Capítulo 18

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Penny se frotó el cuello, en un gesto de cansancio. Se apoyó en la máquina de café, esperando a que terminara de llenar el vaso, y lo cogió con cuidado, intentando no quemarse. Después, se acercó a un expendedor para comprar un par de donuts. Procuró llevarlo todo sin derramar nada, aunque no era tarea fácil sin una bandeja. Finalmente, entró de nuevo en la sala de espera de la UCI. Mary y Missy seguían sentadas en el mismo sillón, casi en la misma postura de antes. Sheldon estaba sentado en una silla, con la mirada clavada en el suelo, absolutamente inmóvil. La joven reprimió un suspiro de tristeza y se acercó.

- He traído un poco de café y algo para comer.- la chica se acercó a las dos mujeres y les tendió dos vasos.

- Gracias, cielo.- Mary esbozó una débil sonrisa, tomando el vaso.

- Al menos, así la espera no será tan larga.- añadió Missy, cogiendo también el suyo.- Gracias.

Penny les devolvió la sonrisa. Después se volvió a Sheldon. Seguía sin moverse, sin reaccionar, sin casi tomar oxígeno. Ella se acercó.

- Toma, cielo.- Penny le alargó el vaso. Sheldon lo contempló un instante y después alzó sus enrojecidos ojos hacia la chica.- No te preocupes, el tuyo es sin cafeína.- añadió esbozando una sonrisa traviesa.

El físico se perdió en ella, como si no la hubiera visto ya un millón de veces. La sonrisa de Penny siempre parecía aliviar cualquier dolor. Sí, incluso el que sufría ahora, tan insoportable que no lo dejaba ni respirar. Pareció sentirse culpable por ello. Meemaw estaba allí, en aquella sala oscura, luchando por su vida y él se sentía confortado por su sonrisa. Bajó la mirada.

- No necesito tomar nada.

La joven suspiró. Ya sabía que con él no iba a ser tan fácil…

- Sheldon…- se arrodilló a su lado, obligándolo a mirarla.- …escucha, vamos a estar aquí toda la noche, y no puedes estar horas sin comer nada. Apenas has probado bocado desde que llegamos.

- Es que… no puedo tomar nada.- dijo.

Penny volvió a sentir una oleada de pena por él. Pero la sacudió. No iba a permitir que ese condenado físico se saliera con la suya simplemente por ser tan irresistible cuando se mostraba vulnerable.

- Escúchame bien, Sheldon Cooper. O te tomas ahora mismo ese café y el donut, o yo misma te los haré tragar. Y sabes que lo haré.

El joven físico la miró, tragando saliva. Sí… sabía que era muy capaz de hacerlo, y que le importaba un soberano comino que su madre y su hermana contemplasen semejante escena. De hecho, advirtió que Missy les estaba dedicando una curiosa y divertida mirada. Miró nervioso a su hermana y ella le guiñó un ojo, pícaramente. Él puso mala cara, pero automáticamente su expresión cambió al ver a Penny, decidida a meterle en la boca un trozo del donut.

- ¡Oh, está bien, de acuerdo!- dijo, derrotado.

Tomó el vaso y bebió de mala gana. Bueno, a decir verdad, ese brebaje no estaba tan mal. Mordió el donut, comiendo mecánicamente. La chica sonrió.

- ¿Y tú? ¿No vas a comer nada?- preguntó él.

- Bueno, supongo que ahora iré a comprar algo para mí. No podía llevar más de tres cafés en las manos, sin una bandeja.- añadió.

Sheldon partió el donut por la mitad y le acercó el trozo. Ella lo miró, sorprendida.

- Sheldon… no es necesario…

- Sí lo es.- la interrumpió.- No tengo tanta hambre como para comérmelo todo.

Ella le sonrió, agradecida. Se sentó en una silla a su lado y empezó a comer con ganas. Sheldon no pudo evitar reprimir una leve sonrisa. Esa chica comía como un camionero… bueno, más bien, como un granjero de Nebraska. Terminó en apenas medio minuto.

- Deberías saber que no es nada recomendable comer tan deprisa.- dijo él.- Además de una masticación insuficiente, con el consiguiente esfuerzo extra a que se somete el estómago, ingerir de esa manera sólo causa que tragues el suficiente aire con la comida como para… bueno, como para hacer experimentos con el metano expelido por las bacterias intestinales.

Penny casi se atragantó. Le miró, perpleja. Vaya, por fin aparecía el verdadero Sheldon. Se dio cuenta de que echaba de menos todas sus interminables e incomprensibles peroratas. No pudo evitar sonreír involuntariamente.

- ¿Me estás diciendo que voy a tener gases por comer rápido?

- Los suficientes como para rellenar una bombona estándar de laboratorio.- añadió.

Ella le miró furibunda. Sin embargo, esa absurda conversación había servido al menos para que el joven físico hubiera olvidado momentáneamente la pesadilla que estaba viviendo. Intentó rebatir de alguna manera, para que siguiera olvidando su dolor, pero no supo qué decir. Tal vez él tuviera razón. Había comido tan rápido que ahora tenía una espantosa sed. Sheldon la miró, adivinando lo que ocurría.

- Toma.- dijo, alargando su vaso.

Ella parpadeó, atónita.

- ¿Sheldon Cooper… ofreciendo su vaso a cualquiera? ¿Qué clase de Apocalipsis está ocurriendo en el Universo?

El joven físico resopló.

- Tú no eres cualquiera, Penny. Si se tratase de otro cualquiera, jamás ofrecería mi vaso.

Ella le miró enternecida.

- Oh, cielo, eso es muy lindo.

- Simplemente, he comprobado que tus bacterias no son patógenas para mí. De lo contrario, a estas alturas ya me habrías contagiado cualquier enfermedad infecciosa.- replicó.

Penny parpadeó. Por un lado, se sentía furiosa porque no había dicho aquello por ser "lindo", sino por ser tan malditamente racional. Y por otro, no pudo evitar sentir un hormigueo en el estómago, al pensar en lo que implicaban sus palabras. Cierto, ellos se habían besado con la suficiente profundidad como para contagiarse… de cualquier cosa. La chica tragó saliva y, finalmente, tomó el vaso, intentando sacudir sus pensamientos. Bebió, sintiéndose mucho mejor.

- Gracias.

El físico apenas hizo un gesto, bajando la mirada, y pareció volver a sus negros pensamientos. Ella apoyó una mano en su brazo.

- Oye, cielo, deberías intentar descansar un poco. No puedes quedarte sentado en esa silla toda la noche. ¿Por qué no vamos a ese sofá e intentamos dormir un poco?- sugirió.

- No podría descansar, ni aunque me anestesiaran.- dijo él.

- Vengaa..- suplicó la chica.- Por favor…- su puchero hizo que él maldijera interiormente.- Al menos hazlo por mí. Así tendré un hombro en el que apoyarme para dormir un poquito.- bromeó, intentando borrar esa profunda expresión de angustia de su rostro.

Sheldon bufó.

- Estarás más cómoda sola en el sofá.- argumentó.

- Te equivocas.- afirmó.- Por faa… Te cantaré Soft Kitty para que te duermas.- añadió como si estuviera negociando con un niño pequeño.

Él la miró. Esa chica nunca se daba por vencida. Aunque… No sabía por qué, pero en ese momento deseaba oír su voz cantando Soft Kitty, y sentirla a su lado. Tragó saliva.

- Está bien…-suspiró, derrotado.

Ambos se levantaron y se sentaron en el sofá, situado en la otra pared de la sala. Ella enseguida se acomodó, acurrucándose cerca de su pecho. Sheldon tragó saliva. Nunca podría acostumbrarse a sentirla tan cerca de él. Su cuerpo jamás dejaría de reaccionar a su contacto con aquellos malditos escalofríos. Ella se relajó, suspirando suavemente. Tomó aire y comenzó a cantar en voz muy baja.

- Soft Kitty, warm Kitty, Little ball of fur…

Su suave voz descendió como un bálsamo. El joven físico se relajó y, por fin, todo el agotamiento acumulado aquel interminable día pareció surgir de la nada. Antes de que la chica hubiera terminado la canción, su consciencia se fue diluyendo hasta desaparecer. Penny sonrió al ver que se había dormido. Lo contempló. Sintió una enorme oleada de cariño hacia él al verle. No parecía el orgulloso Sheldon, el soberbio doctor Cooper. Sólo parecía un chico extraordinariamente dulce y lindo mientras dormía. La chica se apoyó en su pecho y cerró suavemente los ojos, murmurando un amoroso "Moonpie…"

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora