•Capítulo 3•

157 24 66
                                    


Jack

Me he rebajado a un nuevo nivel.Le pagué a un hombre veinte mil dólares en efectivo para que me permitiera llevarme a su hijo de crianza. Esperaba resistencia o un cambio de idea. No esperaba entregar el dinero y que diez mínutos más tarde lo tuviera en mi auto mientras recorremos la ciudad. Él quiso mi nombre y mi dirección como su única condición. Con mucho gusto se los di, junto con el dinero, porque nada más importaba.

Nada más que él.

Le habría dado todo.

Todo lo que tenía que hacer era pedir.

Mierda.

Esta mierda es ilegal como el infierno.Tengo treinta y dos años. Ciertamente no soy quien para llevarme a un adolescente.Pero tengo mis razones. Son buenas razones. Tienen sentido. Solo tengo que avanzar con cuidado. Un paso en la dirección incorrecta podría hacer que todo se estrellara a mi alrededor.

Smack. Smack. Smack.

Él mastica el chicle como si no supiera qué más hacer. Y con un fuerte agarre se aferra a su mochila . Está rota, manchada y quiero reemplazarla. Quiero darle todo. Porque necesito todo de él.

—¿Tienes hambre? —pregunto, lanzando mis ojos a su rostro.

Él se tensa.

—Sí.

—¿Qué quieres?

Lentamente, su cabeza se dirige hacia mí.Me alegro de que estamos parados en un semáforo porque puedo inspeccionar correctamente su rostro. Todavía estoy tratando de entender qué sucede con él que atraviesa la oscuridad e incorpora luz. Sus grandes ojos verdes parpadean inocentemente hacia mí. Es tan jodidamente pequeño.Sus ropas tragan su cuerpo. Su gorro de media llega hasta su ceño, pero a pesar de toda la ropa, tiene frío. Su nariz está rosa y se estremece.Me estiro y enciendo la calefacción a pesar del hecho de que estoy sudando la gota gorda. Estoy en territorio desconocido aquí. Todos los días hago negocios y amortiguo el futuro de mi familia. ¿Pero esto? Esto,no lo entiendo.

Hay mucho sobre este mundo, sobre las personas, que no entiendo.Es algo que simplemente he llegado a aceptar.

—¿Carne? —pregunto.

—No lo sé... —Mira por la ventana y se encoge de hombros—.¿Quieres la honesta verdad?

Sonrío.

—La honesta verdad.

Su cabeza se vuelve hacia mí y sus fríos ojos verdes se clavan en mí.

—Nunca la he probado.

Estoy a punto de reírme de su broma cuando me doy cuenta de que no es una broma. Este pobre niño sin amor nunca ha probado algo que yo doy por hecho. Una de mis comidas favoritas. Enciendo mi intermitente y me dirijo a uno de los mejores restaurantes de carnes de la ciudad.

—El Cerdo Boquiabierto —dice mientras lee el letrero—. Suena apetitoso.

Una risa se me escapa esta vez.

—Es la mejor comida que probarás jamás.

—No tomará mucho vencer eso —dice en un tono seco.

Estaciono en un espacio y apago el automóvil.

—Te compraré ropa más abrigada. Tomaremos la cena y luego iremos al centro comercial. ¿Está bien?

Sus ojos se estrechan mientras trata de leerme.

—¿Qué quieres de mí? —Un rápido destello de miedo baila en sus ojos.

El terror me inunda. Ni una vez pensé que él pensaría que lo querría sexualmente.Mierda.

WEIRD Where stories live. Discover now