobre su hombro esperando a que terminara y una vez lo hizo sus movimientos se detuvieron. Yo permanecí inmutable todo este tiempo, solo me encargué de verme linda para él.

Lo miré con una espléndida sonrisa sabiendo que no funcionaría jamás y entonces una luz brillo en mis ojos; la hora dorada del atardecer entro por la ventana. Entonces comprendí por que Bill me había dicho que me amaba, comprendí su fascinación al estar juntos, al mirarme y al tocarme...Ahora sus palabras cobraron sentido.

En mi cabeza aun seguía confusa la idea de por qué con Wyatt simplemente no había ni siquiera logrado alcanzar un punto de clímax, pero ahora solo podía pensar en Bill, en disculparme.

Lamentaba haberle dicho todas esas cosas y ahora tendría que buscar el momento perfecto para retractarme y decirle cuan equivocada estaba y lo arrepentida que me sentía al haber peleado. ¿Pero después, qué? Deseaba mucho averiguarlo.

- Eres maravillosa, Sophia – me dijo Wyatt con una sonrisa y una expresión de saciedad en la cara echando la cabeza hacia atrás una vez más. Lo desmonté y me senté a un lado, observándolo fascinada en esa posición un instante, viendo lo maravilloso que era.

- Gracias – conteste realmente feliz: En primer lugar, por haberle entregado algo que deseaba y que lo hacía feliz y en segunda porque ahora tenía las cosas más claras y Wyatt me había hecho verlas. – Ahora debo irme Wyatt. Mi madre debe estar preocupada. Le dije tapándome los senos con un brazo y levantando mi sostén y mi blusa del piso, como toda una experta o como si no acabáramos de hacer aquello.

- ¿Tan rápido te marchas? – me dijo con una repentina angustia en la voz.

- Recordé que tengo algunos pendientes. Pero gracias. Fue maravilloso. Nos vemos – dije todo esto con rapidez y efusividad mientras me vestía y dándole un tierno beso en la mejilla a un desnudo Wyatt – En verdad ¡Gracias! – le dije emocionada al oído y salí de la casa tomando mis cosas con dificultad y colocándome mi abrigo.

Salí de la casa tan rápido como pude, y tomé el primer taxi que vi en la calle para dirigirme a casa. Tenía que pensar una excelente disculpa para Bill.

El TerciopeloWhere stories live. Discover now