38: Tanteos

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Alba P.o.V

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El silencio se hizo tras aquella pregunta. Yo empecé a boquear sin saber por dónde llevar la conversación. Ay, madre mía...

Sí, que sí... Que esto tendríamos que hablarlo tarde o temprano, y era un detalle que se preocupase tanto por hacerme sentir cómoda en todo momento... De hecho, era para comérsela. Natalia Lacunza era para comérsela a besos... Pero...todo ello no quitaba que el asunto me siguiese dando reparo.

—Es que... Em-empieza tú, no sé de qué hablar...

—¿No sabes? —murmuró, y negué con la cabeza. Ella sonrió burlona— Vale pues desde el principio... Sabes que lo de la cigüeña es mentira, ¿verdad?

—¡Nat!—le pegué un guantazo flojo en el hombro, provocando su risa. Yo sonreí. Sabía que lo hacía para quitarle hierro al asunto, y destensar el ambiente—.

—Oye que va en serio, ¿eh?—echó hacia atrás sus brazos, apoyándose con las manos en el suelo— Quiero decir que si alguna vez has hablado de estos temas con alguien...

—Sí, si te refieres a la típica charla...—me quité de donde estaba, sobre sus piernas, que tampoco es que ayudase mucho. Crucé las mías, sentándome frente a ella— Mi madre nos habló sobre ello en su día...de ambos casos, no solo de relaciones heterosexuales. 

—Adoro a la Rafi—esbozó una sonrisa que me contagió—.

—Es que la Rafi es la Rafi.

Apreciaba muchísimo que Natalia hubiese congeniado con mi familia tan bien, hasta el punto de que si por ellos fuese, la adoptaban. Y que tuviese ella tanto aprecio por mi madre, me dejaba el corazón tan calentito como una estufa. Bajó su mirada a mis manos y las acercó para juntarlas con las suyas. Sería una forma de transmitirme tranquilidad y confianza para hablar, y lo conseguía, vaya que sí.

—Pues ya tenemos algo por dónde empezar...—dijo tras unos segundos— Conoces cómo va el tema, entonces.

—Ya, pero...—mis mejillas se estaban poniendo como tomates, lo notaba. Cielos...—No tengo...No tengo práctica...

Bufó inconforme con aquello y se inclinó hacia mí, lo suficiente como para que dejase un beso en mis labios. Cálido y pequeño, y tras él, un toque de sus dedos en mi nariz.

—Para coger práctica tenemos todo el tiempo del mundo, Albi. No te preocupes, ¿vale?—carraspeó una vez, y bajó la voz— Además...tú...Bueno, no lo sé.

—¿Yo qué?

—¿Tú te...?—hizo unos aspavientos con las manos que no entendí, ni ella tampoco se hacía entender. Chistó y volvió a tomar las mías— Que si te tocas, Albi. ¿Lo sueles hacer a menudo, poco, o...?

JOER NAT, MI VIDA. Me iba a morir allí de la vergüenza. No porque fuese un tema tabú. Sabía que todo esto no debía de serlo, y que era sano hablar sobre ello. Pero yo nunca había conversado sobre ello más allá de con mi madre y mi hermana. Y con Natalia...me imponía el tema. Sí, imponer era la palabra.

—¿T-t-tocar!?—muy bien, Alba— P-puede... A veces... Sí—la afirmación un poco más y no llega a salir de mi boca. Pero logré poner la frase en pie gracias a que mis ojos captaron cómo ella me miraba con dulzura— De vez en cuando, pero no es que sea parte de mi rutina ni nada...

Heroes Of Our Time // AlbaliaWhere stories live. Discover now