Una bebé de Brooklyn

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No podía creer lo que sucedía. Todo había pasado rápido, de una cosa a otra. Sentía como el sudor escurría desde mi espalda. Ya no pensaba si estaba bien o no, o si debería sentirme avergonzada porque él posara la mano sobre mi sudor. Solo sabía que lo deseaba. Estaba tocando su pantalón y sentía esa parte tan masculina y rígida debajo de él. Se sentía caliente y con esa sensación húmeda que deja el vapor. Estaba ansiosa por averiguar que había debajo.

Sentía como sostenía mi espalda con la fuerza de su mano y con sus labios, mi rostro. Yo era pequeña aún o tal vez él era demasiado alto. Nunca lo había visto tan hermoso y tan tan cerca de mí. Sus labios sabían a licor y ligeramente a tabaco. Su beso era dulce y el mío era desesperado. No estábamos al mismo ritmo y él comenzó a notarlo por lo que se separó y me miro unos instantes. Entonces abrí los ojos como platos. Me tenía hincada y descalza en el loveseat.

- Te gusta ¿verdad? – me preguntó a lo que asentí ligera con la cabeza.

- No está nada mal – le respondí. Ante esta contestación el arqueo las cejas.

- Eres hermosa, muy hermosa. – dijo acercándose a mi de manera sutil y dominante – Tus ojos, tu piel...Tus labios - dijo mientras los rosaba con sus dedos - Eres hermosa y dulce. No eres como las demás niñas de tu edad. – Sus dedos se enfocaron en tocar mi rostro. Poco a poco comenzó a bajarlos pasando por mi cuello y llegando hasta el escote de mi vestido – Me gustaría averiguar si eso que siento en tus labios es igual de bello que lo que escondes aquí debajo. – comenzó a tocar mi pecho, bajo a mi cintura y poso su mano en mi cadera.

Me besó de nuevo y esta vez sentí su lengua encontrarse con la mía.

Me sentía nerviosa y excitada. Esa clase de excitación que solo se consigue cuando te subes a una montaña rusa o cuando te masturbas por primera vez de manera consciente. Moría de ganas por contestarle que sí. Que arrancara mi vestido y me mostrará que se siente. Se veía tan guapo y sereno.

Esa mañana había tomado una larga ducha. En cierto modo mi mente ya estaba predispuesta a lo que yo deseaba que pasara. Todo había sido fácil. Creía que se negaría, que me diría que yo había malinterpretado las cosas y haría como un padre que manda a una niña traviesa a su habitación.

Pero no. Ahora yo tenía muy claro que él estaba deseándome. No sabía con exactitud que quería de él. Pero estaba interesada en aprender de un verdadero hombre y estaba ansiosa que él me lo mostrara. Pero esas preguntas me hacían detenerme. Tenía que comportarme con inteligencia ya que ahora sabía que no estaba loca y no eran fantasías o alucinaciones mías.

- Si prometes que vale la pena te mostraré – le dije levantándome del sofá de manera picara y empujando sus hombros. - Por ahora debo volver. Si se enteran que estamos encerrados aquí tendremos problemas.

- Nadie entra aquí sin tocar – me dijo un tanto decepcionado ante mi evasión.

- No – contesté de manera seca a lo que él se puso serio – Esta noche habrá una fiesta en el spot de Jeremy. Sus padres están en Tennessee. Estaré ahí hasta las once si quieres verme.

Le dije esto al momento que me levantaba del sofá y arreglaba mi compostura metiendo los pies en mis botas. Él me miraba a la cara. Por primera vez lo veía desde una perspectiva cenital. Se veía pequeño y yo parecía ser la mayor. Me gustaba tanto, era bello y sensual. Quería besarlo una vez más, pero lo adecuado era que no lo hiciera. Me dirigí a la puerta del camper y puse mi mano en el picaporte.

- Deberías arreglar las cosas con tú novia, Bill – le dije desde donde me encontraba – Tal vez así sería más divertido para los dos.

Salí del camper con la frente brillando en pequeñas gotas de sudor. Me sentía maravillada y aun no podía creer lo que acababa de pasar. Todavía sentía el sabor de sus labios en mi boca, una mezcla dulce de licor y tabaco. Sentía que podía ir a cualquier lado con él ahora. Sentía ese sudor intenso y húmedo escurriendo de entre mis piernas. Si así de bien se sentía solo ser tocada por él, quería averiguar que se sentía tenerlo dentro de mí.

Ahora solo quedaba verlo en la fiesta de esta noche y yo estaría más lista que nunca, dispuesta y abierta para lo que él deseara, como un regalo de navidad.

Yo no quería que Bill terminará con su novia. A decir verdad ni siquiera me importaba él o su vida. Por ahora solo pensaba en tenerlo, porque me gustaba y era delicioso, lo que hiciera además de eso o con quien lo hiciera me daba meramente igual.

Era esa curiosidad y esa tensión sexual que creábamos juntos, lo que era totalmente nuevo para mi, y me gustaba experimentar.

Me marché sin ningún llamado para grabar. Me fui lo más pronto que pude y me dispuse a arreglarme para la fiesta como toda una chica de Brooklyn al estilo de ciudad. Ya era bonita, ahora lo sabía más que en cualquier otro momento de mi vida y usaría esa belleza a mi favor.

RABBIT HOLE

El TerciopeloWhere stories live. Discover now