Grandes amistades

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Me vi envuelta en pánico y shock. Lo miré horrorizada y asustada y él noto ese semblante que no podía ocultar en mi rostro.

- Bill...No me digas eso ahora – le dije con cansancio en la voz.

- ¡¿Es que acaso no lo sientes Sophia?! Esto que sucede... No es algo normal

- ¿Te parece normal cogerte a una chica como yo? Pensé que era la primera Bill – repentinamente la molestia salió de mis labios como verborrea.

- Lo que pasa entre nosotros es un tema diferente. No tiene nada que ver con los años que tengas ¡Necesitamos discutir esto ahora, Sophia! Eres una niña testaruda y necia.

- A ti te fascina todo esto Bill. – le dije, levantándome el vestido y tocándome desde el abdomen hasta las piernas con fuerza - No me amas. Solo amas hacer lo que mejor hacen los pervertidos. Deseas cogerme fuerte, verme desnuda, tocarme y escuchar que te diga cuanto me gusta tener tu enorme v... - sentí de pronto una ligera bofetada directo en los labios que me dejo muda por completo.

Fue solamente un pequeño toque, un empujón en mi boca para que la cerrara, pero lo sentí como un balde de agua fría.

- Sophia...– me dijo con la mirada asustada al ver mi reacción y por lo que acababa de hacer – Yo no...

Aun con los buenos aires en mi vestido decidí acomodarlo un poco a modo que no luciera desnuda y salí de su remolque azotando las puertas y todo lo que me encontraba a mi paso después.

Todo lo que habíamos hecho no había servido para un carajo. Había cagado todo por completo con su estúpido "Sophia, te amo". No me importaba que Bill me amara o que me lo dijera en voz alta, especialmente porque yo no lo amaba de vuelta, pero entonces ¿por qué estaba tan molesta?

No tenía con que comparar el sexo que me ofrecía con el de alguna otra persona porque nunca había estado con nadie más que con él.

Tal vez realmente Señor B estaba enamorado de mi y me amaba con locura. Ya no veía una idea tan viable dejar que arruinara su vida por culpa de esto, pero el sexo era tan increíble que tan solo dejar de hacerlo me hacía un nudo en el estómago. Me sentía sumamente frustrada y aun tenía la entrepierna empapada. Observe mi vestido de reojo y tenía un par de manchas hechas por Bill.

De pronto me quebré en llanto. Seguí caminando hasta llegar a mi camerino, pero solamente a unos pasos de él Wyatt me interceptó.

- ¿Sophia? ¿Qué sucedió? ¿Alguien te hizo algo? ¿Por qué vienes de esa manera? - vio mis lágrimas y su voz sonaba llena de angustia. A veces Wyatt era mi único amigo.

- ¡Ohhh detente! Son demasiadas preguntas...– dije, limpiándome las lágrimas ligeramente, tratando de arreglar mi compostura y sonriendo con nerviosismo ante su preocupación.

- Hey... Tranquila – dicho esto me estrecho en sus brazos y me rodeo con su calor completamente.

Wyatt era un niño curioso y lindo, posiblemente apuesto cuando creciera. Yo amada demasiado a Wyatt, siempre había sido mi mejor amigo y mi cómplice en ese plató de locos donde la principal loca era yo. ¿Por qué no podía enamorarme de un niño como él? ¿Por qué tenía que fijarme en los tipos que estaba mal que me gustaran?

La justificación para las niñas como yo, que se ven atraídas a hombres mayores, siempre es que viven en una casa con un padre ausente o una familia muy disfuncional. Sin embargo, nunca fue mi caso. Incluso tenía dos papás: el real al cual amaba y el fabuloso esposo de mi madre.

Era un sentimiento complicado porque no amaba a Bill, pero lo deseaba mucho...Oh, lo deseaba con locura y mi interior se estremecía de solo pensar en sus manos sobre mí y su sexo introducido en mi centro. Sus palabras de amor me quemaban como acido. Y a Wyatt lo amaba, lo amaba con locura, pero no al modo de desearlo. Probablemente se asemejaba un poco más a un amor fraternal. Algo lindo y puro como lo que tenía con mi hermanito Jake. La diferencia es que Wyatt no era mi hermano y en numerosas ocasiones lo había visto observándome de esa manera en la que nunca se debería de mirar a una hermana.

- Sabes que puedes contarme todo, Soph – me dijo Wyatt en un tono bastante indulgente, como un padre que aconseja a su hija.

Un silencio nos invadió por un instante, pero no fue un silencio incomodo sino más bien un momento de reflexión en mi cabeza.

- Me he sentido bastante caótica las últimas semanas – le respondí aun llorosa y con la cabeza baja. Nos habíamos sentado en una pequeña banca que se encontraba en la sombra frente a los remolques. Él rodeo mis hombros en uno de sus brazos y me estrechó.

- ¿Te gustaría pasar esta tarde conmigo? Mi madre salió de la ciudad y estoy solo en casa. Podríamos distraernos...Jugar un videojuego ¿qué te parece? – me dijo de pronto. Parecía una invitación a hacer algo sano y tal vez era lo que necesitaba. Olvidarme de ser una mujer y comenzar a ser niña de nuevo y quien mejor que Wyatt para eso. Conteste con una sonrisa de alivio y agradecimiento. – ...o tal vez solo quieras contarme que fue lo que pasó (¿?)

- No...No es nada – dije rápidamente con nerviosísimo y desesperación al ver que la invitación podría ser declinada – es solo una tontería respecto al vestido y el peinado - le dije señalando mi aspecto.

- El cabello largo te sienta maravillosamente, Soph – me dijo y sonrío con timidez

- Uhmmmm ok – me limite a contestar indiferente y con una falsa atención a lo que me decía.

- ¡Te estoy haciendo un cumplido! – me dijo un poco sorprendido ante mi respuesta. Un mar de emociones rodeaba mi cabeza y no había podido pensar en una mejor respuesta – Aun así, de bella como luces ahora, también me gusta la Sophia normal – remato esto con una confianza más fresca en la voz – Vamos a mi casa. Anda.

Me dispuse a correr a mi camerino sin quitarme el maquillaje y solo cambiándome la ropa sucia y arrancándome esas incomodas y calurosas extensiones. Había olvidado mis bragas dentro del camerino de Bill. En ningún momento sentí cuando me las quitó, solo sabía que las había perdido y debían estar con él.

Wyatt me esperaba afuera del edificio visualizando la llegada de un uber en su celular.

- Ohh, te deshiciste del cabello – me dijo observándome de pies a cabeza y sonriendo en modo de aprobación, pero devolviendo la vista a su celular. Su gesto hizo que mi estomago se revolviera.

No tardó en llegar y que en pocos minutos estuviéramos en su casa. Poco a poco comencé a analizar la situación y a crear conjeturas que ponían todo más claro en mi mente. Wyatt sin parar de hacerme reír en todo el trayecto, jugueteos ligeros entre nosotros, su casa sola...Hacía mucho tiempo que no estábamos completamente solos como lo estaríamos ahora y eso me ponía nerviosa pero expectante de la situación.

Tal vez mi subconsciente de me había llevado a este contexto donde permanecía a solas con un niño. Mi madre no me dejaba estar todo el tiempo con los demás niños del elenco; en el rodaje nuestros camerinos eran distintos y mientras ellos se divertían alejados yo tenía un espacio personal delimitado a peticiones fundamentadas por mi mamá, lo cual era correcto puesto que no era adecuado que una niña durmiera en la misma habitación que seis niños semidesconocidos. Aunque Wyatt era diferente.

Por primera vez estaba ahora en esta situación con Wyatt...Y primera vez para Wyatt podía significar muchas cosas.

El TerciopeloWhere stories live. Discover now