•Capítulo 1•

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Michael

Presente

Clic. Clic. Clic. Clic. Clic. Clic.

—Michael—interrumpió la doctora Cohen; sus ojos entrecerrados con irritación.

Hago clic con mi pluma una vez más y me encojo de hombros.

—¿Sí?

—Te pregunté cómo iba la escuela. —Está tranquila una vez más, compuesta después de su breve enloquecimiento. Es mi objetivo en la vida. ¿Cuántas veces puedo hacer que la doctora Cohen pierda la calma durante nuestras sesiones? Hasta ahora, la mayor cantidad fueron cinco.

Y ese día, acortó nuestra sesión.

—La escuela está bien. —Le doy la respuesta  que quiere escuchar. No le digo que odio a mis maestros. Que odio a los estudiantes.Que odio todo. Especialmente, no le digo que ayer busqué en Internet cómo tomar la prueba para obtener mi GED*. Tendré dieciocho en dos meses y no planeo quedarme después de eso.

—Define bien —alienta, con su pluma preparada para tomar notas.

Clic. Clic. Clic.

Intento mirarla. Sus ojos se mueven nerviosamente.

—Como súper bien —digo con impertinencia y luego me río.Ella descruza las piernas y se inclina hacia adelante.

—Michael, esto no es un juego.

Ahhh, esa será la primera vez que dice esa frase hoy. Siempre la dice. Siempre.

—La escuela está bien —digo con un bufido—. Aburrida como siempre.

Su ceja oscura se levantan en pregunta.

—¿Aburrida? —Arrastra el archivo en su regazo—. Tu último informe de progreso dice que tienes un cinco en Historia.

Clic. Clic.

—Sí, ¿y?

Sus labios se juntan.

—Necesitas una mejor calificación. ¿Cómo esperas ir a la universidad y...?

La interrumpo haciendo clic incesantemente con mi pluma.

Clicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclic.

—No voy a ir a la universidad. —Alzo mi barbilla, pero en lugar de enfrentar su mirada furiosa, miro el reloj. Casi es hora de largarse.

—Es hora de crecer,Michael—reprende.

«Michael, esto no es un juego.» Sé que quiere decirlo. Sus labios se contraen ya que apenas se encuentra contenido en su boca.

Sonrío.

—Tengo casi dieciocho.

Si a un psiquiatra se le permitiera poner los ojos en blanco, lo haría ahora mismo. De alguna manera, a pesar de mi burla, se las arregla para contenerse.

—Sabes a lo que me refiero.

Sé a lo que se refiere. Desafortunadamente, ella nunca podría saber qué tipo de crecimiento he tenido que hacer. Nací de una adicta a la cocaína y al crack que me abandonó en un pesebre de una iglesia. Es tan cliché, pero esta no es una película de Disney con un final feliz. Esta es mi vida inútil. Resulta que los bebés que nacen de madres adictas también son adictos. Bajo peso al nacer y cabezas que son pequeñas en circunferencia. Los bebés con drogas en su sistema comienzan la abstinencia un par de días después. Sacudones. Llanto incontrolable.Infelicidad general. Mi madre biológica me envió a este mundo de la
manera más mierda posible. Me dejó incapaz de valerme por mí mismo, un enano contra otros bebés de mi edad, y con la mayor desventaja.

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