•Capítulo 13•

119 18 10
                                    

Michael

Sigo esperando que el suelo desaparezca de debajo de mí.

Semana tras semana que estoy con Jack y Luke, me siento cada vez más cómodo.Pero la ansiedad que se encuentra debajo de la superficie está siempre presente. Si no odiara tanto a la doctora Cohen, llamaría y pediría algunos medicamentos para la ansiedad. Es como si mi estómago tuviera
rocas. Pesadas y un recordatorio constante.

Estoy nervioso y preocupado todo el tiempo.

¿Por qué?

Porque me gusta estar aquí. Me gusta más de lo que debería. Por una vez, me he instalado en un lugar. Con los hermanos Hemmings, no tengo miedo de que quieran entrar en mi habitación por la noche y me obliguen a hacer cosas que no quiero hacer. No tengo miedo de que no me alimenten o me roben mis cosas. No tengo miedo de que me den un golpe o me zarandeen de los brazos cuando están enojados.Simplemente estoy cómodo.

Lo que me hace realmente incómodo.

—¿Cinco cajas? ¿En serio? —Jack se burla—. No son tan buenos,princesa.

Me sacudo el aturdimiento para darme cuenta de que le he pasado las cinco cajas de brownies cósmicos del estante. Al escuchar mi nuevo apodo, con el que a él le gusta molestarme, me relajo. Es extraño porque me siento como una princesa.

Ja!

Soy continuamente mimado y tratado como si fuera alguien de valor. Como si realmente me quisieran y fuera parte de algo.Jack nunca se molesta por las cosas que digo o por mis constantes movimientos inquietos. Nunca dice nada cruel o ridículo. Solo soy cuidado sin nada más que mi deseada compañía a cambio.

Es raro.

Como súper raro.

Pero he visto cosas más extrañas en mi vida.

—Son muy buenos —discuto.

—¿Mejor que ese pastel de nueces pecanas con chocolate con el que planeas deslumbrarnos mañana? —desafía, con una sonrisa de suficiencia en su hermoso rostro.
Pongo los ojos en blanco y le muestro el dedo medio.

—Esto es para aguantarme hasta entonces.

Su teléfono suena y él responde al segundo timbre. Cuando su sonrisa cae y frunce el ceño, la inquietud se arrastra por mi columna.

—Ya veo. Estaré allí antes de eso. —Cuelga y comienza a empujar el carro por el pasillo—. Tenemos que irnos.

El cambio repentino de su estado de ánimo me pone en guardia. No digo una palabra mientras pagamos rápidamente y tiramos en su baúl solo la mitad de los artículos que conseguimos de nuestra lista. No es hasta que estamos manejando que suelta un profundo suspiro.

—Tengo que llevarte de vuelta a tu hogar de crianza.

Mi corazón se hunde en mi pecho.

—¿Q-qué? ¿Por qué? —Odio las lágrimas que han surgido en mis ojos y que mi voz esté temblando—. No quiero volver.

Él toma mi mano y le da un apretón tranquilizador.

—Tu asistente social quería comprobarte antes de Acción de Gracias. Ella llamó a Guy y estará allí pronto.

Una lágrima caliente rueda por mi mejilla y rápidamente la aparto con la parte posterior de mi mano.

—¿Cuánto tiempo me tengo que quedar?

—Esperaré en la calle y tan pronto como ella se vaya, podrás regresar a casa con nosotros —me asegura.

A casa.

WEIRD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora