48: Jugar con fuego

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Alba P.o.V

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—¡POR QUE NO ME ARREGLÉEEEE PARA LA ÚLTIMA SITAAAA, Y NO USÉ PERFUMEEE NI ME PU-SE TA-CÓOOOOON!

—¡DALEEEEEEE! ¡SERÁ QUE LA RUTINA HA SIDO MÁ- MÁAAAS FUERTEEEEE!

—¡SE HAN IDO LA ILUSIÓN Y LAS GANAS DE VEEEERTEEEEE!—se echó por encima la capucha de su sudadera y se hizo la trapera— ¡PERO ME CUESTA TANTO DECIR-LO A-AAAAA LAAAAA CARAAAAA!

—¡AGUANTA UN POCO MÁS, O LO ECHAMOS A SUEEEERTEEES!—a Marta le salió un gallo de tanto gritar, y de repente pasaron de chillar a cantar juntas como la balada que se supone que era y nos miraron dramáticas— Lo echamos a sueeeerteees...

Aplaudimos casi sin aire. Si no fuese porque el karaoke estaba reservado y era todo nuestro, a esas alturas ya nos habrían echado. La energía de Marilia era inagotable, una canción tras otra cantando a pleno pulmón. Ese dúo con Marta para el temazo de Ella Baila Sola, nos tenía con las lágrimas saltadas de la risa por el show que estaban montando. Locas no, loquísimas.

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Aquella misma mañana me habían dado el alta después de estar un par de días en observación. Por mi habitación pasaron casi todos los de la academia, mis padres, mis amigos de cuando estaba en la universidad... un montón de gente, en resumen. Poco tardó Mari en darme "la sorpresa" de que me iban a llevar a un karaoke por la noche. A mí no me costó hacerme la sorprendida, porque la ilusión de salir y encontrarme con ellas hacía el trabajo. Natalia miraba la escena mientras sonreía, guiñándome el ojo.

Sabía que todo esto lo hacían para que no me comiese el coco más. Ya me habían dicho Vicky y Mamen que estaban haciendo juntas un planning nuevo para mi entrenamiento, con ayuda de los informes de la doctora Anaju. Estaba un poco agobiadilla, no voy a mentir, así que que Mari y las demás hiciesen todo eso lo agradecía. ¡Eran unos amorcitos!

Así que a la noche, como prometieron, pusieron como punto de encuentro el patio de la academia para irnos al local. Aparte de Natalia, María, Mimi y Marta, venían Marilia, Julia, Sabela, Miki, Alfonso y Carlos. Era extraño porque... Quiero decir, alquilar todo un bar para estar nosotros solos cuesta lo suyo, y por lo visto no habían hecho ningún bote común. Luego me enteré que la dueña del local era conocida del padre de María, y que nos dejaba esa noche estar a nuestras anchas siempre y cuando pagásemos consumiciones. Vaya con los contactos del de La Puerta de Alcalá. Así que allí estábamos, algunos a base de cubatas o cervezas, yo a base de Fanta de naranja, y gritando hasta las tantas.

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—¡Nos toca a nosotras!—Julia se levantó de un salto del sofá, con una habilidad increíble para que no se le derramara el vaso. Le dio la mano a Sabela para que se levantase también y cogieron los micrófonos—.

—Pero te he avisado ya que no me la sé, ¿eh? Y mira que me gusta—le advirtió avergonzada, ajustándose la chaqueta y poniéndose en posición—.

—Si eso es lo bueno que tiene, cariño, que da igual como se cante. Y el estribillo se lo puede aprendé tol mundo.

—¿Cuál es, Juls?—preguntó Carlos, que más que sentado estaba tirado en el sofá de nuestra derecha—.

—Una mu grasiosa—dijo exagerando el acento y sonriendo. Buscó en el ordenador la letra de la canción para proyectarla en la pantalla—.

—Recuerda que la próxima que cantemos me has dicho que va a ser una de Rosa Cedrón—Sabela puso un puchero, al que Julia le respondió dándose la vuelta y con un besito en los labios—.

Heroes Of Our Time // AlbaliaWhere stories live. Discover now