Capítulo 17

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El avión aterrizó sin incidencias en el aeropuerto de Houston. Sheldon y Penny atravesaron los largos pasillos a toda velocidad y finalmente, tomaron un taxi.

- Al Methodish Hospital, lo más rápido que pueda.- indicó el físico al taxista.

El coche arrancó. Penny miró al joven. Desde que se enteró de la mala noticia, la chica sentía que se le quebraba el corazón al verle. Nunca había visto tanto dolor y preocupación en sus hermosos ojos. También estaba atónita. El robot insensible que ella creía que era, hasta hacía apenas una semana, sólo había servido para ocultar… todo aquello. Esa coraza de orgullo, impasibilidad, talento, falta absoluta de empatía… se había evaporado para revelar una inmensa sensibilidad, ternura, afecto y comprensión. El joven estaba sentado, totalmente rígido, sin poder siquiera pestañear. Apretaba con fuerza los puños apoyados en las rodillas, haciendo que sus nudillos estuvieran totalmente blancos. Penny apoyó su mano sobre su puño derecho. Al instante, la mano del joven se abrió casi por voluntad propia. La chica entrelazó sus dedos con los de él. La miró. Ella intentó decirle que no se preocupara, que seguro que todo estaba mejor de lo que creía, pero simplemente no pudo articular palabra al ver su angustia. Por Dios, no soportaba verle así. Ella misma estuvo a punto de echarse a llorar. –"¡Pues sí que se me da bien animar a la gente!"- pensó, abatida. Pero él apretó su mano, como si quisiera decirle que no necesitaba hablar, que la entendía. Ella le sonrió triste y tomó su brazo, recostándose en su hombro sin soltar su mano.

El taxi llegó por fin a la puerta del hospital. Los dos corrieron hasta la recepción.

- Soy Sheldon Cooper.- explicó a la enfermera, casi sin aliento.- El nieto de la señora Brown.

La mujer tecleó algo en su ordenador. Miró compasiva al joven.

- La señora Brown se encuentra en cuidados intensivos.- dijo suavemente.- Primera planta.

Sheldon creyó morir al oírlo, aunque su maldita lógica ya había llegado a esa conclusión antes de que aquella mujer lo expresara en voz alta. Se volvió y casi echó a correr hacia las escaleras, sin poder esperar un ascensor.

- ¡Sheldon, espera!- Penny corrió tras él.

Llegaron a la planta de la UCI y corrieron a la antesala. De pronto, el joven se quedó inmóvil.

- Mamá…

Mary Cooper estaba hundida en un sillón, apretando un rosario entre sus manos. Missy estaba a su lado, rodeando los hombros de su madre con un brazo tranquilizador. Las dos alzaron la cabeza. La mujer sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.

- Shelly…

Se acercó a su hijo, sin evitar ya llorar abiertamente. Sheldon fue a su encuentro y ambos se fundieron en un abrazo que hacía tiempo que no sucedía. La mujer sollozó contra el pecho del físico, temblando. Sheldon intentaba tragar sus propias lágrimas, mientras apretaba con fuerza a su madre en el abrazo. Penny también procuró no romper a llorar ante tan emotiva escena. Su mirada se encontró con Missy. La joven morena se acercó, sonriéndole con tristeza, y las dos chicas se saludaron con un sentido abrazo.

- Gracias por venir, Penny.- dijo Missy.

La rubia sólo pudo devolverle una leve sonrisa. Después volvió toda su atención a Sheldon y su madre. El joven físico rompió suavemente el abrazo, tomando por los hombros a Mary Cooper, obligándola a mirarle.

- Mamá… ¿Cómo está… Meemaw?

La mujer tragó, esforzándose en hablar.

- Los médicos… dicen que está estable, pero… grave.

No pudo continuar. Su voz se quebró y volvió a sollozar, desgarradoramente. Penny se acercó, angustiada, apoyando una tranquilizadora mano en su hombro. La mujer la miró y esbozó una débil sonrisa.

- Penny, eres un cielo. Gracias por haber venido hasta aquí. No tenías por qué…

La chica sacudió la cabeza.

- Pero los médicos… - dijo la joven camarera.- ¿No han dicho nada más?

- Al parecer, todavía es pronto para saber cómo va a evolucionar.- respondió Missy.- Dicen que, dentro de lo que cabe, es una buena noticia que esté estable, aunque las próximas cuarenta y ocho horas son decisivas. Así que, de momento, nada más podemos hacer. Sólo esperar.

- Y rezar…- añadió Mary, apretando su rosario.

Sheldon no parecía reaccionar. Missy se acercó a su hermano mellizo para darle un beso de bienvenida, aunque él apenas lo notó. Volvió a mirar a su madre.

- Quiero verla.

- Oh, cielo, la hora de visita ya ha pasado.- dijo Mary, mirando con tristeza a su hijo.- Mañana podrás verla.

- ¿Mañana…?- la voz del físico se quebró.- Pero… quiero verla hoy.- dijo, como un niño pequeño.

Penny sintió que se le desgarraba el corazón. No era normal que a esas alturas no hubiera vertido ni una sola lágrima. Desde que había entrado en el hospital, parecía que su poderoso cerebro hubiera tejido una barrera de plomo ante la terrible realidad.

- Sheldon…

Penny alargó una mano hacia él, intentando tocar su brazo. Pero él lo retiró. Se volvió y alcanzó a un médico que, en ese momento, entraba en la UCI.

- Escuche, necesito ver a… la señora Brown. Ella está ahí dentro y… necesito verla ahora.

- Lo siento, pero la hora de visita terminó hace dos horas. Tendrá que esperar hasta mañana.

El médico atravesó la puerta, cerrándola tras él. El físico empuñó el pomo y golpeó la puerta, pero sólo recibió la airada advertencia de la enfermera, desde el puesto de vigilancia.

- Eh, oiga, usted. Como no se retire de ahí y deje de aporrear la puerta, llamaré a seguridad.

Penny se acercó, intentando llevárselo. Pero él seguía apoyado contra la puerta.

- Sheldon, cielo…- la chica sentía que se le rompía el corazón otra vez, al verlo tan vulnerable.- No te preocupes, mañana la verás.- le tomó del brazo, alejándolo suavemente de la zona de cuidados intensivos.

- Pero…- la miró como si fuese un niño pequeño.-… quiero verla ahora.

- Ya lo sé, Moonpie. Pero ahora no podemos verla. Necesita descansar…

Él sintió que un nudo de dolor subía desde su estómago, hasta su garganta, al oír esa palabra, ese nombre por el que Meemaw siempre le llamaba. Las lágrimas inundaron sus ojos.

- Sólo… Meemaw…

Penny le miró, sin poder evitar que las lágrimas rodaran por sus propias mejillas. Iba a pedirle perdón, por primera vez, por llamarle Moonpie. Pero antes de que pudiera abrir la boca, él se derrumbó, abrazándola con todas sus fuerzas y rompió a llorar como un niño.

La teoría es más sencilla que la realidad Where stories live. Discover now