Capítulo 55

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Mary Cooper ladeó la cabeza para calcular la dosis exacta del detergente. Después, lo vertió con cuidado en la lavadora y la puso en marcha. Desde que había llegado a Pasadena, no había parado de trabajar. Era como si hubiera retrocedido en el tiempo veinte años y de nuevo sintiera el estrés de lidiar con dos niños revoltosos y un pequeño genio capaz de destruir todo en medio minuto con hidrógeno casero. No es que le importase en absoluto. Adoraba a todos y cada uno de aquellos muchachos. Y se sentía extremadamente feliz de que Penny estuviera mejorando cada día. La chica ya no era capaz de estar quieta diez minutos seguidos y eso era, además, de una excelente noticia, una inagotable fuente de diversión para todos excepto para Sheldon. Mary reprimió una risita, recordando todas las formas en las que esa joven era capaz de exasperar a Shelly. Le encantaba que estuvieran juntos. Su hijo no podría haber hecho una mejor elección, aunque claro, tampoco esperaba menos de él. Se quedó sonriendo embobada, pensando en los nietos que vendrían. Oh, bueno, ella aún era joven para ser abuela, pero… ¡Qué diablos! En ese momento, sintió que no deseaba otra cosa más que un pequeño Sheldon correteando por ahí… o bueno, una pequeña Penny. O tal vez gemelos… En su familia los partos múltiples eran bastante frecuentes…-"Tal vez debería avisar de eso a Penny."- pensó. Aunque, claro, sabía que antes de todo aquello, había que ir pensando en la boda. –"No pueden tener hijos sin estar casados"- pensó, escandalizada. Frunció los labios. Sabía que, con la depravación que abundaba en estos tiempos, las relaciones prematrimoniales estaban a la orden del día. Pero eso no lo iba a consentir en su Shelly. No señor. Su Shelly se casaría en una iglesia y tendría sus amados nietos después del matrimonio, como Dios manda.

Sonrió de nuevo, satisfecha. Se volvió para salir de la lavandería y, al hacerlo, se sobresaltó. Frente a ella se encontraba Wyatt, el padre de Penny.

- ¡Santo Dios! Me ha dado un susto de muerte.- Mary le miró reprobadora.- Desde luego, como ladrón no tiene precio…

Wyatt parpadeó un tanto perplejo. Por un lado intentó disculparse, pero por otro… ¿Le había llamado ladrón?

- Lo siento… no era mi intención asustarla. Pero no soy ningún ladrón. Además, ¿qué demonios podría robar aquí?

- Seguro que alguna cosa encontraría útil. Los granjeros de Nebraska no le hacen ascos a nada.

- Igual que los cowboys de Texas.

Mary frunció el ceño.

- ¿Sabe? Nunca había perdido tanto tiempo en una conversación tan estúpida. Si me disculpa…

- Espere.- el hombre la retuvo un instante por el brazo y, viendo la glacial mirada que le dedicó ella, la soltó inmediatamente.- Yo sólo quería… bueno, digamos que… ¿Por qué me tiene tanta manía? ¿Y quién es usted para increparme que no soy un buen padre delante de mi propia hija?

- Soy la futura suegra de su hija, señor.- Lo oyó murmurar entre dientes un –"pobrecilla"- y lo fulminó con la mirada.- Y le aseguro que Penny es más digna de lástima por tener un padre como usted que por tenerme de suegra. Además, alguien tenía que decírselo, porque al parecer, nadie lo había hecho hasta entonces. ¿O acaso me va a decir ahora que es un padre modélico? ¿Se ha preocupado alguna vez por su hija, por lo que estaba haciendo o por cómo estaba, simplemente?

Wyatt también la fulminó con la mirada.

- Oiga, señora. Tampoco es usted la más indicada para presumir de "madre ejemplar". Porque su hijo…

Mary le miró como si estuviera a punto de saltar sobre su yugular.

- ¿Qué diablos tiene usted que decir acerca de mi Shelly?

Wyatt parpadeó.

- Bueno, no tengo nada en contra del chico. Está claro que quiere a Penny pero… teniendo a una madre tan "modélica" como usted, no ha salido muy normal que digamos…- terminó irónico.

Ese fue el punto de ruptura para Mary. La furia creció hasta tal nivel que estuvo a punto de arrojarle el suavizante a la cabeza.

- ¿¡Cómo se atreve?!

Wyatt intentó retroceder ante semejante fiera. Logró arrebatarle el suavizante, pero tuvo que sujetar a Mary por las muñecas.

- Creo que empiezo a entender…- dijo, intentando evitar una irónica sonrisa, pero sin conseguirlo del todo.- Me parece que la locura les viene de familia.

- Y a usted la estupidez, señor mío. ¡Suélteme! ¿Quién demonios se ha creído…?

- La soltaré si me promete no intentar arrojarme esa cesta de ropa a la cabeza.

- No lo haré si retira lo que ha dicho de mi hijo.

- Lo retiraré cuando usted retire que yo soy un mal padre.

Mary entrecerró sus ojos. Si fuesen dos cañones, él ya estaría muerto.

- Lo que he dicho de usted es la verdad.

- También lo que yo he dicho de Sheldon.

Mary apretó tanto los dientes que rechinaron de rabia. Wyatt meneó la cabeza.

- Escuche, a mí me parece magnífico que nuestros hijos estén juntos. En realidad, es la primera vez que veo a mi hija plenamente feliz y eso es lo que importa. Lo único que le estoy pidiendo es que no me juzgue sin conocer toda la verdad. Es cierto, no he sido un padre ejemplar, pero quiero a mi hija más que a nada en este mundo. Yo…- bajó las manos, liberando las muñecas de Mary.-… he cometido muchos errores. Como por ejemplo, casarme con su madre. Pero Penny no es uno de ellos. La adoro, aunque no se lo haya demostrado demasiado.

Mary le miró, aún desconfiada.

- Su hija es una chica estupenda. Debería darle vergüenza pagar con ella sus frustraciones. Los hijos no pueden pagar los platos rotos de un matrimonio que no funciona. Pero claro, los hombres se creen que son el ombligo del mundo y que sus necesidades son las más importantes.

Wyatt la miró, un tanto pesaroso y también un poco ofendido.

- Oiga, eso no es verdad…

- ¿Qué no es verdad? Oh, por favor. Mi marido… que en gloria esté, hacía exactamente lo mismo. No le importaban las consecuencias de sus actos y no le importaba gritar aunque supiera que Shelly estaba llorando por sus gritos y su mal genio.

Él se quedó en silencio. Bajó la cabeza y luego volvió a mirarla.

- Está claro que usted no tiene pelos en la lengua.

Mary dudó un momento al ver la intensidad de su mirada.

- Le repito que alguien tenía que decírselo.

- Me gustaría recuperar a Penny.- Wyatt volvió a bajar la cabeza.- Pero… no sé ni por dónde empezar.

- Un buen comienzo sería decirle eso a ella.

El hombre se quedó pensativo. Después volvió a mirarla y una media sonrisa apareció en su rostro.

- ¿Sabe? Creo que… a pesar de su mal genio, me cae bien. Aunque debo decirle que siento bastante lástima por su pobre marido… "-Que en gloria esté".

Mary volvió a fulminarle con la mirada.

- ¡Es usted un…grosero!

Wyatt esta vez rió de verdad. En ese momento, Sheldon apareció en el umbral de la puerta, sorprendido.

- Se oyen gritos desde el primer piso… ¿Qué está pasando aquí?

Mary miró a su hijo, ceñuda.

- Déjame decirte, Shelly, que tu futuro suegro deja bastante que desear. Desde luego tiene los modales de un granjero de Nebraska.

Sin más palabras, Mary se irguió y salió muy digna de la lavandería. Wyatt le dedicó una cómica reverencia a su paso, obteniendo otra furiosa mirada a cambio. El hombre le guiñó un ojo a Sheldon y también salió por la puerta. El joven físico parpadeó.

- ¿Qué está pasando aquí?- preguntó de nuevo, sin entender nada.

Pero ninguna lavadora le respondió.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora