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Capítulo 464: Huesos de Gigantes

Ya que todos permanecían callados o hablando en susurros, Bai Xiaochun decidió que lo mejor sería seguir la antigua costumbre de imitar a los locales. Por lo que intentó verse tan frío y distante como le fuera posible, hasta un poco siniestro, precisamente con la esperanza de mezclarse entre la multitud.
Después de un rato, ya las cosas no se le hacían tan raras como antes. Bai Xiaochun se sentía tal cual como los demás, y en poco tiempo ya estaba paseando felizmente. Luego de otro rato, se detuvo en un lugar y se quedó viendo a una tienda cercana en particular.
—¿El Pabellón de Almas Dispersas? —Después de ver el nombre de la tienda, le dio un vistazo adentro y pudo ver que las paredes estaban repletas de un gran número de botellas extrañas. También había algunos cultivadores adentro revisando las botellas.
Bai Xiaochun se volteó curioso, entró a la tienda y escogió una botella para verla. Y cuando se dio cuenta de lo que había adentro se le abrieron los ojos de par en par.
La botella contenía una niebla que se veía a primera vista tranquila y serena. Pero cuando la miró más de cerca, la niebla se condensó y formó un rostro que se le quedó viendo de manera asesina.
Era el rostro de una mujer joven, retorcido de manera despiadada y con una expresión feroz. ¡Un segundo después de que se formara, empezó a chocar contra las paredes de la botella como si intentara llegar a Bai Xiaochun! ¡Este rostro era justamente un alma vengativa!
Ocurrió sin la más mínima advertencia previa, y Bai Xiaochun no se esperaba para nada una reacción como esta, así que no pudo evitar dejar salir un pequeño grito de sorpresa. Y casi de inmediato, todos los cultivadores circundantes voltearon a verlo con el ceño fruncido. No solo eso, al mismo tiempo todas las botellas de la tienda empezaron a temblar y vibrar a la vez que la niebla dentro de ellas se convertía en caras que veían a Bai Xiaochun con miradas furiosas.
Ver a tantas almas vengativas observándolo fijamente hizo que a Bai Xiaochun se le pusiera la piel de gallina. También podía escuchar ruidos extraños que se parecían a una mezcla entre llantos y risas.
Incluso había algunas voces que parecían estar cantando. Estos sonidos daban vueltas y se mezclaban, al parecer intentando llegar hasta su alma.
—¡Libérame!
—¡Hey hermanito, me recuerdas...? ¡Nos conocemos!
—¡Me he comido a bastantes chiquillos como tú a través de los años!
—¡Jajaja, muajajaj...!
Las voces se hacían cada vez más fuertes hasta resonar por los oídos de Bai Xiaochun como un trueno. En ese momento, un brillo gélido apareció en sus ojos, y un qi glacial empezó a dar vueltas a su alrededor. Luego su mano derecha destelló con un gesto de conjuro y desató la Restricción Imperecedera sobre su propio pecho.
El sonido se disipó al instante y todo volvió a la normalidad. Las botellas con almas vengativas aún lo veían fijamente, pero al parecer ya no podían afectar su mente, así que terminaron apartando sus miradas y convirtiéndose en esferas de niebla de nuevo.
Los demás cultivadores de la tienda también empezaron a apartar sus miradas y volver a seguir revisando las botellas.
Bai Xiaochun inhaló profundamente y se puso a ver a su alrededor, su mirada se posó eventualmente sobre un hombre que estaba en una esquina de la tienda. Era muy viejo y llevaba una túnica gris con el mismo color que su cabello. Este caminó hacia adelante con las manos en su espalda y le sonrió a Bai Xiaochun.
—¿Eres nuevo por aquí? —le preguntó en voz baja.
Bai Xiaochun asintió, estaba un poco triste al darse cuenta de que ahora estaba seguro de por qué a nadie le gustaba hablar mucho por aquí.
—Tanto en la Ciudad Mundial como en las tierras más allá, lo mejor es que mantengas la voz baja para evitar tener problemas con las almas vengativas. Lo mejor es transmitir tu voz con tu sentido divino.
—Hay muchas... demasiadas almas vengativas por aquí. A algunas las puedes ver a simple vista, pero a otras no. Lo que ves en esas botellas son justamente las almas de los muertos. Verás, tanto afuera como adentro de la Gran Muralla, las almas son el recurso más valioso. Ya sea para cultivar, confeccionar medicina o crear objetos mágicos, todo requiere almas. — El viejo le sonrió, asintió una vez más y se fue caminando.
Bai Xiaochun le agradeció y luego se tomó un poco más de tiempo para ver las almas. Lo que descubrió, fue que las almas en el nivel del Establecimiento de la Fundación eran las más económicas y abundantes, mientras que las almas en la Formación del Núcleo eran más costosas. Pero no vio ninguna que perteneciera a expertos en el Alma Naciente.
Bai Xiaochun se fue eventualmente y volvió a mezclarse con la multitud. Pero esta vez tenía aún más cuidado que antes al caminar entre esas calles iluminadas por la luz de la luna. Eventualmente llegó a otra tienda que lo hizo detenerse a mirar.
Dentro de esa tienda vendían... ¡salvajes!
Tal y como indicaban los huesos afuera de la ciudad, los salvajes se veían muy parecidos a los cultivadores, a excepción de que eran más grandes y más altos. La mayoría alcanzaba al menos tres metros, y eran extremadamente musculosos.
Los salvajes que mostraba la tienda estaban metidos en ataúdes, y llevaban marcas de sellado que los dejaban totalmente inmóviles. Había tanto hombres como mujeres, y cada uno de ellos tenía cuerpos carnales bastante impresionantes. Cuando Bai Xiaochun se acercó, el vendedor se percató de su presencia, este era un hombre con una base de cultivo en el Establecimiento de la Fundación y con un rostro grasoso. Después de ver a Bai Xiaochun de arriba a abajo, juntó sus manos respetuosamente y dijo en voz baja, —Sénior, nuestros sirvientes Desolados quizás no sean los mejores de toda la Ciudad Mundial, pero sin dudas son de la mejor calidad.
Bai Xiaochun se quedó viendo con curiosidad a los salvajes, y se sorprendió mucho al ver que tenían dientes afilados como los de animales salvajes.
—Verás, —continuó el vendedor—, incluso hasta sus dientes y huesos, sus cuerpos carnales son muy poderosos, lo cual los hace sirvientes excelentes. No solo eso, pero han sido sellados con hechizos restrictivos, así que podrás controlar su vida o muerte con solo pensarlo.
—No se ven para nada como Chen Manyao... —pensó Bai Xiaochun lleno de curiosidad. Consideró comprar uno, pero las únicas monedas aceptadas en la Ciudad Mundial eran las piedras espirituales y los créditos de batalla. Los puntos de mérito eran completamente inútiles.
—Son tan costosos... —pensó.
Por los años que había pasado trabajando aquí, el vendedor pudo darse cuenta de lo que pensaba Bai Xiaochun. Entonces le dijo riendo suavemente, —Sénior, me imagino que eres relativamente nuevo en la Ciudad Mundial. Déjeme explicarle: estos salvajes no son para nada costosos. ¡Afuera de la Gran Muralla, en las ciudades que habitan los salvajes, los cultivadores en el Establecimiento de la Fundación capturados son vendidos a un precio diez veces mayor al que vendemos a salvajes similares aquí!
—¿Qué? —dijo Bai Xiaochun con una mirada de asombro—. ¿Los salvajes venden cultivadores del otro lado?
—¡Por supuesto! —respondió fríamente el vendedor. —Para los salvajes, los cultivadores de adentro de la Gran Muralla son el tipo de comida más nutritiva que se podría desear. Allá no tienen energía espiritual, pero adentro de cada cultivador hay un mar espiritual. Para ellos... ¡los cultivadores son como piedras espirituales vivientes!
A Bai Xiaochun se le puso la piel de gallina. Quedó temblando de tan solo pensar en ser capturado por los salvajes de afuera de la Gran Muralla y que lo dejaran seco como a una piedra espiritual.
—Este lugar es demasiado peligroso... —pensó. Al final se fue de la tienda viéndose bastante disgustado, y en vez de explorar la ciudad un poco más, volvió a su posada.
El amanecer llegó en poco tiempo, y Zhao Tianjiao vino a buscar a Bai Xiaochun. Ya era hora de partir de la Ciudad Mundial y dirigirse a la Gran Muralla.
Esta vez avanzaron más despacio. La energía espiritual se hacía cada vez más débil, así que el viaje era más agotador, y esto además incrementaba la cantidad de tiempo que les tomaba recuperarse del cansancio. No solo eso, pero esta parte del viaje era claramente más peligrosa que la anterior.
De hecho, el terreno estaba perdiendo su tinte negro, y era más bien totalmente violeta, como si realmente se hubiera empapado de sangre totalmente. Lo mismo ocurría con el agua de los ríos. Era un espectáculo sorprendente para Bai Xiaochun y el resto del grupo.
También había alguna que otra montaña, totalmente desprovistas de toda vegetación, y ocasionalmente veían alguna aldea abandonada. Otra cosa que se encontraron eran multitudes de almas vengativas que volaban juntas, usualmente incluían al menos varias decenas en el nivel de la Formación del Núcleo.
Afortunadamente, estas almas vengativas no eran particularmente agresivas. En general, solo pasaban volando sin parar. Pero aun así, tanto Zhao Tianjiao como los demás las vigilaban cuidadosamente, y obviamente Bai Xiaochun era el más cauteloso de todos.
Mantuvo su boca totalmente sellada, se rehusaba a dejar salir el más mínimo sonido. Solo cuando desaparecían completamente las almas vengativas era que dejaba salir un suspiro de alivio.
Conforme avanzaban, era cada vez más raro ver a otros cultivadores. No había ninguna señal de vida en este baldío desolado, y hasta la flora y la fauna era muy escasa, y era del tipo que más bien hacía que tuvieran la guardia en alto.
Cada planta o árbol que se encontraban parecía más raro que el anterior, y aún más feroz.
Bai Xiaochun hasta pudo ver un árbol gigantesco que estaba literalmente corriendo por la tierra, persiguiendo a un leopardo totalmente negro de nueve metros de altura y lleno de púas. Después de atrapar a la criatura, el árbol se la devoró viva.
En cierto punto, una enorme mano esquelética salió de una grieta y atrapó un águila negra, la cual aplastó completamente y extrajo su sangre...
¡Los sonidos que producía mientras la estrujaba le pondrían la piel de gallina a cualquiera!

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