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#MiércolesDeDALL

¿Sabes? Creí que el momento en que subí al auto de Claus, mi celular sonaría anunciando un nuevo mensaje tuyo, por supuesto, diciendo que haberme subido al auto de quien profeso como la peor de las personas resultaba ser tan estúpido como haber id...

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¿Sabes? Creí que el momento en que subí al auto de Claus, mi celular sonaría anunciando un nuevo mensaje tuyo, por supuesto, diciendo que haberme subido al auto de quien profeso como la peor de las personas resultaba ser tan estúpido como haber ido a la reunión. Pero no, de ti no recibí ningún mensaje inquietante que me alarmara más de lo que ya estaba. Esto por un lado calmó mis nervios, pues supuse que los hechos del 14 de noviembre no ocurrirían.

Me mantuve callada en todo el camino, mientras que las chicas y Claus hablaban del triunfo de Sindy. Aldana era la única consciente del peso que sucumbía sobre mis hombros, su perspicacia demostraba en conjunto a su expresión lo preocupada que estaba por mí.

Creo que fue el susurrante e intimidante «no me dejes sola» que le murmuré antes de subir al auto. Iba a pisar terreno peligroso, y teniendo en cuenta lo fastidiada que me mostré por la foto que publicó Claus, Aldana lo entendía.

Si algo malo pasaba, no culparía a nadie más que mi don para meterme en problemas. Podría culpar a los demás por su insistencia, pero la decisión recaía netamente en mí. Así que, en resumidas cuentas, íbamos apretujadas en el auto de Claus de camino a Polarize, la discoteca a su cargo. Claro, bajo kilos y kilos de papeles para cubrir este hecho.

Polarize es una discoteca muy visitada y exclusiva en la ciudad que se encuentra en los dos primeros pisos de un enorme edificio. El ambiente era como el de toda discoteca, luces de neón vibrando en el techo, la predominancia de los colores azul y rosa, la música abrazadora, una pista de baile amplia que se despliega teniendo como fin un pequeño escenario donde se encontraba la mesa del DJ. Si mirabas con amplitud, se lograba ver un medio muro que separaba la barra y algunas mesas a su alrededor. Desde el otro lado estaban los sofás circulares con una mesita de café en el centro. Esa parte lucía como el sector VIP de la discoteca, pero no, la parte exclusiva de Polarize se encontraba en el segundo piso, donde los más acaudalados arrendaban cuartos llenos de ventanales que cubrían el interior con cortinas oscuras. Lo sabía porque ya había estado en una de ellas.

Entrar a Polarize otra vez resultó como entrar en un laberinto rojo y asfixiante. No había muchas personas, el lugar se iba llenando poco a poco de estudiantes y chicos de Sandberg que Claus invitó, también iba llenándose de mayores de edad. Cada uno de ellos resultaba ser un dedo más apretándome el cuello.

No recibí nada de nadie, ni siquiera de las chicas. Ellas disfrutaban el momento, eran niños pequeños por primera vez en un parque de diversiones. Gozaban el privilegio de ser invitabas de Claus, y aunque en muchas ocasiones iban a mi lugar para que me uniera al excéntrico baile que hacían, me negué.

Aldana estaba a mi lado.

—Aldi —la llamé. Ella viajó del planeta Mis amigas se están divirtiendo y aterrizó en Yionne está aburrida—. Cuando te pedí que me no me dejaras sola no lo decía taaaan literal.

Díselo a la Luna ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora