Los chicos de mi edad no saben como tratarme

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Me presenté en el set ese día. Era uno de los veranos más calurosos que recordaba, incluso caluroso considerando que nos encontrábamos en Quebec. La temperatura era de 37 grados y subiendo.

Teníamos un pequeño comedor en el plató y debido a que aún no tenía ninguna llamada para maquillaje me dispuse a dirigirme ahí para al menos desayunar algo ligero.

Tomé un poco de fruta de una mesa cercana y a unos metros vi a Wyatt y me fui a sentarme a su lado. Jugaba con un cubo rubik mientras comía su desayuno.

-         Hola Wyatt – saludé con cortesía - ¿Me dejas ver tu cubo?

-         Hola Soph – me dijo, contestando mi saludo con timidez pero indiferencia combinadas, dándome el cubo y continúo comiendo la fruta que tenía frente a él.

Puse mi fruta en la mesa y comencé a intentar resolver el cubo de Wyatt. A decir verdad, me parecía un juguete aburrido y tedioso, pero servía como un pretexto para quitarle a Wyatt algo de las manos y abrir paso a una conversación.

-         ¿Sophia? – me dijo de pronto, sin quitar la vista de sus alimentos.

-         ¿Mhh? – me limité a contestar con una mirada.

-         Me preguntaba si te gustaría acompañarme esta tarde a hacer unas compras. También irá mi mamá. - dijo con indiferencia. Un interés oculto se escondía en sus palabras siempre que hablábamos, lo sentía como una tensión en el ambiente.

Disfrutaba la compañía de Wyatt. Era uno de mis mejores amigos. Pero no pensaba mencionarle a nadie lo de Bill, y menos a un chico. Wyatt era inocente en todo este asunto, además no tenía intenciones de pasar la tarde con un niño y su madre en un centro comercial. Había planeado algo mejor.

-         Lo siento Wyatt. Hoy no puedo. He estado grabando una escena difícil y tengo que ensayar unas líneas con Bill. No quisiera prolongar más esta escena. Ha sido bastante cansado grabar esto.

-         Descuida – me contesto – Bastaba con que me dijeras un simple No. No era necesario poner un millón de pretextos.

Me sonrojé un poco ante esa respuesta. Parecía serio.

- ¡Estoy diciéndote la verdad! - conteste encogiéndome un poco de hombros - Estaré un poco ocupada esta tarde, no pretendía sonar grosera.  – le dije un tanto ofendida – ¡Lo puedo compensar otro día! – le propuse entusiasmada.

- ¡Ya te dije que no importa! – me contesto con un tono de hostilidad que jamás había escuchado de él.

Se levantó de la mesa con el plato aun con fruta en la mano, lo tiro en un basurero cercano y se marcho con expresión molesta y ofendida.

Tal vez si Wyatt no adorará tanto a su madre podría pensar en él de un modo distinto. Casi todo de él me agradaba sobre manera. Era divertido, me hacía reír y siempre pensaba en mi para los juegos. Sin embargo, seguía pensando en eso: juegos.

Todo el tiempo su madre estaba cerca; ella era agradable y dulce, una mujer excepcional en todo sentido. Pero ni siquiera mis padres estaban sobre mi todo el tiempo. Tal vez se debiera a que yo era un año mayor o simplemente que no los necesitaba. Deseaba mi espacio y a veces podría desear estar a solas con Wyatt a pesar de todo. Pero eso nunca ocurría.

Traté de olvidar el asunto. Tenía que ir a maquillaje y después buscar a Bill en su camper. Debía hablar con él de nuevo o explotaría. Me sentía nerviosa pero decidida. En el camper nadie molestaría.

Nunca había estado a solas con un chico y menos con un hombre. Todo podría pasar.

Una vez lista, emprendí marcha al camper y al llegar a estar de pie frente a la puerta mi corazón y mi estómago formaron un nudo enorme y me traicionaron, volviéndose locos y provocando un calor que subía hasta mi nuca. Mi mente entró en pánico y tenía un grito interior agudo. Todo mi cuerpo estaba congelado frente a la puerta con el puño a punto de tocar, pero sin el valor suficiente para hacerlo. Dentro de mi había un caos, pero en el exterior estaba totalmente tiesa.

De pronto y sin haberme movido, la puerta se abrió sola frente a mí. Un alto Bill en camiseta negra y jeans y con un cigarrillo en los labios había abierto la puerta y después de mirar a ambos lados extrañado volteo la mirada hacía abajo para toparse con una yo totalmente pequeña y ruborizada.

- ¿Sophia? – me miro desconcertado pero con una leve sonrisa - ¿qué haces aquí? – preguntó al momento que sonreía y se recargaba cruzando los brazos en el marco de la puerta abierta del camper.

-         Vine a practicar nuestras líneas. Se que no son muchas, pero deseo no equivocarme – le conteste con nerviosismo.

- Ohh, ¿en serio? – me dijo con una mirada de incredulidad y levantando una ceja mientras sonreía. – De acuerdo. Adelante - Él se hizo a un lado y me extendió un brazo invitándome a pasar y posterior cerró la puerta tras él poniendo el cerrojo.

Adentro estaba ordenado de una manera particular, tenía un olor a tabaco y almendras dulces. Era ligeramente más pequeño que el que compartía con los demás chicos del elenco. Tomo mi mano derecha con delicadeza y me condujo hasta un loveseat amarillo que se encontraba cerca. La textura de la tela era similar a la de mi sueño.

-         Dime, nena – empezó – ¿por dónde comenzamos? – me dijo mientras se sentaba a mi lado y encendía otro cigarrillo.

-         Es complicado entrar tan rápido en el papel con tú atuendo – le espete, señalándolo con la mirada.

Él se miro a si mismo desde sus pies descalzos hasta el cuello y sonrío como un niño tras ser descubierto en una travesura.

-         Creo que has venido en un momento inoportuno – me dijo con una sonrisa pícara y mostrándome su camiseta con un ligero pellizco.

-         Tal vez debería marcharme. Podemos hacerlo cuando estés maquillado o listo – le dije apenada y levantándome del sillón con avidez.

- ¡No! – me dijo de forma rápida y seca – No te vayas. Por favor – y tomo mi muñeca en forma desesperada – Me alegra que estés aquí, pero presiento que no solo es para ensayar las líneas. ¿No es así? – me dijo en tono serio y bajando un poco la mirada hacía mis manos.

Mi corazón dio un vuelco por tercera vez ese mismo día. No había estado tan equivocada después de todo. Tal vez si le gustaba a Bill. Ante tal reacción decidí ser un poco más arriesgada.

-         No. A decir verdad, no Bill. Solo deseaba verte y estar aquí un momento, a tú lado – le solté. De pronto mi corazón comenzó a latir muy rápido y sentí como mi cara se derretía. Volví a sentarme en el sillón de manera automática y acerqué mi rostro al suyo. Sentí como su mano apretaba uno de mis muslos. No era dueña de mis movimientos.

El rostro de Bill estaba bastante cerca del mío. Sentía arder mis oídos. Con la mano que detenía su cigarrillo hizo que sus dedos rosaran mis labios, sus dedos se concentraron de manera coloquial como limpiando mis labios, detuvo mi mentón y atrapo mis labios suavemente con los suyos. Su beso fue breve y tierno. Luego se separo un momento.

-         ¿Es lo que deseas, pequeña? – y colocó su mano en la parte alta de mis costillas, justo debajo de mi pecho, como si cargara a una muñeca.

-         Lo sueño todas las noches – dije al tiempo que colocaba mi mano en su entrepierna – Enséñame, por favor.

RABBIT HOLE

El TerciopeloWhere stories live. Discover now