C u a r e n t a

86.1K 10.9K 6.2K
                                    

LEAN LA NOTA AL FINAL DEL CAPÍTULO 📝👇


Y así es como una persona de apariencia ruda, temeraria y llena de confianza termina transformándose en la mera fachada de un adolescente que la vida derrota, o más bien, el desamparo de todas sus creencias, la decepción de una verdad y los añicos...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y así es como una persona de apariencia ruda, temeraria y llena de confianza termina transformándose en la mera fachada de un adolescente que la vida derrota, o más bien, el desamparo de todas sus creencias, la decepción de una verdad y los añicos de su elevado orgullo.

—Vamos a casa —le animé—, mamá está esperando.

—Dijiste que vendrías sola —habló con voz ronca sin moverse de mi hombro.

—Sigues siendo un ingenuo por creer que vendría sola hasta aquí. —Lo tomé por los brazos y alejé para confrontarlo. Rust se enderezó con desgano, se limpió la nariz y ocultó su rostro detrás de sus manos; pero yo se las agarré para continuar hablando—: Mira nada más donde estamos, yo no duro ni quince minutos sola.

Soltó una carcajada corta.

—¿Dónde quedó la chica que sobreviviría al apocalipsis zombi?

—Puedo sobrevivir a un ataque zombi, pero no a lo mal que hueles. —Me cubrí la nariz con el entrecejo más que fruncido—. Ya, larguémonos de aquí.

—¿Es así como consuelas a las personas? —enjuició con recelo.

—Eh... no, solo a ti. Desapareciste, Rust, no voy a recibirte con los brazos abiertos por tu imprudencia, de hecho, debería golpearte en la cara.

Bajó su cabeza cual niño regañado y reconociendo su error, volvió a cubrir la cara para ocultar su vergüenza.

Lo guie con mi mano por la acera hacia el auto, él no se negó, pero sí los efectos del alcohol le empezaron a jugar una mala pasada; sus pasos torpes tentaban una caída próxima, tuve que ponerme a su lado y aferrarme a su brazo. La imagen no le sentó bien a mamá, quien sin saber muy bien qué hacer se bajó del auto para abrir la puerta trasera.

Oí que Rust carraspeó para aclararse la voz. Yo en mi más profundo interior sentí el filo incómodo entrando por mi espalda que siempre aparece en situaciones de aparente tensión. Iba de mamá a Rust mirando, una y otra vez, atenta a lo que se dirían.

Rust habló primero.

—Buenas noches —saludó a mamá, que le respondió con un movimiento de cabeza. Sin más preámbulo, Rust entró al auto. Yo le seguí detrás.

Ya todos dentro, mamá acomodó el espejo retrovisor para lanzarnos una mirada pretenciosa que intentaba descifrar qué tanto hacíamos, que, en realidad, era nada, porque Rust iba más concentrado en no perderse o quizá vomitar, y yo en que no lo hiciera a mi lado.

—¿Dónde? —finalmente preguntó nuestra choferesa.

—No quiero ir a casa —musitó Rust, arrastrando la voz y rompiéndola en un jadeo agónico.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora