C i n c u e n t a y c u a t r o

35.7K 5.4K 2.2K
                                    

Capítulo dedicado a agustina_akazawa por siempre estar aquí :)

Aviso: partes de este capítulo son imágenes de lectura, esto para evitar la creación de PDF y su venta. Lamento tener que hacer esto, pero no permitiré la venta de mis historias a menos que yo lo permita.

 Lamento tener que hacer esto, pero no permitiré la venta de mis historias a menos que yo lo permita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El lugar me pareció sucio, frío y sin sentido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El lugar me pareció sucio, frío y sin sentido. ¿Qué hacía yo ahí, tomando una ducha y limpiando de mi cuerpo sangre que le pertenecía a alguien más? Una persona, por Dios... De solo pensarlo volvía a aquella habitación, temblaba debajo del agua, me despedía del cuerpo sin vida de Aldana. ¿Por qué? ¿Por qué tuvimos que huir? ¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué ella murió? ¿Por qué no la pude acompañar? Entonces, tras tanto cuestionamiento, venía el repudio a los hechos y a mí misma, porque nada pude hacer, porque era una persona inútil sin la habilidad.

Lo único bueno que ocurrió en ese baño, además de poder limpiarme, fue que me desahogué como quise. Lloré todo lo que no pude, Matt llegó a llevarnos en Polarize. Rust y yo dejamos a nuestros amigos allí, tirados en el suelo como si no fueran personas, sino basura.

Eso también me duele.

Shanelle me prestó de su ropa para vestirme. Con cautela y en silencio me llevó hacia su cuarto con el fin de que me vistiera. El lugar era pequeño, asfixiante, lleno de moho y de un ambiente frío que era combatido por una estufa en el rincón. Me acerqué a ella para calentar la ropa.

Sin previo aviso, la puerta se abrió. Mi corazón dio un vuelto brusco, el ruido me obligó a ponerme a la defensiva. Por supuesto, nadie de los que en ese refugio estaban entraría sin tocar, a excepción de Rust. Él también se había duchado, pero a diferencia mía, mucho más rápido. Entró vistiendo prendas propias, limpias, sin rastro de sangre.

—Lo lamento —dijo.

Caminó con lentitud hasta situarse frente a mí y se quedó estático, mirándome. Sus ojos se veían negros, con el pequeño reflejo de la estufa brillando, y sostenía la mirada con una mezcla entre lástima y calidez. Acompañé el momento con una conexión silenciosa, un juego de miradas sombrías. Él fue el primero que cedió y me inspeccionó. Su mano tocó mi mejilla y se deslizó por mi cuello, mis hombros, brazos y más lugares que tenía amoratados.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora