Puta

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Fue raro verme en una película, pero el TCL Teatro Chino había sido un buen lugar para analizar mi espontaneidad en la pantalla y los asientos estaban lo suficientemente alejados los unos de los otros como para reírme de mi misma y tomar apunte de mis fallas al momento de actuar. Sin embargo, una bomba nuclear acababa de estallar en mi cabeza y el dolor constante crecía en mi pecho como un toxico radioactivo. No podía concentrarme demasiado, pero debía tener muy claro en la mente que estaba ahí por motivos de trabajo y negocios, no por el placer de Bill o cualquier hombre.

Me separé de Bill el resto de la noche y evité verlo totalmente, cuando me di cuenta hablaba con sus hermanos y en menos de un minuto había desaparecido del lugar.

Al terminar la proyección nos dirigimos a la cena de gala en celebración que ofrecía la productora a solo una calle del cinema.

El aroma de una fiesta de salón envolvía el ambiente y el Hollywood Roosevelt tenía el aspecto de albergar acontecimientos familiares que no permitirían el esparcimiento de las drogas más fuertes salvo el alcohol y quizás el cigarro.

No pude ir más lejos y la vigilancia constante de mi padre y madre tuvo contenido mi comportamiento, en mayor medida.

Wyatt y yo estábamos más unidos, incluso bailo un poco conmigo en lo que se había convertido en una fiesta de cocteles, no obstante, no estaba de humor para danzar o reír lo suficiente, por lo que tuve que actuar de manera continua entre las multitudes.

En el fondo mi corazón estaba sangrado y todos mis pensamientos querían dibujar con esa sangre en las paredes lo que sentía, estaba triste y necesitaba llorar. En ese momento era capaz de ofrecerle mi alma al mismo diablo si era necesario.

Hice una retirada con el pretexto de ir al baño y me encerré en un cubículo del tocador de aquel gran salón y solo porque no podía aguantar más las ganas de soltar aquel sollozo sofocado. Algo no me dejaba respirar y mis ojos empezaron a derramar lágrimas como una lluvia estrepitosa que seguramente arruinaría todo mi maquillaje, que, aunque pareciera que iba al natural, realmente estaba usando demasiado. De todos modos, tenía una mirada más bonita cuando lloraba, por lo que, aunque se notara ya no me importaba una mierda.

Mentiría si dijera que estaba harta de Bill, de estar con él como un gran secreto, de sentirme amada, aunque sabía que no lo hacía y no sería honesta en lo absoluto si dijera que lo había olvidado...Lo amaba con locura y...

Un fuerte empujón destrabó la cerradura de la puerta del tocador. El sanitario se inundó de un perfume barato y picante con olor a frutas deliciosas, el cual me resultaba bastante familiar, mientras alguien tarareaba una canción que sonaba como "You'll be a woman soon", caminando para mirar su reflejo en el espejo. Alguien había entrado justo cuando ahogaba un sollozo y se detuvo al escucharme. Unos tacones se acercaron a mi cubículo y trate fallidamente de ahogar mi incontrolable llanto.

- ¿Todo esta bien? – me preguntó una voz femenina que a penas pude reconocer. - ¿Sophia? Reconozco tus zapatillas – me dijo. Intenté hablar, pero, una vez más, solo conseguí aullar un pequeño sollozo ahogado. En seguida, escuche como los tacones de la chica corrían a colocar el seguro de la entrada del tocador y regresaban hasta la puerta de mi cubículo.

- Sophia, soy Diane. ¿Me recuerdas? – ¡Claro! ¡Como olvidar a Diane, la dulce y pequeña fotógrafa de los tatuajes!... La que había descubierto mi aventurilla con Bill. Su voz se escuchaba más tierna de lo que recordaba y el tono que usaba era compasivo. No tuve que pensar mucho para abrir la puerta lentamente. La vi un instante, analizando su larga cabellera con ligeros rizos, rubia e impecable y su sensual estilo de una chica de los sesentas en un vestido de entallado escote. Parecía una niña y a la vez una mujer fatal. Me lance a sus brazos sin pensarlo demasiado y deje soltar un llanto estrepitoso.

El TerciopeloWhere stories live. Discover now