7: En tu cara

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Alba P.o.V

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—...¿Boxeo?—preguntó Sabela—.

Fruncí el ceño mientras miraba mis diminutas manos, que se habían convertido en manazas con los guantes. La profesora Torroja se giró hacia donde yo estaba.

—Bueno, una especie de boxeo. Obviamente no seguiremos absolutamente todas las reglas, pero algunas nociones básicas os enseñaré. ¿Todos estáis ya con la equipación puesta?

Un 'sí' al unísono se escuchó por el pabellón, y yo asentí pensativa. Ana Torroja era nuestra profesora de Ataque y Defensa, la asignatura de los viernes, que básicamente se enfocaba a aquellos que harían uso de su poder en profesiones de riesgo, o por sí aparecía alguna persona usándolo de forma dañina.

A mí me habían gustado las primeras dos semanas, porque eran como juegos preparativos, pero ahora, en la tercera...habíamos empezado ya lo serio. Y no me gusta nada hacer uso de la violencia. Supongo que Torroja se daría cuenta de que me encontraba ida, por lo que se acercó.

—¿Hay algún problema, Alba?—preguntó poniendo su mano en mi hombro—.

—No...bueno, sí. Me siento muy extraña haciendo uso de la fuerza. Está un poco fuera de mi moral.

—¡Anda, mírala que fiel a sus principios!—rió dándome toques en la espalda. Su mirada de ojos abiertos me ponía un poco nerviosa—No te preocupes, esto es un simple ejercicio, Alba. Aquí nunca os vais a hacer daño entre vosotros. Considera estas clases como si fuesen nociones de defensa propia. Tu única víctima será el saco que tienes delante.

—Vale...—dije no muy convencida. Mientras no hiciese daño a nadie, todo estaría bien, supongo—.

—¡Bien! ¿Preparados?—echó un vistazo rápido—Vamos a estirar y calentar un poquito, mientras lo hacemos id pensando en poneros por parejas, así uno de vosotros aguanta el saco y lleva el control de los golpes. Somos impares, quien no tenga, yo me pongo, ¿de acuerdo?

Adelantó una de sus piernas, estirando la otra, manteniendo el equilibrio. Nosotros la imitamos, al igual que las demás posturas. ¿Con quién me podría poner? María, Marta, Julia, Famous...¿Natalia? Desde que me pidió perdón no es que sea la señora de la simpatía, pero la veo más calmada, más zen. A lo mejor no me devora si se lo pregunto.

Noté un roce en mi brazo y giré mi cara. María me llamaba con el guante.

—¿Quieres que nos pongamos juntas?—susurró—.

—Oh, pues...—no creo que se quede sola, seguramente se ponga con Miki—¡Vale!—le sonreí, y María me correspondió achinando también los ojos—.

Acabamos los cinco minutos de calentamiento y empezamos a ponernos en parejas. Entre el jaleo que se formó busqué con mi mirada a Natalia, que aún no la había visto. La encontré en la otra esquina, cruzada de brazos.

 La encontré en la otra esquina, cruzada de brazos

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Heroes Of Our Time // AlbaliaWhere stories live. Discover now