Capitulo 10

6.7K 331 1
                                    

El resto de la tarde paso tranquilo, decidimos no volver a entrar a aquella casa por seguridad mental de todos, Artemis estaba aun un poco acelerado y las cosas entre Damian y yo estaban tensas, tanto que podia cortar el aire con un cuchillo. Los chicos parecieron notarlo pero agradeci cuando ninguno pregunto al respecto.

- Quiero un algodon de azucar- comenta Sam.

- Es el cuarto que te comer Samantha- exclama Dalha mirandola con los ojos abiertos.

- Quien se los come soy yo, asi que no digas nada- Dalha voltea los ojos en respuesta y Sam me toma de la mano y me jala con ella, alejandonos unos metros de los chicos hasta el puesto de golosinas- Ahora si, ¿me diras que paso realmente con Damian?- pregunta mientras nos detenemos detras de unas personas que estaban comprando.

- ¿Tanto se nota?- pregunte, mirandola por unos cortos segundos.

- Amiga mia, todos estamos susurrando entre nosotros y sacando conclusiones de lo que pudo haber pasado ¿En que mundo estas?- pregunta, colocando las manos en las caderas en forma de jarra.

- Lo siento, yo... solo quiero regresar a casa, estoy un poco cansada y me esta comenzando a doler la cabeza- no era mentira, cuando me dieron el alta en el hospital, el doctor me habia advertido de estos dolores, me habia recomendado que lo mejor era mantenerme recostada en esos momentos. Sam me mira con preocupacion y se acerca a mi.

- ¿Estas bien? ¿Te sientes mal?- comienza a tocar mi frente, riendo le aparto la mano con delicadeza.

- Si, no morire, solo es un simple dolor de cabeza- mas que eso estaba mareada, no podia girar la vista muy deprisa porque comenzaban los puntos negros en la vista, pero no queria preocupar a nadie, se suponia que seria un dia de diversion, asi que no lo arruinare.

Llegamos a principio de la cola, y Sam pidio su quinto algodon de azucar, esta mujer no dormira hoy. Por otro lado solo pedi un agua, para poder tomarme el medicamento que tenia en el bolso. Cuando regresamos con los chicos, estos estan riendo, inclusive Damian. Era tan hermoso.

Ya basta Venus, me regañe mentalmente, esos pensamientos estan mal. El dolor de cabeza no mejora, supongo fue producto de la adrenalina y el miedo que senti hace unas horas dentro de aquella casa del terror, sentia mis piernas pesadas, los chicos querian montarse en una de las montañas rusas, y luego de que Pegie le susurrara algo al oido a mi hermano, este acepto gustoso en subirse nuevamente, no me quiero ni imaginar que le habra dicho. Por otro lado me quede abajo, junto con Laia ya que Hank habia decidido montarse con ellos alegando de que tenia que sentirse joven nuevamente y que no estaba tan viejo como parecia.

Los chicos comenzaron a hacer la cola, mientras que Laia y yo los veiamos a unos cuantos metros de distancia, hablaban entre ellos y hasta Hank reia a carcajadas por algo que habia dicho Sam.

- Hacia mucho tiempo que no los veia asi de felices a Hank y al sr. Patner- comenta Laia a mi lado, volteo para mirarla por unos segundos y puntos negros aparecen en mi vision, parpadeo varias veces antes de que pudiera notarlo y le sonrio.

- Apuesto a que este dia quedara para sus recuerdos- Laia sonrie y pierde la mirada en donde se encuentran aquellos dos hombres, uno, el amor de su vida, su esposo, su todo y el otro, un hijo para ella despues de tantos años de crianza y educacion.

Mi mirada cae en mis pies, comienzo a verlos borroso, parpadeo varias veces para centrar la vista en vano, el dolor en mi cabeza es cada vez mas fuerte y pronto comienzo a sentir como la parte trasera comienza a palpitar. Debi de haber hecho algun quejido ya que Laia me miraba con preocupacion, veia su boca moverse pero no podia distinguir lo que decir.

- Estoy bien- dije, puntos negros comienzan a salir en mi vision y por mas que intentaba aclarar la vista no podia, pronto comence a sentir como mi cuerpo sudaba y como mis piernas de doblaban, Laia profano un grito de susto, y antes de que tocara el suelo, alguien ya estaba sosteniendome, Damian. Aquellos ojos azules me miraban con pavor, comenzaban a humedecerse mientras me tomaba el rostro con una mano.

Por favor, recuerdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora