Capítulo 47

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Penny terminó de recoger y ordenar la mesa del doctor Miller y salió presurosa por la puerta, tras despedirse del buen hombre. Esa noche tenía turno en la Cheesecake Factory y tenía el tiempo justo para llegar del Caltech al restaurante. Atropelló a varias personas mientras casi corría por el pasillo hacia el ascensor. De pronto, vio a Raj.

- ¡Raj! Oye, ¿te importa decirle a Sheldon que se mi jefe de la Cheesecake me ha llamado de improviso para esta noche y que no puedo llevarle a casa?

El joven indio suspiró.

- Y supongo que yo tendré ese elevado honor, ¿no es así?

La chica sonrió divertida.

- Siempre puedes negociarlo con Leonard o Howard.

- Podría… si esos traidores no hubieran huido cobardemente hace unos minutos. Y además, se han ido con Priya y Bernadette, y yo tengo que quedarme aquí para llevar a Sheldon a casa -protestó, como un niño pequeño.

Penny soltó una risita. Se acercó a su amigo y apoyó una mano en su brazo.

- Lo siento, Raj. Te prometo que si me haces este favor, te invitaremos a salir con nosotras la próxima vez que haya reunión de chicas.- dijo Penny dedicándole una sonrisa cariñosa.

El joven astrofísico entrecerró los ojos.

- De acuerdo, pero… prométeme que… me ayudarás a, bueno, a conseguir una cita con Amy.

Penny le guiñó un ojo.

- Faltaría más. Después de haber emparejado a Bernie con Howard, no puedo permitir que Amy y tú os quedéis de brazos cruzados.

- Gracias Penny.- sonrió Raj.

Ella le dio un beso en la mejilla.

- De nada, cielo. Y ahora tengo que irme o mi jefe me echará a la calle de una patada en el culo.

La chica salió corriendo, dejando a Raj en el pasillo. Finalmente llegó al ascensor y pulsó el botón. Golpeó impaciente el suelo con un pie. Suspiró cuando las puertas se abrieron, pero su alivio se evaporó al ver a Erika frente a ella. La joven astrofísica le dedicó una sonrisa que despertó en Penny el deseo de probar su excelente gancho de Nebraska en su aristocrática y asquerosamente perfecta cara. Pero se contuvo. No, no debía caer tan bajo con aquella arpía.

- Hola Penny.- la saludó con una voz tan hipócrita como su sonrisa.

- Hola Erika.- la joven rubia le devolvió el saludo con una perfecta y sarcástica imitación de su pijo tono de voz.

Erika la miró con muy mala cara durante un breve segundo, pero después volvió a asumir su papel de chica encantadora.

- Vaya, ¿ya te vas?

- Sí, he de irme. Mi jefe me necesita esta noche en la Cheesecake Factory y mi otro jefe, el doctor Miller, ha tenido la amabilidad de dejarme salir antes. Me encantaría quedarme a charlar, pero tengo prisa.

Penny avanzó un paso hacia el ascensor.

- Vaya, eres una chica realmente versátil. Camarera, secretaria y actriz…- Erika sonrió falsamente.- Imagino que llegarás a casa exhausta. No es bueno vivir con tanto estrés ni con tantas obligaciones.

- Agradezco tu sincero interés, pero no te preocupes. Soy una mujer… inagotable.- Penny le dedicó una mirada sarcástica y sus ojos verdes brillaron peligrosos.- Y de nuevo, lamento tener que interrumpir la conversación. Tengo mucha prisa.

Erika la miró fijamente.

- ¿Sabes? En el fondo me das lástima.

Penny se quedó paralizada, con un pie ya en el ascensor. Se volvió lentamente.

- ¿Disculpa?

- Eres atractiva, y supongo que tendrás algún tipo de talento.- Erika ladeó la cabeza.- Y sin embargo, no te importa ser el juguete de un brillante físico teórico para el que, probablemente, signifiques menos que un neutrino.

La joven camarera sintió como si algo le hubiera arrancado el aire de los pulmones.

- ¿Q…Qué demonios estás insinuando?

- Oh, vamos, seguro que incluso tú has llegado alguna vez a esa misma conclusión. Sheldon Cooper es un genio, una mente superior dedicada a la física, a la teoría de cuerdas, al Premio Nobel, a sus cálculos… ¿Dónde encaja una chica como tú en todo eso? Cielo, en el fondo, Sheldon es como todos los hombres. Ahora parece el novio perfecto, encantador, solícito y extraordinariamente maravilloso en la cama. Pero tú y yo sabemos que eso sólo dura un tiempo.

Penny la fulminó con la mirada.

- Está claro que no lo conoces en absoluto. Sheldon jamás ha sido encantador ni solícito. Aunque debo reconocer que sí es extraordinariamente maravilloso en la cama.- añadió con afilada ironía.- Y te diré algo más. Sé muy bien lo que pretendes, pero te aseguro que no servirá de nada. Aunque sí será ciertamente interesante ver cómo fracasas en tus ridículos intentos de seducir a mi novio.- le espetó.

Erika la miró fríamente.

- En el fondo, piensas como yo. En el fondo sabes que no eres la chica apropiada para él y que tarde o temprano, Sheldon llegará a la misma conclusión.

La joven rubia apretó los dientes.

- Confío en Sheldon. Más que en nadie en esta vida.

La astrofísica esbozó una sonrisa malvada.

- ¿Estás realmente segura? Bueno, entonces, tal vez no te importe que lo lleve yo a casa hoy. Hemos de quedarnos hasta tarde revisando unos datos experimentales, y no sería justo que el doctor Koothrappali tenga que quedarse aquí sólo para llevarlo, ¿no crees?

Penny apretó el puño con tanta fuerza que se clavó las uñas. Deseaba con toda su alma incrustarlo en la nariz de aquella zorra. No, no podía dejarse llevar por la ira. Ella confiaba en Sheldon. Siempre había confiado en él y jamás la había defraudado. Era Sheldon Lee Cooper PhD, incapaz de sentir atracción por nadie, ni por las mujeres, ni por los hombres, ni por las marionetas… Y tampoco la sentía por aquella maldita astrofísica. Penny había visto cómo Sheldon ni siquiera parecía ser consciente de su presencia en su despacho. Le conocía demasiado bien. Sheldon ignoraba siempre a todo el mundo. Sólo ella era capaz de encender ese intenso brillo azul de interés en sus ojos. Ella y la ciencia, desde luego. Alzó la mirada, desafiante.

- Sí, tienes mucha razón. No me importa en absoluto.- se sintió victoriosa al ver la confusa cara de Erika.- ¿Sabes? En el fondo me das lástima…- dijo, con una teatral expresión.

- ¿Por qué?

- Porque tal vez necesites atención psiquiátrica tras tus inútiles esfuerzos en seducir a Sheldon Cooper.

Penny le dirigió una falsa sonrisa y desapareció en el ascensor. Erika apretó los puños.

- Tal vez seas tú la que la necesites…- murmuró furiosa, con los ojos clavados en las cerradas puertas del ascensor.

La teoría es más sencilla que la realidad Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ